Una de las muchas cosas buenas que me dejó el Seminario "Periodismo político en tiempo de redes sociales" que organizó Presidencia de la Cámara de Representantes de Uruguay fue conocer personalmente a Daniel Mazzone, uno de los más destacados académicos en periodismo y comunicación en Uruguay.
Comparto esta nota de 2012 en la que expone sobre José Enrique Rodó, ese pensador que los uruguayos casi desconocemos visto desde una nueva perspectiva.
Daniel Mazzone es:
- Magister en Periodismo, Universidad de San Andrés, Buenos Aires
- Catedrático de periodismo digital y Coordinador Académico de Periodismo, Universidad ORT, Uruguay
- Periodismo gráfico: La República (1989-1992), El día (1992-1993) y El Observador (1993-1994)
- Editor periodístico: El País Digital (1996-2005)
OPINIÓN SOBRE JOSÉ ENRIQUE RODÓ, UN ESCRITOR ADELANTADO
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28.06.2012 | Comúnmente, los hombres adelantados a su tiempo son incomprendidos o ignorados. A aquellas mentes que desafían lo establecido y rompen con los límites de la inteligencia, es el futuro quien las reivindica. José Enrique Rodó está en ese lote. Un autor cuyos libros estuvieron listos cuando sus lectores aún no estaban listos para comprenderlo cabalmente.
Diego Maga
Según Daniel Mazzone, en su momento, el célebre escritor uruguayo fue objeto de una sobrevaloración hueca y luego subvalorado, aún más injustamente. De acuerdo al razonamiento de Mazzone, hubo que esperar al Siglo XXI para tomar real conciencia de su dimensión literaria e intelectual y darle la valoración justa, sin desmesuras ni omisiones: “probablemente esté llegando el momento de Rodó”, dijo en San José. “Rodó fue muy sobreestimado en un principio, y de forma vacía, y después subestimado: todo el Siglo XX lo atravesó en el ostracismo. Quizás, está llegando el tiempo en que podamos acercarnos a él de un modo ponderado.”
Mazzone (periodista y autor de libros tales “Desamores”, “Desenfocados” e "Hispanoamérica: interpelación a los fundadores”), protagonizó el martes en la Biblioteca Municipal una charla organizada por el Grupo de Lectores Maragatos. Una cita para descubrir o redescubrir a una de las plumas más sobresalientes de la literatura nacional: José Enrique Rodó (1871 - 1917).
“No es sencillo entrarle a Rodó: uno no lo lee así nomás en el ómnibus. Para leerlo hay que concentrarse. Sin embargo, cuando uno supera esa barrera inicial ingresa en un paraíso literario”, confió Mazzone. Una opinión autorizada de quien en 2008 escribió el prólogo de una reedición del clásico de Rodó, “Ariel”, publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Consejo de Educación Técnico Profesional de la UTU.
Doña identidad
Ante 30 personas, su disertación abarcó las inquietudes filosóficas y culturales que movieron la producción literaria de Rodó. Y en este sentido, Mazzone se detuvo en una inquietud por demás recurrente en sus libros más notorios: el concepto profundo de identidad y pertenencia. “El tema central de la obra de Rodó es la identidad. Él intuía que veníamos a un mundo en el cual esa cosa era fundamental. Sin eso, los vientos nos llevan para cualquier lado”, explicó.
Ahondando en el elemento unificador de sus publicaciones, Mazzone puntualizó que la pérdida o búsqueda de “la identidad” está presente en clásicas publicaciones como “Ariel” de 1900, “Motivos de Proteo” de 1909 (“uno de los libros más excelsos y magistrales que se han escrito en Uruguay”, opinó), “El mirador de Próspero” de 1913 y “El camino de Paros” de 1918.
La malograda identidad hispanoamericana atraviesa sus páginas y la necesidad de que los países del continente asuman una actitud –culturalmente- menos pasiva y más activa ante el mundo. Una postura no solo dispuesta a recibir sino también a proponer, a crear: “Rodó insistía en dejar de ser tomadores. Dejar de tomar todo lo que llegue del exterior y de no aportarle nada al mundo. Hay que crear y desarrollar y para lograrlo hay que tener un criterio propio”.
Optimismo consciente.
Ante el auditorio maragato, el disertante reconoció el tono esperanzador de los textos de Rodó aunque aclaró que eso no significa ingenuidad: “La obra de Rodó es esperanzadora. A él lo acusaban de ser un optimista ingenuo, una especie de gil. Y Rodó les respondía: “mi optimismo es el del náufrago que pudo llegar a una roca y les dice a los demás: “¡miren que se puede!” Ese era su
optimismo, un optimismo sufrido o consciente de cuáles son las dificultades.”
Una visión del Siglo XXI: Pienso, luego existo
Al dialogar ante los maragatos, Daniel Mazzone enfatizó la necesidad de tomar a estos grandes pensadores como faro que guíe en tiempos de confusión de valores: “El Uruguay de hoy necesita más pensamiento que nunca. Sin pensar no salimos adelante. Hay que echar mano a toda la potencia que tengamos, hay que recurrir a cabezas como las de Rodó”.
En su enfoque, Mazzone no excluyó la visión sociopolítica que Rodó tenía de Latinoamérica. Una visión que gana aún más nitidez en el Siglo XXI. “La educación en América Latina ha subordinado la comprensión del conjunto, que da cuenta de su esencia, a la exaltación de los valores propios de cada país. O sea, el gran error de los hispanoamericanos ha sido cantar una canción por separado, cada uno para sí. Cuando en realidad venimos de un pasado con 350 años de cultura común. Rodó en esta idea fue consecuente hasta el final. En 1915 publicó un ensayo en la prensa donde dijo claramente que el mayor problema del desasosiego que divide a los hispanoamericanos es producto de esa ruptura con el imperio español de un modo tan abrupto, alocado, insensato. Porque una cosa es lo político y otra lo cultural. Estaba bien romper políticamente pero no había por qué romper culturalmente. Cuando los Estados Unidos se independiza de Inglaterra, al día siguiente de la revolución van a dialogar con el rey inglés y le dicen nosotros no queremos ser más parte de su imperio pero sí comerciar con ustedes, queremos tener vínculos culturales.”
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