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miércoles, 25 de octubre de 2017

Desde Argentina: Legislativas, “Grieta”… ¿y después? Por Rodrigo Tisnés




En abril de 1872, la Paz de Abril (poco imaginativo nombre para un acuerdo de paz firmado en abril) marcó el final de la Revolución de las Lanzas, y oficializó en un documento el pacto de coexistencia que establecían entre sí colorados y blancos.
Visto con la distancia que dan 145 años, podrá parecer una anécdota menor, pero en la Historia política uruguaya tuvo un efecto práctico y simbólico fundacional: a partir de ese momento, los dos bandos pasaron a tomar la forma definitiva de partidos políticos, reconociendo que aún en el caso de enfrentamientos armados, ninguna parte tenía derecho a exterminar ni extirpar a la otra. En ese tiempo aún permanecían frescos los recuerdos de la Defensa de Paysandú y la Hecatombe de Quinteros.
Desde entonces, si bien la política uruguaya no ha sido cómo su geografía… el funcionamiento de todo el sistema político, ha estado sólidamente asentado sobre este sencillo principio de respeto, tolerancia y aceptación de la disidencia.
Esta introducción viene a cuenta de las recientes elecciones argentinas, que fueron un nuevo episodio dentro del contexto político de la tristemente célebre “Grieta” (que algún dramaturgo en el futuro seguramente titulará “La Grieta”, tengo dudas si será drama o comedia) forma en que los medios, con mucho sentido del marketing, han llamado a la polarización entre el Kirchnerismo liderado por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y el actual gobierno nacional encabezado por Mauricio Macri.
Está bien. Es cierto que no se trata de un enfrentamiento armado entre bandos que buscan aniquilarse. Un conflicto de ese tipo sería anacrónico en pleno Siglo XXI, en una democracia que con sus logros, miserias y tragedias, funciona razonablemente bien. Me hago cargo de lo de “razonablemente” bien.
Sucede que en el contexto de una democracia moderna, donde el pacto político básico es que las diferencias se dirimen en las urnas (amén de otras formas de manifestación popular que puedan existir) y en el debate público, la aniquilación del “Otro” que piensa distinto que “Yo”, pasa por el ejercicio simbólico de negar el reconocimiento y/o validez de la expresión de sus ideas, opiniones y pensamientos.
En la lógica retorcida de “La Grieta”, lo que predomina es precisamente esa actitud: el ninguneo sistemático, la caricaturización de brocha gorda y la generalización reduccionista del “Otro”. Es funcional a un escenario binario, de polarización exacerbada entre dos alternativas políticas, el “kirchnerismo” y el “macrismo”, en el cual cada uno busca la forma de aniquilar discursiva y simbólicamente al otro; y de paso, en un acto que envidiaría el mejor mago profesional, hacen desaparecer a las terceras alternativas y voces políticas. Aquellas que se niegan a entrar en el juego perverso del “si no están conmigo, están con el enemigo”.
Si el Kirchnerismo abonó y fue un poco el padre de este Frankenstein político, especialmente a partir de las presidencias de Cristina, el actual gobierno, que llegó con un discurso de cambio y renovación en la forma de hacer política, rápidamente se dio cuenta que electoralmente le rinde mucho más entrar en la dinámica “grietista”. Del resto, se han encargado con empresarial afán, la mayoría de los medios de comunicación masivos, desde los diarios (Clarín, La Nación, Página 12) hasta la televisión, con su nutrido staff de periodistas. Por supuesto, hay algunas honrosas excepciones.
En este contexto, el resultado de las elecciones legislativas del domingo pasado admite dos lecturas contrapuestas: como continuidad o ruptura de “La Grieta”.
En el primer caso, Cambiemos, la alianza oficialista, surge como el claro ganador de las mismas, al haber obtenido poco más de 10 millones de votos en todo el país, 2/5 del total, lo que le permitió aumentar su representación legislativa… aunque sigue estando en minoría en el Parlamento.
El Kirchnerismo, que parecería ser el mayor derrotado, no obstante, se presenta discursivamente como una fuerza “ganadora”: es el sector de oposición más votado, con un lema que fue creado hace poco más de 4 meses, y fue necesario que la gobernadora Vidal se pusiera la campaña al hombro para revertir la tendencia que daba ganadora a CFK por sobre Esteban Bullrich en la Provincia de Buenos Aires.
El resto de la oposición (Massa, el peronismo, los socialistas, la izquierda trotskista, etc), salvo excepciones puntuales, aparece como perdiendo espacios y terrenos de competencia efectivos frente a las dos fuerzas políticas mayoritarias.
En el segundo caso, puede interpretarse que pese a este escenario de alta polarización, aun así las opciones políticas alternativas sumadas obtuvieron un 36% del total de votos emitidos. O sea, que casi 40 de cada 100 votantes lo hicieron por fuera de “La Grieta”. Dentro del escenario político descrito, y con unas reglas de juego que favorecen la polarización, que hayan alcanzado este resultado es un guiño a la esperanza de poder superar esta etapa.
A esto debe agregarse, además, los miles de argentinos que seguramente, pese a haber votado al kirchnerismo o al oficialismo, no están de acuerdo ni comparten el discurso y la lógica de polarización, y desean que se termine este clima de crispación casi permanente.
Y por último, esta lectura permite visualizar que Cambiemos, pese al aumento de su bancada legislativa, aún está lejos de contar con una mayoría propia, por lo que –sí o sí- el Poder Ejecutivo está obligado a negociar cualquier reforma que quiera llevar adelante; mientras que el Kirchnerismo, que cae en representación parlamentaria, no tiene la capacidad de erigirse en el portavoz hegemónico de la oposición.
Restan dos años aún para las elecciones presidenciales de 2019. Parece poco, pero es mucho tiempo. Y aunque el actual gobierno parezca, o crea, haber salido fortalecido, especialmente por potenciales competidores debilitados (CFK, Massa, Randazzo); hay que recordar que el Peronismo tiene una vocación de poder, y capacidad de movilización, que explican gran parte de la Historia argentina desde el 83’ en adelante. Seguramente desde el domingo de noche los diversos peronismos estén en contacto, negociando y buscando la estrategia (o estrategias) para reconfigurarse. A esto se suma la actitud que pueda asumir el Frente de Izquierda, la izquierda trotskista que en estas legislativas aumentó su caudal electoral y su Bancada, y también que hará el Partido Socialista, que incluso en Santa Fe, parece estar en horas bajas.




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