El
día viernes falté sin aviso. Pero compensé el día sábado con una
panzada de actividades, comenzando por la presentación del nuevo
libro de Vargas Llosa: “El llamado de
la tribu”. Acompañado por Jorge
Lanata, el notable escritor peruano se refirió a este libro
autobiográfico, en el que hace un repaso de su deriva intelectual e
ideológica que lo llevó del marxismo al liberalismo radical que
esgrime hace ya varias décadas. Con
habilidad discursiva y mucha inteligencia,
Vargas Llosa lleva (o intenta) llevar agua para su molino. Rescata a
pensadores liberales de la talla de Karl Popper y Raymond Aaron, la
figura política de Margaret Tatcher, contraponiéndola a la
situación en el Reino Unido antes de su gobierno, y en general
presenta al liberalismo como una doctrina abierta, sin promesas de
sociedades perfectas ni utopías… que no es perfecta, pero que con
sus imperfecciones, es mejor que cualquier promesa de Paraíso que se
haya hecho; mientras que por el otro lado critica a los
totalitarismos, a los populismos, a los nacionalismos.
Claro
que ni él está libre de entrar en contradicciones.
Niega, por ejemplo, la vinculación entre liberalismo económico y
las dictaduras militares de América Latina en los 60’s y 70’s…
aunque por otro reconoce que Somoza se hacía elegir presidente como
candidato de un Partido Liberal. Y borra de un plumazo la Guerra
Fría, como si no hubiese existido, conflicto en el que, mal que le
pese, muchos liberales contemporáneos
suyos veían como “el mal menor” a las dictaduras militares,
frente a una posible “cubanización”. Como
tampoco dice una sola palabra respecto
a que, antes de la II Guerra Mundial, los gobiernos liberales de
Europa Occidental veían a Hitler y Mussolini como “frenos” ante
la Unión Soviética.
Aún
más evidente es su contradicción cuando se refiere a Singapur.
Muy tibiamente se refiere a la falta de libertades políticas y
civiles en la isla-Estado, pero pondera muy enfáticamente su nivel
de ingresos y el nivel de riqueza de su población. Me hizo acordar a
aquellas personas que decían (aun dicen) que Pinochet había sido un
dictador, “pero que había hecho que
la economía chilena prosperara”.
Y,
como buen liberal, peca de ingenuidad
ideológica al creer que el “libre
mercado” efectivamente lo es, y no cuenta con mecanismos
autoritarios hacia su interna: la ausencia y/o falta de información,
siempre menor de parte del consumidor; la concentración cada vez
mayor de la economía en menos capitales, la capacidad de hacer
campañas y publicidad para crear “necesidades”, la compra de
estudios y voluntades, etc. En definitiva, le
falta reconocer que el “libre mercado” de hoy en día es
radicalmente distinto al libre mercado que describía Adam Smith hace
200 y pico de años, en una comunidad
pequeña, donde ningún comerciante ni empresario tenía la
posibilidad de imponer sus condiciones al resto del mercado.
Más
allá de las diferencias que uno pueda tener,
Vargas Llosa sigue siendo un formidable escritor, y una persona de
extrema cultura, con la que contraponer ideas y visiones obliga a que
uno tenga que buscar sus mejores argumentos. En estos tiempos de 140
caracteres de Twitter y catarsis por Facebook, falta más de este
tipo de debates conceptuales y argumentativos profundos.
Luego
era el turno de la inauguración del stand de Montevideo –que
simula la rambla-, aunque lamentablemente quedó un poco deslucida,
debido a que por el fuerte temporal, no pudo estar presente el
Intendente de Montevideo, Daniel Martínez.
A
las 20:00 fue el turno de la presentación de Arturo
Pérez Reverte y su nuevo libro “Eva”,
dentro de la saga del detective Falcó. Si la charla de Vargas Llosa
fue, básicamente política; la del autor de “El
Club Dumas”, “La
tabla de Flandes”, “El
maestro de esgrima”, y toda la saga
del Capitán Alatriste, fue una charla
magistral de literatura y sobre la pasión de escribir,
que quema por dentro con una intensidad que nos consumiría si no la
plasmásemos en papel o en un archivo de Word. Se nota su oficio de
cronista, y resultó especialmente hilarante su recuerdo de la
investigación llevada a cabo en México para escribir “La
Reina del Sur” y su relación con los
narcos, a la vez que trágica en relación a la situación actual
cuando viaja a dicho país.
Para
todos quienes pretendemos seguir en este oficio/arte de la escritura,
quedó claro que aun en el caso de uh consumado profesional como
Pérez Reverte, uno siempre escribe en base a lo que leyó y le gustó
de chico, de joven, en base a anécdotas que conoce, y/o ideas que
surgen en el entorno de cercanía que se mueve.
Más
tarde, y mientras Ana Prada deleitaba al nutrido público que se
había instalado en El Ruedo con sus canciones y su música; en el
stand de Montevideo, la poeta Ida Vitale
deleitaba a una veintena de presentes con la alegre lucidez y la
asombrosa energía de sus 94 años
(para 95) y con la lectura de algunas de sus poesías. Última
representante viva de la Generación del 45’ (que integraban, entre
otros, Mario Benedetti, Carlos Maggi, Ángel Rama e Idea Vilariño)
es un lujo que Montevideo pueda contar con su presencia en esta
edición.
No
podía haber mejor final para “La
Noche de Montevideo” que cerrar con
la actuación de una murga uruguaya. En este caso la que cruzó el
río fue Cayó la Cabra, murga joven e irreverente (que obtuviera el
segundo premio en el pasado concurso oficial) que hizo reír y
disfrutar por igual a argentinos y uruguayos, y se fue ovacionada.
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