La democracia representativa, entendida como el sistema en el cual una mayoría de ciudadanos mayores de edad, elige a un grupo selecto para que administre los bienes comunes, está agotada. No invento nada. Ya lo sostuvieron algunos pensadores e intelectuales hace muchos años. Pero cada vez es más evidente. Y voy a tomar el ejemplo más reciente, más cercano en el tiempo. El 25 de junio de este año 2023 hubo elecciones presidenciales en Guatemala. Estuvieron habilitados para votar 9 millones 361 mil personas mayores de edad. De ese total concurrieron a las urnas el 59,99 por ciento. Podría redondearse en el 60 por ciento. Eso suma aproximadamente unas 5 millones 616 mil personas. Al hecho de que casi la mitad de los habilitados no participó (lo que de por sí debería ser preocupante) se suma que la opción más votada, fue el VOTO NULO. Un 17,39 por ciento, algo así como 1 millón 580 mil personas se inclinaron por la opción de ANULAR su voto. Después de esa opción viene un partido llamado UNE (Unión Nacional de la Esperanza) con el 15 por ciento (1 millón 350 mil votos) y en tercer lugar el Movimiento SEMILLA, que sumó aproximadamente un millón de votos. Este 20 de agosto se realizará la segunda vuelta electoral e irán por la presidencia la UNE y SEMILLA, sectores políticos evidentemente muy minoritarios. Sin embargo, el sistema institucional de ese país impone que ellos decidan quien gobernará. Y el pronunciamiento contundente del 17 por ciento del electorado es tomado como un dato insignificante. Se le ignora olímpicamente. Pero viendo los números, alguien debería replantearse la situación de la “democracia representativa”, porque Guatemala tiene 17 millones de habitantes. Si los habilitados para votar son unos 9 millones, significa que hay muchos indocumentados o casi 8 millones son jóvenes. De ser así, hay un fuerte componente de nuevas generaciones que en unos años tendrán que asumir el protagonismo en la vida cotidiana de ese país. Pero no se escuchan voces de preocupación. Ni en ese país centroamericano y tampoco fuera de ese país. Gobiernos siempre dispuestos a salir a criticar, a cuestionar otros gobiernos, muchas veces por cuestiones menores, ahora se hacen los distraídos. Y Guatemala no concita la atención, no genera comentarios y ni siquiera es noticia en los medios de mayor penetración. No vaya a creer que esta situación es patrimonio de Guatemala. Este panorama se repite en muchos otros países del planeta que tienen “democracia representativa”. Ya es hora de ir replanteándose otro tipo de democracia. Porque quienes asumen el gobierno en una “democracia representativa”, en muchos casos no representan a nadie…o a una ínfima minoría, como en este caso de Guatemala. Entonces se podría intentar una democracia “participativa” o “democracia directa”, como ha sido propuesto alguna vez, aunque sin demasiado éxito. Pero son muchos los intereses y poderosos sectores que se ven beneficiados con este sistema. En definitiva…¿a quien le importa la democracia?...mientras sea un buen negocio.
*Carlos Castillos - Docente y periodista, trabajó en Radio Chuy, Difusora Rochense, El Espectador, Radio Carve, CX 30 La Radio, Emisora del Palacio FM y CX 36 Radio Centenario. Además fue corresponsal de la agencia alemana de prensa dpa en Uruguay, Argentina y Paraguay durante 22 años. Es egresado del Instituto Superior de Educación Física (ISEF) como Entrenador de Fútbol y desde el 2010 impulsa el Movimiento de Cine Con Vecinos-Uruguay que se dedica a producir documentales comunitarios y a talleres básicos en todo el país. Desde el 2011 participa del Movimiento ARA (Artistas Rochenses Amigos) para publicar y difundir obras de creadores de la zona.