Nadie es
autoridad en un tema ajeno a su experiencia.
Por decoro
debemos llamarnos a silencio y declinar hablar del tema en cuestión.
Menos aún presumir de sabios y explotar la posibilidad de un medio
de comunicación para hablar y exponer sobre el tema y menos aún
todavía,tener el descaro y la osadía, por no decir la desfachatez
intelectual,de presentar un libro a la opinión pública, de un tema
del cual íntimamente no sabemos nada. ¿Por qué entonces ponerle
falsamente la firma nuestra a un libro que es solo la interpretación
de conceptos ajenos ? ¿Por vanagloria, por oportunismo comercial?
. El conocimiento no entra por los ojos, entra por la acción. Hay
que " embarrarse las manos " en la materia en cuestión,
para después decir no solamente yo he leído,ni siquiera yo estuve
ahí,como espectador,mirando,sino yo fui parte del tema,del hecho,y
poder relatar nuestra propia historia y no solo nuestra visión sobre
lo que nuestro lego entendimiento y nuestra imaginación creen que
perciben. El único libro válido para consulta de un autor
decente,responsable y que se respete a si mismo es el
diccionario,para tratar de saber cómo expresar su conocimiento,su
experiencia a los demás.
Si sabiduría es
la fusión de teoría, práctica y meditación en un ciclo de
interacción y potenciación que rueda infinitamente sobre sí mismo,
el pensador con práctica es un autor de sí mismo,un comunicador,un
maestro y a la vez un traductor a los demás de un mensaje de
conocimiento.
El escritor debe
intentar siempre ser " autófilo ", autobiográfico. Solo
transmitir su propia experiencia. No ser un ser " bibliófilo",un
simple comentador de realidades ajenas,un malabarista del lenguaje,
un mentiroso engañador de un público ávido de conocimiento y por
lo tanto ignorante del tema y sin capacidad para detectar a un
embaucador del lenguaje. Un ser oportunista que con rapacidad extrae
frases y conceptos de libros ajenos y de realidades que desconoce
pero que supone que le darán buena prensa,buen material para
escribir otro libro más que aumente su fama.
Qué
hechicería,ciega,trastorna y pervierte tanto a un individuo
culto,con buena expresión, con buen manejo del idioma.! ! qué
conjuro maldito ! ! lo transmuta en una creación del mal,en un
íncubo o una súcubo del diablo,en un despreciable ladrón de ideas,
de conceptos y de frases salidas de la mente de un verdadero creador
por un proceso de intuición, meditación, de análisis expresivo y
proyección final al libro como un documento imperecedero fruto de su
saber y de sus desvelos para legar a los demás aquello que es su
lucha,su leit motiv,lo que le da sentido a su vida.
Qué derecho
tiene de tomar catorce libros para hacer el número quince y figurar
así como autoridad en el tema,haciendo creer al desprevenido lector
que cree en él porque siente intuitiva,subliminalmente,que un
material al estar escrito debe ser verdad, tiene que ser verdad.
Cómo detectar a
estos corruptos profesionales de la letra escrita,que escriben de
todo,así como hablan de todo,de cualquier cosa,sin salir de su
escritorio,de atrás de las cortinas?
Por la extensión
de la bibliografía, del material de consulta que expone al final del
libro. Es un método infalible. Hay una ley no escrita aun pero que
todo individuo debería saber y tener en cuenta para evaluar cada
libro que cae en sus manos.
El conocimiento
de un autor está en relación inversa a la extensión de su
bibliografía.
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