Kazuo
Ishiguro no parece un nombre muy británico. Sin embargo, pese a
haber nacido en Japón en 1954, el autor es considerado británico en
toda regla: creció y se educó toda su vida en Inglaterra, tiene
pasaporte británico, y escribe en inglés. De hecho, es considerado
uno de los autores fundamentales que aportó en la renovación de la
literatura británica a mediados de la década del 80’.
Su
primera novela, Pálida luz en las
colinas, de 1982, era su Tesis de
Grado. Desde entonces, ha escrito un total de 7 novelas, incluyendo
la más conocida de todas: Lo que queda
del día, que fuera llevada a la
pantalla grande en 1993, siendo protagonizada por Anthony Hopkins. Su
último libro publicado, El gigante enterrado es del año 2015.
Además de novelas, ha escrito varios relatos y también guiones
cinematográficos.
Con
esta distinción, la Academia Sueca premia por segundo año
consecutivo a un autor de lengua inglesa, después de haberle
concedido el galardón al cantante Bob Dylan el año pasado.
Contrariamente
a lo sucedido un año atrás, el premio del 2017 no ha generado (o se
espera que no genere) la polémica que tuvo la elección de Dylan, un
cantante conocido por el lirismo y las micro-narraciones de sus
canciones, pero que nunca ha publicado un libro en calidad de
escritor.
No
en vano, Ishiguro es un autor largamente establecido en el mundo
literario, con más de 30 años de carrera como escritor, integrante
de la Royal Society Of Literature,
y que anteriormente ha sido reconocido con los premios Booker (1989)
y Helmerich (2013)
Las
apuestas previas (sí,
porque hasta esto se puede apostar)
nuevamente volvieron a fallar… y nuevamente, tendrán que volver a
la (¿tensa?) espera, autores de la talla y el prestigio de
Haruki Murakami, eterno ganador del Nóbel en las casas de apuestas,
el keniata Ngugui wa Thiong, la canadiense Margaret Atwood, y el
italiano Claudio Magris.
Ishiguro
era un “tapado”. No figuraba ni entre los 10 primeros favoritos a
recibir el premio este año. Pero la Academia lo reconoció por: “el
valor de sus novelas, de gran fuerza emocional, que han descubierto
el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo”.
Tal
vez a Murakami le sepa un poco más dulce el sabor este año, debido
a que el reconocimiento fue a un autor con raíces japonesas. O tal
vez no, y le resulte aún más amargo de probar. En todo caso,
supongo que a esta altura, le estará pidiendo a los apostadores, que
por favor, ya no pongan tantas expectativas en él.
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