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Hoy, 9 de mayo de 2014, hará explosión, en brevísimos 18 segundos, el Cilindro Municipal.
Esa
inmensa mole de cemento cumplió hace algunos meses 58 años y llevaba el
nombre de Héctor Grauert, quien fuera intendente de Montevideo cuando
se construyó.
Lo
diseñó nada menos que Leonel Viera, una de las figuras emblemáticas y
más talentosas de la ingeniería uruguaya, particularmente en el cálculo
tensional y en el uso del hormigón armado.
El
inmenso techo circular, sin el uso de columnas, fue una verdadera
innovación que sirvió, entre otros, a quienes diseñaron el Madison
Square Garden. El original puente de la barra de Maldonado, también
diseñado por Viera y que lleva su nombre, aún sigue siendo una obra
originalísima que podemos admirar los uruguayos.
Curiosamente,
el 21 de octubre de 2010 se desplomó el techo que tanto admirábamos y
semejante desastre terminó firmando la defunción del monumental
edificio.
Se
había inaugurado el 19 de enero de 1956, con motivo de realizarse la
Exposición Nacional de la Producción. En ese sentido, se le podría
vincular, al menos en la memoria colectiva, como el monumento al Uruguay
Productivo.
Después
de haber dado alojamiento a las primeras transmisiones de Saeta
televisión Canal 10, once años después de haberse inaugurado, sirvió de
sede al Campeonato Mundial de Baloncesto.
En
los años siguientes se jugó al vóleibol, al tenis de mesa, al hockey,
al ajedrez y, en un ring improvisado entre las dos grandes tribunas, que
pocos saben que se llaman Helsinsky y Melbourne, cruzaron golpes
algunos de nuestros mejores boxeadores.
El
cilindro también sirvió de ámbito para dar exámenes masivos y concursos
para ingresar a un empleo público; en ese magno estadio vimos perder la
finales a Aguada contra Welcome aquellas noches en que ‘el Óscar’
cobraba como si fuera el juez; allí vimos cantar a Serrat, a Bob Dylan y
a Eric Clapton, sometidos y dominados por su horripilante acústica.
También
sirvió de albergue invernal para familias que vivían en la calle, y en
sus muros resonó la palabra de Seregni cuando lo escuchamos por primera
vez hablar del inevitable camino a un nuevo bipartidismo.
En
fin, el cilindro sirvió para todo: sala de espectáculos, pensión,
estadio, estación de televisión y, por si fuera poco, también sirvió de
cárcel.
Durante
años retuvo entre sus muros a infinidad de presos transitorios que
pasaban unas semanas, y en ocasiones algunos meses, antes de ser
liberados o trasladados a prisiones más seguras y permanentes.
Retuvo
entre muros y rejas a huéspedes ilustres como Carlos Quijano, Saúl
Ibargoyen Islas, Ruben Yáñez, Hugo Alfaro, Moisés Lasca, Blas Braidot,
Juan Carlos Onetti, Hugo Alfaro, Julio Castro y Nelson Marra.
A
mí me tocó ser uno de los últimos presos de esa prisión, porque después
de que nos escapamos con otros tres compañeros, el cilindro no alojó
más presos.
La fuga fue la muerte del cilindro como cárcel.
Hoy,
a la una de la tarde, lo veremos caer para siempre, y a pesar de que en
su interior fuimos verdugueados durante muchos meses, tenemos un
poquito de nostalgia.
Por
suerte Carolina Cosse y Ana Olivera concibieron una idea fantástica que
será orgullo de la ciudad por los próximos cien años y que llevará el
nombre de Antel Arena.
RECUADRO
Presos fugados. Operativos policiales dispuestos inmediatamente después de la fuga de cuatro detenidos en el Cilindro Municipal
4 de junio 1976
“Siendo la hora 22.00 se tuvo
conocimiento, que del establecimiento Cilindro, se había producido la
fuga de los procesados [...], quienes se encontraban allí recluidos por
razones locativas. Atento a ello, de inmediato se dispuso el
allanamiento a los domicilios de los mismos concurriéndose a los
siguientes lugares:
[...] Domicilio de [...] no pudiéndose
llevar a cabo el mismo en virtud de no haber moradores en la finca, no
obstante ello se dejó instalado un servicio en el lugar.
[...] Domicilio del prófugo [...], donde
concurrió un equipo de Granaderos, arrojando la inspección clave 43 y
quedando en el lugar un servicio de ratonera.
[...] Domicilio de [...] donde la
inspección arrojó clave 43, no obstante ello, información proporcionada
por la vecina del apartamento [...] a la hora 20.00 o 21.00
aproximadamente se notaron movimientos extraños en el apartamento [...].
En el lugar se instaló clave 66.
También fueron instalados servicios de
vigilancia discreta en la residencia del Embajador de México, sita en la
calle Andrés Puyol y en las inmediaciones de la Embajada ubicada en la
calle Juncal Nº [ilegible], lugar donde también se encontraban apostados
varios equipos de las Fuerzas Armadas enviados por OCOA, quienes
efectuaban en la zona claves 8 y 9.
Posteriormente se concurrió al Cilindro
Municipal, lográndose establecer que la fuga se había llevado a cabo
entre las horas 19.00 y 21.00 aproximadamente y para efectuar la misma,
los prófugos procedieron al corte de dos varillas de hierro de una
ventana de la puerta Nº [ilegible] del establecimiento que da hacia el
lado Sur del mismo y con la ayuda de un banco procedieron a saltar la
misma logrando salir al exterior.
Es de hacer constar, que de acuerdo a lo
expresado por personal de seguridad del Establecimiento, aproximadamente
a la hora 18.30, que se efectúa el toque de bandera y se pasa revista,
se encontraban todos los detenidos y que luego al toque de retreta a la
hora 21.30 en que nuevamente se pasa revista, es que se nota la falta de
los mismos.
Al lugar se solicitó la presencia de
efectivos de la Dirección Nacional de Policía Técnica a efectos de los
peritajes correspondientes.
De todo lo actuado se enteró al Sr. Juez Militar de Instrucción de Tercer turno.
Posteriormente en el correr de la noche,
con colaboración de los equipos de los Departamentos 4,6 y Guardia de
Granaderos, se procedió a realizar los siguientes allanamientos en
procura de los prófugos.
[Se describen cinco procedimientos]
Luciano Piñatares. Sub Comisario”.