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sábado, 21 de junio de 2014

Barack Obama, el nuevo profeta del Destino Manifiesto

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Gilberto López y Rivas — (Other News / La Jornada de México) — En la ceremonia de fin de cursos de la Academia Militar de West Point, el 28 de mayo pasado, el presidente Barack Obama confesó que cree con cada fibra de su ser en el excepcionalismo de su país sobre cualquier otro en el mundo, y enfatizó, en exaltado discurso nacionalista, que Estados Unidos "es y sigue siendo la única nación indispensable”.


"Eso es cierto en el siglo pasado y será cierto en el siglo que venga". Esta mentalidad abiertamente imperial que se asienta en la creencia cuasi religiosa de que Estados Unidos constituye un Estado-nación escogido y predestinado, con derechos y responsabilidades en el ámbito planetario auto asignados y por encima del marco jurídico internacional establecido particularmente en la última posguerra, se explayó en otros dogmas y sofismas, trasformados en políticas de Estado, igualmente reveladores: "La disposición de Estados Unidos para aplicar la fuerza en todo el mundo es la última salvaguardia contra el caos" (¿y qué sucede con el caos que ocasiona el intervencionismo imperialista?). "Estados Unidos debe siempre liderar en el escenario internacional. Si no lo hacemos ningún otro lo hará. La fuerza militar a la que ustedes se han incorporado (se refiere a los oficiales egresados de la academia militar) es, y siempre será, la espina dorsal de ese liderazgo". Y, por si quedara alguna duda: "Estados Unidos usará su fuerza militar, unilateralmente si es necesario, cuando nuestros intereses básicos lo exijan, cuando nuestro pueblo sea amenazado, cuando nuestros medios de vida estén en juego, cuando la seguridad de nuestros aliados esté en peligro... La opinión internacional (y añadiría, el derecho internacional) importa, pero Estados Unidos jamás debe pedir permiso para proteger a nuestro pueblo, a nuestra patria, a nuestra manera de vivir".
Estas ideas expresadas por Obama dan cuenta de la continuidad del pensamiento de la clase dirigente de ese país por más de dos siglos. El supuesto derecho a intervenir militarmente cuando y donde sus intereses lo requieran, a expandirse y conquistar territorios por cualquier medio, incluyendo la guerra colonial (por cierto, llevada a cabo en 1898 contra España, apoderándose de varias de sus colonias), a partir de la justificación de imponer a pueblos y naciones las leyes y formas de gobierno consideradas "las mejores en la Tierra", conforman la mentalidad de las élites gobernantes desde el siglo XVIII, cuando los Padres Fundadores de la República, recién independizada de Inglaterra, planeaban apoderarse de todo el continente. Jefferson creía en 1786 que la naciente confederación debía considerarse "el nido" desde el cual "toda América, la del Norte y la del Sur, ha de poblarse", y le preocupaba que España fuera demasiado débil para mantener sus dominios coloniales, "hasta que nuestra población haya avanzado lo suficiente para ganarles el dominio palmo a palmo". La declaración de James Monroe en 1823, basada en las ideas de John Quincy Adams sintetizadas en la frase de "América para los americanos", que rápidamente se transformó en "doctrina" para darle su pátina de misticismo y otorgarle alguna respetabilidad, así como la creencia en el "Destino Manifiesto", constituyen las formas ideológico-discursivas para indicar a los poderes coloniales de Europa que Estados Unidos entraba, en igualdad de condiciones, en el reparto colonial del mundo, en el que América, en efecto, debía ser considerada como campo libre de toda injerencia europea para beneficio exclusivo de los estadunidenses.
Además de esta renovación de las creencias de pueblo escogido, el profeta Obama, ciertamente con mayor capacidad retórica e intelectual que su predecesor Bush, tuerce la verdad histórica, o demuestra su profunda ignorancia en la realidad contemporánea al sostener que: "Estados Unidos tuvo la sabiduría de establecer instituciones para mantener la paz y apoyar el progreso humano -desde la OTAN a las Naciones Unidas, desde el Banco Mundial al FMI-". La iniciativa de fundar un nuevo organismo internacional fue discutida al final de la Segunda Guerra Mundial por las potencias vencedoras y la carta de creación de la ONU fue firmada inicialmente por 51 estados, mientras que la OTAN ha sido la expresión misma del militarismo, las provocaciones y las agresiones bélicas estadunidenses-europeas, especialmente durante la guerra fría, muy lejos de la paz y el progreso humano. Por su parte, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional constituyen las principales instituciones de la expoliación financiera de los países capitalistas al mundo del subdesarrollo y de la imposición de la actual transnacionalización neoliberal a escala planetaria.
Obama sostiene que uno de los elementos del liderazgo de su país es "su disposición a actuar en nombre de la dignidad humana. El apoyo de Estados Unidos a la democracia y los derechos humanos va más allá del idealismo, es un asunto de seguridad nacional". Y en esa dirección recuerda "que debido a los esfuerzos de Estados Unidos, debido a la diplomacia de Estados Unidos y la ayuda al exterior, así como al sacrificio de nuestros militares, más gente vive hoy con gobiernos elegidos, más que en ningún otro momento de la historia humana".
Irak es uno de los ejemplos más recientes y notables de esa disposición a actuar en nombre de la dignidad humana y, sobre todo, de los sacrificios de los militares estadunidenses: un país devastado, destruida toda la infraestructura sanitaria, educativa y de salud, con más de un millón de muertos, 4 millones y medio de desplazados y refugiados, 5 millones de huérfanos, más de 8 millones que requieren de ayuda humanitaria, con 70 por ciento de la población que no dispone de agua potable y sumido en el caos de una guerra confesional propiciada por la potencia ocupante.
Parafraseando a Simón Bolívar: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar al mundo de miserias y muerte en nombre de la libertad"

Obama pidió a Mujica que interceda por cambios en Cuba


El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pidió a José Mujica que use su influencia para impulsar reformas en Cuba y también por la situación del estadounidense Alan Gross, condenado por espionaje, dijo el viernes una fuente de la Casa Blanca a la AFP.

Publicado el: 21 de junio de 2014 a las 11:08
Por: Redacción 180
BRENDAN SMIALOWSKI / AFP
BRENDAN SMIALOWSKI / AFP

Obama había recibido a Mujica en el palacio de gobierno en Washington el 12 de mayo, y en esa oportunidad el presidente estadounidense había solicitado al líder uruguayo que transmita un mensaje de apertura al mandatario cubano Raúl Castro.
Obama pidió a Mujica "que use su considerable credibilidad como líder regional para impulsar reformas políticas y económicas en Cuba, notando que esas medidas serían muy bien recibidas por Estados Unidos y otros integrantes de la comunidad internacional, dijo a la AFP Patrick Ventrell, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional (CSN).
En la conversación, Obama le explicó a Mujica que la permanencia del estadounidense Gross en prisión en Cuba, donde ha sido condenado por contrabandear equipos de espionaje, constituía un "obstáculo" las relaciones bilaterales.
De acuerdo con Ventrell, el encarcelamiento de Gross "representa un obstáculo significativo para una más constructiva relación bilateral, y obtener su liberación permanece una prioridad" para Washington.
En la conversación, "Obama pidió al presidente Mujica que use cualquier oportunidad que surja para transmitir el mismo mensaje al presidente Castro", señaló Ventrell.
Poco después de su encuentro con Obama, Mujica había comentado en Washington que consideraba que el gobierno de Obama estaba "maduro" para mejorar las relaciones con Cuba.
Mujica mantuvo un encuentro informal con Castro el pasado sábado en Bolivia, durante la Cumbre del G77, poco antes de la cena protocolar, y fuentes de la presidencia uruguaya indicaron que no se trató de un encuentro formal entre ambos.
Gross, de 65 años, fue condenado a 15 años de cárcel en 2009, y Washington pide su liberación incondicional alegando que transportaba equipos para auxiliar a la comunidad judía cubana en sus accesos a la red Internet.
En contrapartida, el gobierno cubano ha propuesto en reiteradas oportunidades establecer un diálogo bilateral de alto nivel para tratar sin precondiciones una salida a la situación de Gross "en un escenario de reciprocidad".
En este caso, Cuba busca obtener la liberación de tres agentes, de un grupo original de cinco, que fueron condenados por espionaje y cumplen pena en cárceles estadounidenses.
El gobierno estadounidense ha descartado por el momento cualquier posibilidad de realizar un canje de Gross por los tres agentes cubanos.

Rooney pidió perdón por el fracaso de Inglaterra


La República

Wayne Rooney

Wayne Rooney pidió perdón este sábado a los seguidores de Inglaterra por el fracaso de su selección, eliminada del Mundial de Brasil tras sufrir dos reveses en los dos primeros partidos.
El veterano delantero del Manchester United dijo a través de su página en la red social Facebook que estaba “absolutamente destrozado” y “abatido” por las derrotas ante Italia y Uruguay en el grupo D.
Esto, unido a la victoria de Costa Rica ante Italia (1-0) el viernes, dejó al equipo dirigido por Roy Hodgson fuera de Brasil-2014.
“Perdón a todos los aficionados que viajaron y a los que se quedaron en casa por no haberlo hecho mejor”, dijo Rooney, quien en su tercera participación en un Mundial logró finalmente su primer gol en el partido ante la Celeste.
“Antes de cada partido creímos en nosotros pero desafortunadamente no funcionó”, agregó.
El centrocampista Jack Wilshere envió el mismo mensaje a los hinchas. “Destrozado no se acerca a como me siento en este momento. Perdón a todos los aficionados que vinieron a apoyarnos y a todo el mundo en casa”, escribió en su cuenta de Twitter el jugador del Arsenal, de 22 años.
Inglaterra fue muy criticada por los medios, pero la Federación inglesa de fútbol mantendrá a Roy Hodgson hasta la próxima Eurocopa, que se celebrará en Francia en 2016.

MARACANÁ :La herida abierta

Fragmento de un libro de Rubem Fonseca

El prestigioso escritor brasileño escribe sobre qué sintió como testigo directo del maracanazo uruguayo de 1950. Un golpe que, al menos por ahora, se hace sentir.

Un mural alusivo, esta semana, en Rio de Janeiro
Rubem Fonseca (*)sáb jun 21 2014
El País
 
Como todos saben, el torneo se suspendió entre 1942 y 1946 debido a la Segunda Guerra Mundial. En 1950, la Copa se reanudó y Brasil fue elegido como sede. Acabábamos de construir el estadio de Maracaná, el estadio más grande del mundo, donde cabían cerca de doscientos mil espectadores. Vi todos los partidos de Brasil en el Maracaná. Después del primero, Brasil 4 México 0, ya estaba ronco. Luego empatamos con Suiza, con un equipo de puros paulistas. Enseguida le ganamos a Yugoslavia 2-0. Estados Unidos eliminó a Inglaterra, en un partido en Belo Horizonte. Italia, que tenía un equipo desfigurado debido al trágico accidente en que murió todo el equipo del Torino, también fue eliminada al inicio. Cuatro equipos clasificaron para el cuadrangular final: Brasil, Suecia, España y Uruguay (ese esquema "cuadrangular" jamás se volvería a repetir en otras copas del mundo).
Sufro mucho cuando mi equipo juega, pero sufro aún más cuando juega la selección de Brasil. Me pongo nervioso, tenso, ya sea que escuche el partido en la radio, lo vea por televisión o vaya directamente al estadio (así lo hice en 1950, como se verá más adelante). Solo dejé de ver -con ansiedad, como siempre- las copas de 1930, en que Uruguay fue campeón, y las de 1934 y 1938, cuando Italia ganó. Era todavía muy niño.
Nuestro primer partido de finales fue contra Suecia. El estadio estaba tan lleno que nadie podía sentarse. Entre una fila y otra de la tribuna, permanecía de pie otra fila de fanáticos. Pero a nadie le importaba aquel amontonamiento que impedía que la gente se moviera. Nuestro equipo jugaba a la perfección y le ganamos 7-1 al excelente equipo de Suecia. Recuerdo que mis hermanos y yo salimos exultantes del Maracaná, en medio de una multitud que gritaba los nombres de nuestros jugadores.
El partido con España fue inolvidable. El estadio estaba atascado como en las demás ocasiones. España tenía un súper equipo. Ganamos 6-1. Cuando metimos el cuarto gol, a los 11 minutos del segundo tiempo, el estadio empezó a cantar la marchinha popular "Touradas em Madri". No pasó mucho tiempo para que las doscientas mil personas (o más, pues consta que hubo una invasión de colados por uno de los portones) empezaran a cantar al unísono: Eu fui às touradas em Madri, pararatibum, bum, bum, pararatibum, bum bum, e quase não volto mais aqui, pra ver Peri beijar Ceci, pararatibum, bum, bum, pararatibum, bum, bum. Cuando la multitud cantaba pararatibum, bum, bum, el sonido era tan estentóreo que los cimientos y las vigas de acero de las tribunas temblaban y vibraban como si fueran a romperse. Nunca antes hubo, ni habrá, un coro de voces tan fastuoso, magnífico, pomposo, ruidoso, dantesco y apoteósico, en el que centenas de miles de personas entusiasmadas y felices cantaban al unísono, a pleno pulmón, celebrando de manera fantástica una victoria. Soy un viejo escritor profesional, pero no tengo palabras para describir aquel momento.
Me gustaría que ese fuera el único recuerdo de la Copa del Mundo de 1950, pero no es así. Nuestro último partido era con Uruguay, un equipo que llegó arrastrándose al cuadrangular. Éramos los favoritos absolutos. En la víspera, en la concentración del equipo brasileño pululaba de gente: periodistas, fanáticos, colados, publicistas y demás. Las mantas de "campeón del mundo" ya estaban listas y los jugadores posaron con ellas para varias fotografías. Nuestro equipo era el mejor del mundo, y lo era realmente, solo faltaba consagrarlo en la cancha, en un partido con el equipucho de Uruguay, cuyo resultado todos sabíamos de antemano. Aquella noche en la concentración nadie durmió. En mi casa yo tampoco pude dormir, esperando con ansias la hora en que seríamos campeones del mundo. Era el 16 de julio de 1950. Cuatro horas y cincuenta minutos. ¿Por qué diablos no puedo olvidar ese terrible día? Treinta -¡treinta, carajo!-, treinta oportunidades de gol perdidas por nuestro equipo y, repentinamente, el uruguayo Ghiggia tira desviado y la pelota pasa entre el travesaño y nuestro portero Barbosa, que había cerrado el ángulo correctamente. Nadie, ni Barbosa ni los doscientos mil espectadores, esperaba que Ghiggia tirara tan mal, y que su equivocación nos causara aquella desgracia. (Barbosa acabó siendo crucificado, él y Bigode, el lateral que supuestamente recibió un golpe de Obdulio Varela y no reaccionó. También se culpó al técnico Flávio Costa. Pero, por más chivos expiatorios que se inventaron, la tragedia de aquella derrota no tenía explicación.)
Cuando el partido acabó, el silencio fue profundo, tan estruendoso (perdónenme el oxímoron) que nos dolían los oídos. Doscientas mil personas mudas y sordas. Hasta los llantos eran silenciosos, y las lágrimas escurrían solo de los ojos más fuertes, aquellos que no habían quedado transidos, perplejos y obnubilados con la desgracia que se había abatido sobre nosotros. El presidente de la FIFA, en ese momento Jules Rimet, cuenta en su libro L` histoire merveilleuse de la Coupe du Monde:
"Al terminar el partido yo tenía que entregar la Copa al capitán del equipo vencedor. Una vistosa guardia de honor se tenía que formar desde la entrada hasta el centro de la cancha, donde me estaría esperando, alineado, el equipo vencedor (naturalmente, el de Brasil). Después de que el público terminara de cantar el Himno Nacional, yo tenía que proceder a la solemne entrega del trofeo. Cuando faltaban unos cuantos minutos para que el partido terminara (el marcador era 1-1, y a Brasil le bastaba el empate), abandoné mi lugar en la tribuna de honor y, preparando ya los micrófonos, me dirigí a los vestidores, aturdido por el griterío de la multitud... Continué por el túnel en dirección a la cancha. Cuando salí de él, un silencio desolador había tomado el lugar de todo aquel júbilo. No había guardia de honor, ni Himno Nacional, ni entrega solemne. Me vi solo, en medio de la multitud, empujado para todos lados, con la Copa bajo el brazo".
Jules Rimet estaba perplejo con la derrota de Brasil y no sabía qué hacer. Nosotros, los brasileños, estábamos agonizando, atormentados por una tristeza punzante, por un padecimiento insoportable. Yo estuve ahí, lo puedo repetir, como en el clásico poema "I-Juca Pirama", de Gonçalves Dias: "Meninos, eu vi". Ya me ha tocado sufrir en otras ocasiones con la selección de Brasil. Con aquel balón cruzado frente a nuestra área por Toninho Cerezo, en 1982, cuando Paulo Rossi aprovechó la ocasión para destruir nuestras más fundadas esperanzas de ser campeones del mundo, con el equipo dirigido por Telé Santana, el mejor equipo del campeonato. (Rossi fue nuestro verdugo: metió los tres goles que nos derrotaron 3-2). Con el penal que Zico falló en 1986 -Zico, que nunca había fallado un penal en su vida- ante el portero francés Bats, penal que, si hubiera entrado, nos hubiera dado la clasificación. Con nuestra derrota ante el equipo mediocre de Francia, en 1998. Y con otros reveses afortunadamente olvidados.
Sin embargo, jamás olvidaré el sufrimiento del 16 de julio de 1950. Para describir lo que sentí aquella tarde, me viene siempre a la mente la famosa frase de Conrad, en El corazón de las tinieblas: el horror, el horror, el horror. Es cierto que la selección brasileña también me ha dado muchas alegrías, a final de cuentas somos pentacampeones. No obstante, el sufrimiento de la derrota es siempre más avasallador y duradero que la felicidad de la victoria.
(*) Rubem Fonseca nació en 1929 en Minas de Gerais pero desde siempre es carioca. Es un escritor de los importantes, además de abogado, profesor, crítico y guionista de cine. El texto es un fragmento de La novela murió (Tajamar Editores)

viernes, 20 de junio de 2014

CALCULADORA URUGUAY ¿Qué tiene que pasar para clasificar a octavos?


Ya no sirve el empate. El 1 a 0 de Costa Rica dejó a Uruguay obligado a ganarle a Italia. Pero hasta hay posibilidades de ser primero del grupo



El  resultado entre Costa Rica e Italia dejó las cosas bien claras: Uruguay deberá ganarle a Italia para poder clasificar a los octavos de final del Mundial de Brasil 2014. Será un duelo directo con los azzurri, que tienen mejor diferencia de gol, y por eso les sirve un empate y por supuesto una victoria.
El 1-0 de los ticos fue de los peores posibles que podía darse para Uruguay, y deja el sabor amargo de ese tercer gol que Costa Rica le hizo al equipo de Tabárez en la hora el sábado pasado. De no ser por ese gol, a Uruguay le serviría un empate el martes ante los tanos.

El grupo quedó de la siguiente forma:

1º Costa Rica – 6 puntos – 4 goles a favor – 1 gol en contra – Saldo +3
2º Italia – 3 puntos – 2 goles a favor – 2 goles en contra – Saldo 0
3º Uruguay – 3 puntos – 3 goles a favor – 4 goles en contra – Saldo -1
4º Inglaterra – 0 puntos – 2 goles a favor – 4 goles en contra – Saldo -2

Los siguientes partidos del grupo son a las 13:00 del 24 de junio:

-Uruguay vs Italia en Natal
-Costa Rica vs Inglaterra en Belo Horizonte

Entonces:
-Si Uruguay pierde contra Italia, es eliminado del Mundial, con posibilidades de ubicarse cuarto en el grupo dependiendo del resultado que se dé entre Inglaterra y Costa Rica

-Si Uruguay empata es eliminado del Mundial por la diferencia en el saldo de goles, -1 para Uruguay y 0 para Italia.

-Si Uruguay gana clasifica a segunda ronda sin importar la diferencia de goles ni ningún otro resultado.

El escenario ideal: Primero
-Para clasificar primero, con una diferencia en los saldos de Costa Rica y Uruguay de cuatro goles, debería ganarle por dos a Italia y Costa Rica debería perder por dos. En ese caso el grupo se definiría de la siguiente forma:

1º Uruguay – 6 puntos – 5 goles a favor – 4 goles en contra – Saldo +1
2º Costa Rica – 6 puntos – 4 goles a favor – 3 goles en contra – Saldo +1
3º Italia – 3 puntos – 2 goles a favor – 4 goles en contra – Saldo -2
4º Inglaterra – 3 puntos – 4 goles a favor – 4 goles en contra – Saldo 0

Lo que podría haber sido
Muchos analistas y periodistas deportivos habían establecido que el mejor resultado posible era la victoria por cuatro  goles de Italia frente a Costa Rica. Esto permitía que en el partido contra Italia se administrara el empate, a ambos cuadros les servía este resultado. Y ambos clasificaban, Uruguay lo habría hecho en segundo lugar, pero habría dependido de que Costa Rica no le ganara a una Inglaterra que todavía habría tenido chances de pasar a octavos (entienden los especialistas que por esto habría jugado con más ganas e intentado meter una buena diferencia de goles).

El segundo mejor escenario era que Costa Rica le gane a Italia por dos goles. Esto daba a Uruguay la tranquilidad de clasificar solo empatando con los azules ya que si bien el saldo de goles sería el mismo, definían los goles a favor de Uruguay, que eran más que los de Italia (3 contra 2 de Italia).

El tercer mejor escenario se daba con el empate entre Italia y Costa Rica. Esto daba la posibilidad de que si Uruguay empataba, en un resultado en que Inglaterra le ganara a Costa Rica por una abultada diferencia de goles, Uruguay podía meterse a octavos incluso con tablas ante Italia.

El resultado que se dio es malo, pero no es el peor de todos los posibles. Por ejemplo, si Italia le ganaba por la mínima diferencia a Costa Rica, Uruguay, incluso ganándole a los tanos por la mínima diferencia, podía quedar afuera del Mundial si Costa Rica le ganaba a Inglaterra. Se daría un triple empate en seis puntos y Uruguay habría sido el de peor diferencia de goles (0 Uruguay, +1 Italia y más de +2 para Costa Rica).

Lo positivo de todo esto es que más allá de que ayuda la tranquilidad de pensar que con un empate se clasifica, al equipo uruguayo le sienta mejor jugar con la presión de la necesidad más que administrar un empate.

¿Cómo puede seguir el Mundial para Uruguay si se mete en octavos?
Si Uruguay clasifica se va a cruzar en octavos de final, o con el 1º o el 2º del grupo C. Algo muy raro tendría que suceder para que Colombia que tiene seis puntos y un saldo de +4 no gane el grupo. El segundo lugar lo tiene casi garantizado Costa de Marfil, con tres puntos, saldo 0 y un partido con Grecia por delante en el que el empate lo deja casi clasificado (Japón necesitaría ganarle a Colombia por dos goles).

Suponiendo que dada la situación del grupo de Uruguay en el que a Costa Rica el empate lo coloca en primer lugar:

-Si Uruguay se ubica en segundo lugar, enfrentará seguramente a Colombia en octavos.

Una vez en cuartos, Uruguay se las vería contra el ganador de lo que muy probablemente sea Brasil contra Chile u Holanda.

En este escenario, de pura futurología, basándose en resultados que ya se dieron y otros que se definen por ranking FIFA, se las vería en semifinales contra Alemania. Y se encontraría en la final con equipos como Argentina u Holanda (si gana o empata con Chile).

-Si Uruguay se ubica en primer lugar en el grupo, enfrentará seguramente a Costa de Marfil en octavos de final. Al ganador de lo que seguramente sea México u Holanda en cuartos de final. Y al ganador de lo que seguramente sea Argentina contra Bélgica en semifinales. Podría en este escenario sí darse una final en el Maracaná contra Brasil.

Maracanazo
La única otra forma que puede darse para que Uruguay salga segundo y enfrente a Brasil en la final, buscando repetir el maracanazo, se daría si el equipo norteño empata o pierde contra Camerún y México o Croacia ganan su partido.

A Brasil podría sucederle, si pierde contra Camerún, y Croacia y México empatan, que quede afuera de la copa del mundo