Los profesores del Liceo de Chuy (1960) Aristimuño, Iglesias y Puig.
Cuando nos referimos a los
profesores del liceo local, nos resulta muy difícil distinguir el
talento y la capacidad personal de cada uno, al manejar con
solvencia, responsabilidad y respeto al creciente alumnado que ha
buscado siempre en la enseñanza, la posibilidad de encontrar un
sendero nuevo para su crecimiento personal. En la nota de hoy nos
vamos a detener en la personalidad del profesor Omar Puig, a quien
nuestro trabajo en la secretaría del liceo, nos permitió conocer en
profundidad a un gran idealista, donde su bonhomía dejaba traslucir
una auténtica modestia, que volcaba diariamente en clases memorables
que todavía recuerdan sus alumnos. Sin embargo bajo aquella aparente
severidad existía un profesor comprensivo y generoso que también
supo tomar decisiones importantes cuando las tempestades conocidas
amenazaron la enseñanza. Llegó a Chuy en 1956, cuando el liceo
transitaba por sus primeros años, con un creciente alumnado y la
carencia natural de profesores que trabajaban en forma honoraria
durante los primeros años. En la década del 60 participa en un
concurso de oposición como profesor de matemáticas, obteniendo el
primer puesto a nivel nacional, confirmando su efectividad en el
liceo fronterizo. Se jubila en el 81, para volver en el 92
desempeñándose en el “liceo nuevo” hasta que las discrepancias
con los nuevos métodos de enseñanza, decretaron definitivamente su
alejamiento. Sus conocimientos sobre las matemáticas fue el
componente más claro de una personalidad dedicada a la docencia, en
una materia tan difícil como atrapante.
El Prof. Puig había nacido el 5
de mayo de 1928 en la ciudad de Castillos, falleciendo en esta ciudad
el 20 de mayo del año 2.004. Cabe señalar que la muerte del Prof.
Puig, no ha tenido el merecido reconocimiento por todo lo que
significó
su paso terrenal para varias generaciones que pasaron por el liceo
local. No pretendemos rendirle el tributo que se merece en el
reducido espacio de una nota periodística, pero servirá en cambio
para despertar la evocación de muchos alumnos agradecidos por el
aporte recibido. Sobran elementos para definir su personalidad,
aunque sería suficiente recordarlo como “el profesor de las
matemáticas”, manteniendo en forma inalterable su vocación por
esta materia. Más de 40 años radicados en esta ciudad, nos permiten
recomponer la historia del profesor, del vecino, del amigo, del
comerciante y del hombre tranquilo y bonachón que perdura también
en la memoria de muchos alumnos. Lo vemos diariamente transitar pocos
metros de la Internacional para llegar al edificio “viejo” del
liceo, con sus clases prontas, de docente calificado, resolviendo
dudas e inquietudes de sus alumnos. Han pasado 10 años de su partida
y la imagen del PROFESOR no se desvanece, manteniéndose intacta
entre quienes tuvieron la suerte de conocerlo, esperando que algún
día reciba el reconocimiento que se merece.