Si de algo debemos alertar a todos los uruguayos, es de que Luis Lacalle Pou, dicho esto con la mayor seriedad, no es capaz de dirigir un quiosco. La primera reflexión que debiera hacerse sobre esta candidatura es que está construida sobre una tremenda irresponsabilidad. En primer lugar del padre y de la madre quienes –convencidos de que Lacalle Herrera no podría ser nuevamente electo presidente por su imagen pública– hicieron jugar todo su peso político para que su hijo fuera el candidato.
Este muchacho que ya recibido de abogado, a los 26 años, se autodefinía como “un mantenido profesional” y que no pudo sostener un debate con jóvenes estudiantes de la Universidad de Montevideo por su incapacidad para responderles, hace algunos días tuvo que participar en una reunión de nueve horas en su mansión de La Tahona, nada menos que para ponerse de acuerdo con sus propios asesores (casi todos ex compañeros del British y de los parties de Carrasco y José Ignacio, o de excursiones de surfing en playas exóticas). La reunión con sus asesores más directos fue un verdadero gallinero. Esta vez el escándalo no lo armaron los mellizos del dueño de casa, sino los más grandecitos.
Los chicos del British hicieron silencio porque de antemano sabían que el propósito de los que dirigían la campaña era mantenerlos callados. Los expertos en elecciones, y particularmente el jefe de campaña, Nicolás Martínez (quien representa al padre del candidato), y el publicista Roberto Lafluf hacían malabares para mantener callado también a Cuquito, a quien silenciar –sobre todo en una reunión en su casa– es una proeza para titanes. Al día siguiente, uno de los asistentes interrogado por mí en un bar céntrico, me dijo lacónicamente: “Es lo que me tocó”.
Ahora bien, el peligro es que ese conjunto de personas lideradas por el “joven maravilla”, si llega al gobierno, podría llevar al país a una situación crítica –si no caótica– por lo improvisado del candidato y la debilidad del programa y la coalición que enarbola, y por la fortaleza política del bloque antioligárquico. De ahí a otro “pachecato” regido por medidas prontas de seguridad –las que siempre quiso imponer su padre para enfrentar las movilizaciones obreras que provocaron sus medidas económicas y antisindicales– hay sólo un paso.
La conducta muy autoritaria del gobierno de Luis Alberto Lacalle Herrera fue contenida por un más prudente contrapeso colorado. De ser electo Luis Lacalle Pou en esta elección, Bordaberry –cuya ideología está muy en sintonía con el autoritarismo– no oficiaría de contención a la tradición herrerista. Muy probablemente Bordaberry será su ministro del Interior; máxime si prosperara la aspiración de los colorados y particularmente el ofrecimiento que le hiciera Cuquito el día que visitó a Bordaberry en su casa para pedir disculpas.
Ese profundo desorden en sus equipos, si es que así puede llamárselos –ya que gente como la designada ministra de Economía, Azucena Arbeleche, y el candidato a presidente del Banco Central, Juan Dubra, viven escondidos–, no impide que el candidato sea coherente en un programa profundamente reaccionario que viene de muy lejos, en el cual está ensobrar el “Sí a la baja”, reducir el gasto público (en realidad, la inversión social) en 1,5 por ciento del Producto Interno Bruto (825 millones de dólares) y no aumentar impuestos a la actividad agropecuaria.
Detrás de esas medidas declaradas estarán, seguro, las destinadas a reducir, debilitar y si se puede privatizar, empresas y bancos públicos, y destruir en lo que se pueda la educación pública para tener solamente una educación “para ricos”, teniendo en cuenta frases como que con las ceibalitas “estamos generando idiotas informáticos, o mejor dicho, idiotas recreadores”, pronunciada por la bella y amable Graciela Bianchi (aunque después fue desautorizada por el candidato que, sin embargo, la colocó como candidata a ocupar un lugar en el Senado y eventualmente una banca en Diputados). Vayamos a los hechos.
Anochecer de una semana agitada
El 11 de setiembre el Cuquito cantó ‘Mi noche triste’, ya que en el torbellino de soberbia pituca en que venía envuelto no tuvo mejor idea que afirmar que iba “a dirimir en los juzgados penales” su pleito con Juan Pedro Bordaberry, que lo había acusado de “extorsión” según fuente tan insospechable como el semanario Búsqueda. Se arrastró a la residencia de Avenida de la Playa y ahí consiguió, tras dos horas de ruegos y la mención de que en caso de ganar le ofrecería el Ministerio del Interior, el piadoso silencio del hijo del dictador, uno de cuyos hermanos estuvo ennoviado en su momento con Pilar Lacalle Pou, antes de que ella se casara (por unos meses) con un príncipe europeo, cumpliendo un sueño nobiliario que conmovió a todo Carrasco. Durante algunas semanas hubo dos familias reales en la calle Murillo: la princesa D’Arenberg y la familia Lacalle Pou. Así, a la mañana siguiente (viernes 12), Luis pudo sentarse al lado de Pedro en el estrado de la Rural y pasarse toda la mañana intentando hablarle, sirviéndole agua, tocándose la nariz y arreglándose un pelo más rubio que nunca, mientras intentaba hacerse el malo con el doctor Tabaré Vázquez, el gran vencedor dialéctico de la jornada, que sólo le dispensó un frío y lejano silencio. Tanta agua le sirvió Luis a Pedro esa mañana que el candidato colorado le imploró que se detuviera antes de tener que levantarse a orinar.
El sábado 13 mantuvo una reunión en su mansión del lujoso barrio privado La Tahona con unas quince personas, entre las 10.00 y las 19.00 horas. Algunos conocedores del Partido Nacional señalaron que lo ocurrido era rarísimo y una prueba de las dudas e incertidumbres que aquejan al candidato. “Es inimaginable que Herrera, Lacalle padre o Wilson estuvieran tan pendientes y necesitados de sus asesores y laderos”. No es que no escucharan, pero sus reuniones eran breves y siempre resolvían por sí y ante sí, insistió un veterano conocedor de las internas blancas. En realidad, sí se adoptó una decisión no sin discutirla bastante acaloradamente. Larrañaga adquiriría protagonismo en ese tono pendenciero que lo aleja tanto de la positiva y Lacalle guardaría silencio, lo mismo que sus asesores más directos, evitando cometer errores.
Creyendo superados estos papelones y desdichas, Cuquito volvió a su alegre vida de candidato “puro marketing”, que oculta el pasado, se apodera de lo bueno de los contrarios y promete “un mañana que canta”, y el lunes 15, en Kibón, en uno de esos actos a todo trapo y llenos de banderitas, luces, estruendo y porristas con sabor a gringo presentó el programa impreso a color y en papel satinado. Todos contentos esa noche. Nada fuera del libreto.
Pero ya al día siguiente, para compensar a Pedro, Cuquito anunció que ensobraría la papeleta del “Sí” a la baja de la edad de imputabilidad penal de los 18 a los 16 años, y el bueno de Larrañaga tuvo que salir a ratificar que rechaza esta propuesta y que su sector no va a ensobrar. Linda muestra de unidad de pensamiento entre candidato a presidente y vice. Y tras cuernos, palos, porque ahí comenzó un coro de disonancias que no deja de chirriar.
Inconsistencias con sus asesores, agite en el Herrerismo
El 18 de setiembre la eventual ministra de Economía de Lacalle Pou, Azucena Arbeleche, para desmentir el creciente rumor de que “se borró” respondió una entrevista concedida a El Observador, en la que debió reconocer una monumental pifia referida a la cifra que supuestamente se podría ahorra por eliminación de los “muchísimos cargos de confianza”. Dijo El Observador: “En una primera instancia los blancos plantearon que sus recortes serían sobre los cargos de confianza. Hablaban de US$ 43,8 millones para recortar en esta área. Sin embargo, un trabajo del equipo de datos de El Observador determinó que los cargos de particular confianza en la administración central son sólo 164 y generan un gasto anual de US$ 9,7 millones. Además mostró que parte de los cargos que el Partido Nacional contaba en esa ecuación –considerados ‘imprescindibles’ en el último Presupuesto–, eran concursables y algunos ya se encuentran presupuestados”.
“Estoy al tanto del trabajo de ustedes, que fue muy bueno. En donde además se separó gobierno central de intendencias. Y se separó créditos presupuestales de las vacantes. Era información que en ese momento no teníamos”, dijo Arbeleche. Así de simple responde esta muchacha que ya le dijo a Lacalle: “Terminada la campaña política, bastó para mí”.
El jueves 18 el Pit-Cnt realizó un gigantesco acto en el centro de Montevideo, en el cual la central sindical señaló mediante el documento “Para que el Uruguay de los cambios no se detenga”, que si bien se mantiene independiente, no es ni puede ser neutral ante el acto eleccionario. El texto condenó a los “restauracionistas” por sus propuestas contra los intereses de los asalariados, como los que refieren a las negociaciones colectivas, accidentes de trabajo, presencia en organismos de dirección pública, etcétera. Otro frente para Cuquito, que cada vez que puede afirma con su soberbia de siempre que “no compartirá el poder” con los trabajadores. La noche del jueves 18, reiterando una actitud despectiva que ya es conocida, la Ec. Azucena Arbeleche faltó sin aviso a un debate sobre “Propuestas económicas de los partidos de cara a las elecciones”, realizado en la Facultad de Ciencias Económicas y organizado por la Sociedad de Economistas. Por el Frente Amplio concurrió el Ec. Gabriel Papa; y estaban en primera fila el ministro Mario Bergara; Pablo Ferreri, ex director de la DGI; y el jefe de la Asesoría Macroeconómica del MEF, Dr. Andrés Masoller. Por el Partido Colorado concurrió el Ec. Horacio Bafico, y por el Partido Independiente el Cr. Iván Posada. La “futura” ministra de Economía ya “no quiere Lola”.
Pero el viernes 19 estallaron para Cuqui chico problemas que pueden serle peores, ya que hacen a la interna de su propio partido, de por sí dividido en dos fracciones que todo el país sabe que se detestan, por decir lo menos, cordialmente. El veterano senador y ex intendente de San José, Juan Chiruchi, hombre que fue intendente de San José en la dictadura y que militó desde la primera hora de Lacalle Herrera, se pasó al larrañaguismo. Fue una de las tantas respuestas al sistemático relegamiento que Cuquito, envuelto en la fantasía de su liderazgo, viene haciendo de los “viejos” herreristas. “El príncipe encantador” encumbró a figuras como Arbeleche, Pablo da Silveira y Juan Dubra, que se suman a su pequeña “corte real” formada por Martín Lema, Felipe Algorta y Stefano Facio; y a los también “jóvenes políticos” como Álvaro Delgado, Javier García y Carlos Enciso. Estos encumbramientos, junto con el de Graciela Bianchi y Jorge Saravia, ambos compensados por su traición a la izquierda, así como el desplazamiento de Armando Castaingdebat, ex intendente de Flores, suponen la marginación de la “vieja guardia de hierro”, como el publicista Antonio Mercader, Ignacio de Posadas; y de los “barones” de la lista 71, como Gustavo Borsari, Jaime Trobo, y los senadores Luis Alberto Heber y Gustavo Penadés, relegados nada menos que a los lejanos quinto y séptimo puesto en la lista al Senado. De los derrotados en las internas ni hablar: no hay horizonte ninguno para el hoy senador Francisco Gallinal, Analía Piñeyrúa y muy poco para Jorge Gandini, Lafluf, Zimmer y la intendente de Lavalleja, Adriana Peña. Acaso haya sonado la hora de viejas venganzas: en las elecciones de 2004, siendo Larrañaga candidato a presidente, Heber, Chiruchi y Penadés no permitieron que Luis Alberto Lacalle fuera senador, así como antes habían “matado” la candidatura presidencial de mamá Julita, e incluso dificultaron la elección del propio Lacalle Pou. Pero en política nada es gratis, y la ida de Chiruchi, un hombre con votos y peso propio, es una muestra clara de ello. “No hay que descartar que alguno de los ‘muertos’ vote en blanco en el balotaje” se escuchó decir en mentideros del Herrerismo. Y tampoco que muchos wilsonistas voten al final a Tabaré, si hay balotaje…
Desde el larrañaguismo los tiros ya parecen haber empezado, y directo a la cabeza. Según informó Búsqueda el jueves 18, el candidato a la vicepresidencia, Jorge Larrañaga, criticó severamente la actuación como “lobbysta” del Dr. Ignacio de Posadas, figura consular del Herrerismo, ex senador y ex ministro de Economía por este sector entre 1992 y 1995, debido a que su estudio defiende los contratos firmados en 2010 por Ancap con la estatal PetroEcuador y la multinacional holandesa Trafigura. Si bien habló “en nombre de la fórmula”, lo que puede haber sido fruto de presión porque es muy difícil pensar en Lacalle Pou atacando a “sus primos” los Posadas (descendientes de aquel Gervasio de Posadas que fue derrotado por Artigas en la Batalla de Las Piedras), fue durísimo al declarar al semanario mencionado que: “Más allá del ejercicio de su profesión, el Dr. De Posadas está protagonizando una interferencia política manifiesta e inaceptable que nos provoca un profundo malestar”. Criticó “la duplicidad” de De Posadas que “por momentos se pone el traje de político en la prensa y en otras ocasiones usa la política para la defensa de intereses particulares en el marco de su profesión [...] Sus tratos con el Estado y con multinacionales acusadas de corrupción nada tienen que ver con el Partido Nacional”, finalizó, olvidando que hizo oídos sordos a las denuncias que se hicieron mientras De Posadas fuera ministro de Economía durante el gobierno de Lacalle Pou, cuando la diputada Elisa Carrió lo acusó de usar su investidura de ministro para detener un allanamiento en la Ciudad Vieja en la que se investigaba las denuncias que ella hiciera ante la jueza Cervini de Cubría por lavados de activos en los que participaban empresas off-shore creadas, asesoradas y administradas desde el estudio de Posadas, Posadas y Vecino.
Por lo pronto y volviendo al círculo más recoleto, a pesar de que El País señaló que las descabelladas afirmaciones de Juan Dubra Estrada y Bianchi serían respaldadas por el candidato, Cuquito tuvo que salir a desautorizarlas por “políticamente incorrectas” (léase: compartibles pero inconvenientes). En el programa de Canal 4, Uruguay decide, Lacalle Pou sostuvo que “es evidente que en 2004 no estábamos mejor”, y también refutó las afirmaciones negativas sobre el Plan Ceibal. Defendió dicho programa y manifestó que lo mantendrá y mejorará en caso de ganar. Cuando se le insistió sobre la postura de Bianchi, respondió: “La posición es esta que digo yo”.
Quien golpeó duramente, como se merecen, esas tonterías, por llamarles de alguna forma, fue el vicepresidente Danilo Astori, quien declaró a la prensa: “Discrepo totalmente con esa interpretación. Me parece que la política económica que practicó el Frente Amplio en estos diez años se enmarcó en un conjunto de transformaciones estructurales e institucionales sin las cuales no hubiera sido posible obtener estos resultados económicos. [...] Uruguay hizo muchos cambios que se debieron a políticas públicas especialmente diseñadas al efecto. No puedo aceptar que se formule una interpretación de ese tipo. Uruguay vivió una crisis muy importante en 2001 y 2002, una crisis que en gran medida se debió a errores de política económica de aquel entonces. Luego se salió de la crisis, a mi juicio por un camino que incluso apoyamos en su momento, pero no se puede decir que lo que vino después se debe a eso. Lo que vino después se debe a las transformaciones que se hicieron en el país y que no existían antes”.
Finalmente, Cuquito recibió también un palo de su “aliado” electoral, el Partido Colorado. El asesor en tecnología y telecomunicaciones de Pedro Bordaberry, Óscar Ventura, acusó a Azucena Arbeleche de plagiar la propuesta de no cubrir el 25 por ciento de las vacantes que se produzcan en la administración pública: “Acá vemos a la propuesta ministra de Lacalle copiando medidas de Bordaberry sobre no provisión de vacantes”, distribuyó por twit.
Consistencia en el conservadurismo
Donde sí concurrieron contentos Cuquito y “Azucena la ausente”, y se mostraron seguros, consistentes y firmes, fue a una actividad organizada por El País, la consultora Seragro y el IICA, titulada “Los candidatos responden al agro y a la sociedad”, que tuvo lugar el viernes 19 en la sede del edificio Mercosur. Allí, ante un auditorio repleto de empresarios rurales, latifundistas, Lacalle (jr) reafirmó que si resulta electo presidente no incorporará más impuestos al sector agrícola-ganadero, ya que sería profundizar la dicotomía campo-ciudad, y enfatizó que anunciar impuestos al campo en tiempos electorales “vende, pero es injusto”. Después de cargar las tintas en las propuesta del FA, cosa que sí “vende” entre la oligarquía ruralista, afirmó que “es partidario de que nadie pague el Impuesto de Primaria”, pero que “a Azucena no le va a gustar”. En realidad la opinión de la citada, que sonreía a su lado, no se supo, como no se sabe casi nada de su pensamiento, salvo que “los ministros de Economía no deben tomar decisiones políticas”, frase que pronto estará en el libro Guinness de mayores burradas económicas. Llorón como todos los de su clase social, Lacalle Pou Herrera Brito del Pino lamentó que las condiciones del agro han dejado de ser favorables: ¡pobrecitos! Uno no entiende por qué no regalan los campos a los peones y se van a trabajar a otro sector más rentable. Usando una enigmática expresión que utilizó en la Rural el viernes 12, afirmó que su eventual gobierno hará “una devaluación logística” para disminuir los costos de producción y producirá un “shock” de inversión en infraestructura vial. No indicó cómo lo financiará, porque seguro que con el ICIR no. Como todas las propuestas que pergeñan los Lacalle Herrera: serán los trabajadores, los jubilados y los verdaderos empresarios los que pagarán su insaciable voracidad y la de sus socios.
Conclusiones para la lucha
Cuquito no podrá o no sabrá manejar a sus asesores y candidatos y tendrá que salir a desmentirlos cada tanto para seguir siendo “políticamente correcto”, pero donde mantiene una férrea coherencia es en sus postulados reaccionarios: ensobrará el “Sí a la baja” para que los menores que crecieron en la pobreza y delinquen sean borrados de la superficie de la Tierra y encerrados en cárceles, para que no los vea la “gente bien”, o sea los espíritus cristianos del British, la Universidad Católica y la Universidad de Montevideo; reducirá el gasto, es decir, aplicará la motosierra (que no menciona porque es políticamente incorrecto), en especial en la inversión social en 1,5 por ciento del PIB (unos 825 millones de dólares) y no aumentaría impuestos a la agropecuaria, la actividad que se ha enriquecido en estos diez años y que sólo sabe pedir más reintegros en una voracidad vergonzosa, como se vio en el cierre de la Rural.
Se equivocan los que dicen que no hay que ver el pasado, pero más se equivocan los que no ven el presente de sus propuestas, claro como el agua: el dream team de los terratenientes está listo para diseñar a golpes el Uruguay más injusto posible, al gusto del 0,01 por ciento más rico de la población.
Es necesario lanzar “una admirable alarma” como en los tiempos del Protector: todo contra la oligarquía, y aquí están los antecedentes que la justifican.
*Publicado este viernes 26 de setiembre de 2014 en Caras y Caretas.