Este
fin de semana se llevan a cabo las elecciones de medio término en
Argentina. En estas líneas voy a intentar aclarar qué es lo que se
vota y cuáles son las opciones electorales. No es una tarea
sencilla, no solo por lo desconcertante que nos resulta la política
argentina a la mayoría de los uruguayos (incluso a los que vivimos
aquí), sino también por lo complejo y volátil de sus sistema de
partidos y alianzas, que la transforman en algo tan cambiante y
voluble como las opiniones de un panel de periodistas deportivos.
Para
comenzar, tres precisiones necesarias:
1)
NO SON ELECCIONES PRESIDENCIALES. Son
elecciones de medio término en que se renueva parte de la
integración del Poder Legislativo. Es un tipo de elección que no
existe en Uruguay.
2)
Ni el presidente Macri,
ni la gobernadora
Vidal (la
política con mejor imagen del país) son candidatos a cargo alguno
en estas elecciones.
3)
No obstante ello, el actual gobierno, la
ex presidenta, y la enorme mayoría de
los medios de prensa, se han encargado
de fomentar y exacerbar la polarización
entre ambos (“La Grieta”); dejando deslucidos y casi sin espacios
(ni discurso) a las terceras alternativas.
Hechas
estas aclaraciones, ¿cuáles son las
opciones electorales?:
El
gobierno/oficialismo se presenta bajo
el paraguas de “Cambiemos”,
una alianza de centro-derecha y derecha, integrado por diversos
sectores y partidos políticos, incluido el PRO, el partido creado
por Macri.
Uno
de los partidos que integra esta alianza es la Unión
Cívica Radical (UCR), uno de los
partidos decanos de la política argentina. Resulta llamativo que
integre una alianza de centro-derecha, siendo que tuvo presidentes
asociados a ideas y proyectos políticos progresistas (al menos
relativamente progresistas), como Hipólito Yrigoyen y Raúl
Alfonsín. Pero para aumentar el nivel de desorientación política,
en la
ciudad de Buenos Aires
compite contra
el oficialismo,
y en alianza con el Partido Socialista, impulsando la candidatura a
la Diputación del exministro de Economía (de Cristina) y ex
Embajador en Estados Unidos (de Macri), Martín Lousteau, en contra
de Elisa Carrió.
Precisamente,
la conocida y mediática “Lilita” también es
parte de esta alianza. En una década y
media pasó de ser una obesa política, con un discurso de barricada,
y una ideología sui géneris
con fuertes componentes de misticismo católico; a ser una robusta
política, con discurso basado en la judicialización de la política,
y una ideología anclada en una suerte de pragmatismo de la
oportunidad política. En suma: una metamorfosis física, ideológica
y discursiva que ni a Kafka se le hubiese podido ocurrir.
Del
otro lado tenemos al Peronismo… o más
bien LOS peronismos:
Un
peronismo es el de la
expresidenta, Cristina Kirchner,
que siendo peronista se negó a ir unas
internas en el peronismo, y armó una
fuerza política de ocasión: “Unidad
Ciudadana”, que debutó
electoralmente en las internas del pasado mes de agosto. Se
presenta como “el freno” posible
frente a la arremetida del actual gobierno en el recorte de derechos
laborales y políticas sociales. Luchando por lograr 2 de 3 senadores
en la Provincia de Buenos Aires no
parece que pueda ser mucho freno de nadie.
Otro
peronismo es el de Sergio Massa, quien
fuera Jefe de Gabinete de Cristina entre 2008 y 2009, e integrante
del Partido Justicialista (peronismo) hasta 2013. Se presenta
con el lema 1País.
Aparenta ser la mayor de las “terceras opciones”, aunque con la
polarización parece que viene perdiendo votos, especialmente hacia
Cambiemos.
Lo
acompañan Margarita
Stolbizer, política surgida del ala
más progresista de la UCR, de la cual se alejó en 2007 para crear
su propia fuerza política de centro-izquierda (GEN); y
el Movimiento
Libres del Sur, liderados por la
diputada Victoria Donda. Se trata de un movimiento político surgido
en la crisis de 2001, que supo integrar una alianza con el
Kirchnersimo, de 2003 a 2008. Entre 2011
y 2015, Stolbizer y Libres del Sur
integraron el
Frente Amplio Progresistas,
una ancha alianza de fuerza de centro izquierda e izquierda (de la
que Stolbizer supo ser candidata presidencial en 2015), para luego
abandonarla y sumarse a las huestes de Massa.
El
tercer peronismo es el liderado por Florencio Randazzo,
quien fuera Ministro en el gobierno anterior. Quedó como el
candidato de una parte del
pero-kirchnerismo que no se fue con la ex Presidenta.
Se presenta con un discurso de tipo honesto y cumplidor de los
compromisos asumidos, pero parece tener tanto carisma como ir al
dentista…
El
cuarto (y ¿último?)
peronismo, es el de los peronistas que
no están ni con Cristina, ni con Massa, ni con Randazzo… y mucho
menos con el oficialismo. En general se trata de expresiones
lideradas por gobernadores de provincias que intentan conformar un
espacio político propio, y de ahí lograr alcance nacional.
También está el
Partido Socialista, actualmente en
alianza consigo mismo, dado que es el
único partido (de peso al menos)
restante del
Frente Amplio Progresistas. Hace una
década que gobierna la Provincia de Santa Fe, y tienen el gobierno
en la ciudad de Rosario, una de las más grandes del país. En 2011,
Hermes Binner, hoy diputado, fue candidato presidencial, quedando en
segundo lugar detrás de Cristina Kirchner; pero hoy, parecen muy
lejos de estar medianamente cerca de esos resultados.
El
Frente de Izquierda,
coalición de partidos de la izquierda trotskista, y
Autodeterminación y Libertad,
fuerza política fundada por el histórico Luis Zamora, se presentan
como las “auténticas” alternativas de izquierda. Resulta
incomprensible que, con diferencias
ideológicas de matices, se presenten por separado, en lugar de unir
fuerzas. De todas formas es una actitud política muy coherente con
la mejor historia de trotskistas y anarcos en Argentina, que funciona
(más o menos) así: se juntan 2,
arman 3 grupos políticos,
y terminan todos peleados.
En
definitiva, y frente a este escenario
de sicodelia política, me siento más afortunado que nunca de poder
decir, cada vez que en la calle me paran para ofrecerme un volante de
tal o cual candidato: “¿Yo?...
¡uruguayo!”.
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