Bernardo Pilatti desde el norte nos recuerda que estamos
conmemorando el día del periodista y si bien nos resulta difícil
referirnos a esta hermosa profesión, que con muchas limitaciones
hemos compartido con la vida durante 55 años, tampoco podemos
silenciar este espacio en el momento de la evocación. En primer
término el recuerdo
imborrable de los maestros que acompañaron nuestros primeros pasos;
el Dr. Alfredo Melhen en Cebollatí, Carlos Sosa desde Documental
Rochense, Casas Garibaldi desde El Pregón del Este y un plantel de
consagrados que desde las páginas del diario LA MAÑANA, hicieron lo
posible para que escribiéramos un poco mejor. En la actualidad los
cambios nos vienen empujando. Nadie puede ignorar la importancia de
Internet y las redes sociales
en la comunicación diaria de la humanidad. Nadie puede permanecer
indiferente ante la velocidad con que se van conociendo los
acontecimientos en distintas partes del mundo. Esta situación nunca
alcanzada por la humanidad, nos hace pensar que no podemos permanecer
indiferentes ante la información que nos llega, aunque la misma nos
haga beneficiarnos con el derecho a la duda. Un periodista radial
señalaba con acierto que la llegada de estas redes, estaban abriendo
puertas y ventanas, para transformarnos en periodistas por el solo
hecho de utilizar un espacio donde volcar diariamente opiniones
personales, que pueden de alguna manera cambiar o modificar el curso
de la historia. Estos aportes antojadizos que atentan en algunos
casos contra la ética periodística de quienes han dedicado muchas
décadas al estudio paciente y bien documentado sobre distintos
acontecimientos, son facilitados por estas puertas y ventanas
abiertas en los últimos años. Tampoco podemos negar la existencia
de grupos fanáticos que nunca están de acuerdo con las opiniones
vertidas por el periodismo, lo que suele valorizar más la posición
del periodista, ante la necesidad de decir su verdad aunque la misma
no coincida con los poderosos de turno. Tampoco podemos negar que a
muchos periodistas no les preocupa el futuro, si su economía está
bien, si pueden mantener sus empleos y si el nivel de consumo logrado
en los últimos años acompaña el bienestar familiar. No estamos
negando la importancia que tiene la libertad de prensa y el
mantenimiento de las instituciones, pero es evidente que debe existir
un límite que determine responsabilidades dentro del marco legal de
cada país. La violación de estas responsabilidades debe exigir el
pago que corresponda, teniendo en cuenta que la prensa amarilla con
sus prácticas ilegales está socavando la verdadera información,
debilitando la capacidad de buscar por los caminos tradicionales el
origen de todos los acontecimientos. Gracias Bernardo por darnos
la oportunidad de divagar un poco. FELIZ DIA.
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