Por
el año 2000 comienzo a garabatear mis primeros renglones dedicados
al Padre Cacho, el 2012 vería la luz mi primer libro, su nombre “Un
Cacho de Dios”.
Acercarme
a la vida de Cacho, lo hice en mi niñez al mudarme desde mi barrio
de nacimiento, Colón, para irme a Casavalle.
Mi
padre hacía meses que era liberado del penal de Libertad (San José),
su permanencia de 8 años por pensar distinto ya había pagado la
deuda.
Al
salir, se encuentra que su oficio se estaba poco menos que
extinguiendo, las fábricas de calzados ya casi no existían. Los
comienzos de esta su nueva etapa fue muy complicada, tuvo que
reaccionar a tiempo para tomar otras propuestas laborales, así fue
como terminó trabajando en la Raltur en barrio Coppola, cercano a
nuestro barrio Nuevo Ellauri, haciendo varillas de hierro, luego de
la fundición. Volviendo al momento de la mudanza, el camión que
llevaba los muebles que vestirían la nueva casa, transitaba por el
Bulevar Aparicio Saravia tosiendo en los repechos, suspirando en las
bajadas. Fue pasar el límite de Camino de las Instrucciones, todo
cambiaba de un lado y del otro de la calle. Viviendas muy humildes,
carros tirados por caballos con matungos cansados, resoplando su
impotencia, flacos, mal tratados por otro personaje que con rebenque
escupían violencia,,,¡dale cheee! , ¡no te quedes, daleeee! ,
“hijo de p…”. Las bolsas volando al son de las corrientes de
aire, ranchos casi al caer por tanta pobreza junta, de un lado el
cementerio del Norte , del otro lado los ranchos pobres. Mi
pensamiento me llevaba a esa pregunta un tanto ingenua: ¿a dónde
nos estamos mudando? Ahora el camión dobla por San Martín y a la
cuadra toma hacia la derecha por Casavalle, el motor jugando una
pulseada con el esfuerzo por no quedar tieso. Llegamos a descargar
todo, nuestro nuevo hogar nos esperaba. Viviendas del BHU , flamantes
pero no terminadas en cuanto teníamos un dormitorio que solo tenía
los cimientos, la casa tenía un retiro jardín, y un pequeño fondo.
Mi madre imaginaba que plantas colocar para darnos sombra en un
futuro. En este mismo barrio, ya vivía un sacerdote que decidió
llevar a cabo un proyecto de convivencia junto a los pobres. Solo le
decían Cacho, para ese tiempo el vivía solo a 150 metros de mi
domicilio, allí convivía con unos jóvenes que ofrecía un lugar
para corregir sus errores, dando valor a sus vidas mediante la
contención de este religioso.
Pasaron
varios años para darme cuenta la dimensión de su figura, tantos que
fue justo luego de su muerte. Tuve oportunidad de ver lo que
significó su sepelio, en un paseo interminable hacia el cementerio
del Norte, la gente lo despedía : ¡¡¡se nos fue un cachito de
Dios!!! . Comencé un trabajo de recuperar su memoria, tirando de una
piola descubriendo su vida en el testimonio de sus propios vecinos,
también mis vecinos.
Mi
vida tuvo varios cimbronazos y uno de ellos es ver a un padre
complicado para conseguir trabajo, un hogar que necesitaba oxígeno,
todo motivó que comenzara a trabajar muy temprano, ya mi primer
trabajo comenzaba cuando, aparecían mis 16 años de vida. Trabajaba
en una avícola en la zona de Melilla, para estar allí temprano,
debía levantarme en la madrugada y luego tomar dos ómnibus, llegar
a atender un galpón con 11.000 gallinas que me interpelaban con sus
picos para ser alimentadas.
La
vida de barrio prácticamente no la vivía, solo los domingos, saber
de las andanzas de Cacho, era solo de oídas. En la investigación
para el libro, fui descubriendo a este Santo, mi vecino respiraba el
mismo aire que yo , sin embargo poco sabía de él.
Cacho
cuando decide irse a vivir al Plácido Ellauri, mismo barrio en el
que viviera por la década del 70, el “Chueco” Maciel, incluso
las mismas viviendas, no sabía si al otro día iba a comer, fue a
ser uno más del barrio. Sus vecinos en su gran mayoría vivían de
la clasificación de residuos, otro tanto, changadores en el puerto y
algunos más en la construcción. A partir de 1979 como consecuencia
de una amenaza de expulsión, los vecinos de la calle Timbúes lo van
a buscar para ver que podría hacer para que eso no ocurriera, allí
es que Cacho impulsa crear un puente de ayuda desde la Parroquia
Stella Maris de Carrasco y el grupo de damas de alta sociedad que
allí concurría, ese grupo se llamaba “Juntos Podemos”. Se logra
detener la expulsión, comprar esas tierras que estaban en remate.
Los vecinos antes que sus casas pidieron que se construyera un Centro
Comunal, al cual traer el agua y unos piletones para lavar la ropa
allí. Todo comienza a dinamizarse en progresos para el barrio, se
comienzan a levantar las casitas de material para abandonar las de
chapas, se funda una veterinaria con estudiantes que se instalaban en
el barrio, para atender los caballos de los clasificadores, se abre
una policlínica para atender los problemas sanitarios de los
vecinos, se fundan talleres de herrería, carpintería y mimbrería,
hasta se crea una bolsa de trabajo para conseguir empleos para los
vecinos, hasta se abre un comedor nocturno para comer estos primeros
trabajadores y poder rendir en sus trabajos, con tareas bastantes
pesadas. La misa a Cacho se la piden los vecinos, para agradecer a
Dios tantas mejoras, ese sacerdote de bajo perfil que llegara muy
tímidamente para instalarse en el barrio, era la figura emergente de
todos los cantegriles en la salida del país de una oscura dictadura,
comenzaban a despertar los derechos individuales.
Alguien
que quería definir a Cacho, en una pluma profunda, cargada de
sinceridad y amor lo definiría como aquel que descubrió a Dios en
la cara golpeada del pobre, aquel que descubrió la dignidad en la
cara golpeada del pobre.
Cacho
fue, un vecino más que rescató la dignidad, fue aquel que
transformó el nombre que utilizaba el colectivo de la gente,
“ciruja”, “junta papeles” , “bichicome” , por el de
Clasificador, y se animó incluso a ir un poco más ,,,el los definía
como “agentes ecológicos”, aquel trabajador esforzado que
recuperaba para la industria lo que la gran ciudad desechaba…Un
Santo fue mi vecino, y yo me enteré cuando el se marchó de este
plano…
Julio
César Romero Magliocca ( Montevideo, 1964)
Nació
en Montevideo, barrio Colón. Sus primeros pasos como periodista
“autodidacta”, los da con la fundación de su primera revista
mensuaria , “Su Revista” , la que llegaría a alcanzar 12
ediciones, entre los años 1997 y 1998. Al mismo tiempo realiza
micros radiales, en radio Sport 890, en el programa “En Positivo”
y en radio Oriental programa “De todas partes”, desarrollando
oralmente, la historia de los barrios, entre ellos lo más castigados
por la pobreza. En el año 2000 funda “Revista Raíces”, con el
argumento central basado en : “Historia Nacional”, “Nuestros
Indígenas”, “Historia de nuestros Barrios”, “Galerías
Deportivas”, “Historia del Gaucho”, “Historia de los Cafés y
Bares Montevideanos”, “Entrevistas”. Dicha revista alcanza los
siguientes reconocimientos : Declarada de Interés Nacional,
Cultural, Departamental, Turismo y Deporte, Unesco, Bendición
Apostólica del Vaticano, Premios CX en Comunicaciones, Premio
Guyunusa entre otros. Para el año 2012, edita primer libro “Un
Cacho de Dios”, vida del Padre Cacho- Isidro Ruben Alonso, el que
logra reconocimientos : Declarado de Interés Nacional, Cultural,
Departamental, Bendiciones Apostólicas del Vaticano – Benedicto
XVI y Francisco, actualmente recorre la 5ta edición actualizada.
Para el año 2013 , edita su 2do libro, “Cronista de Barrio”, y
para el 2016 en coautoría con el hermano del Padre Cacho, Don Julio
María Alonso, edita “La vida íntima del Padre Cacho”.