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miércoles, 14 de enero de 2015

"Se van los campeones" Obdulio, Julio Pérez, Schiaffino, Tejera Por Julio Dornel.

 Año 1968: dalvi Correa, Paulino Gamón, Julio Pérez y el autor de la nota.



                          Escritor y periodista Julio Dornel
En los últimos años el fútbol uruguayo ha sufrido la pérdida de la gran mayoría de los integrantes del equipo que se adjudicara el Campeonato del Mundo en 1950 organizado por Brasil. En esta nota evocativa queremos detenernos en la figura de Julio Pérez por haber encerrado su carrera deportiva defendiendo los colores del equipo de Santa Teresa y consagrándose campeón de la Liga Regional de La Coronilla.
La tarde de MARACANÁ los pocos habitantes de la frontera quedaron roncos al grito de ¡URUGUAY CAMPEÓN! URUGUAY CAMPEÓN...! Pocos autos y algunas bicicletas abrieron el camino para que una caravana multicolor recorriera las calles de tierra hasta altas horas de la noche. Varias generaciones se mezclaron aquel 16 de julio de 1950 para festejar la última conquista del fútbol uruguayo en un campeonato Mundial.
Nada nos hacía pensar en aquella oportunidad que 18 años más tarde, nos encontraríamos en el mismo escenario de los festejos con uno de los principales protagonistas de esta consagración.
Julio Pérez había jugado su último partido de fútbol defendiendo los colores del Club SANTA TERESA y consagrándose campeón de la Liga Regional de La Coronilla.

Ese día como en el 50 lo acompañaba Obdulio Varela el capitán de Maracaná, siendo recibidos calurosamente por el público apostado de ambos lados de la avenida Internacional. Un reducido grupo de deportistas integraban la “comitiva” que recorrió las calles del pueblo para recibir el saludo agradecido de quienes habían integrado la caravana de la victoria aquel domingo del 50.Fueron gritos, abrazos, admiración y euforia delirante que se fijo para siempre en nuestras retinas. Habían pasado muchos años y estábamos junto a estos auténticos campeones compartiendo un asado en el domicilio del Dr. Fulvio Cabrera Ayala. El viejo grabador GELOSO (comprado en Casa Avila) fue registrando durante varias horas un concierto de voces inaudibles que solamente sirvieron para recuperar frases entrecortadas sobre la gran hazaña de MARACANÁ. Sin embargo esta caravana de evocaciones ha perdido a uno de sus protagonistas, al popular “PATA LOCA”, al hombre que junto a Miguez, Ghiggia y Schiafino hicieron silenciar Maracaná. Y entre muchas cosas que rodearon aquella patriada y que sigue siendo uno de los grandes milagros del fútbol uruguayo, nos enteramos en aquella oportunidad que Julio Pérez estuvo practicando de arquero, ante la eventualidad de que no se pudiera utilizar a Maspoli o Aníbal Paz. Señalaba Julio Pérez que la presencia de Matucho Fígoli fue fundamental para la delegación “siempre estaba dispuesto a colaborar con todos, sin desatender su especialidad de masajista, preocupándose en forma especial por la alimentación de los jugadores. Supervisaba los ingredientes utilizados en la cocina, despertaba a los jugadores con el amargo pronto y bien ensillado.”
Sobre los compañeros no quiso destacar a ninguno, señalando solamente que el “Ñato” Ghiggia, que comenzó “siendo uno más del plantel, se fue transformando en una de las piezas claves del plantel. Fue además el único jugador que convirtió goles en todos los partidos, menos a España. “Le preguntamos finalmente que había pasado cuando termino el partido y nos dijo que se habían quedado “con Obdulio en el medio del campo esperando el trofeo y como la cosa estaba demorando nos dijo en tono amenazante “si este japonés no me entrega la copa nos vamos y chau, no estamos aquí para esperar a nadie.” No sabemos si esta conversación fue realmente así y si el Gran Capitán se iría de Maracaná sin la Copa del Mundo. Sin embargo el relato de Julio Pérez nos hizo comprender mejor el porqué de esa hazaña inigualable del fútbol uruguayo. Tampoco él quiso esperar más y se fue en silencio como había vivido. Fue uno de los grandes de los del fútbol uruguayo, que al margen de la garra, el coraje y la vergüenza deportiva que siempre lo distinguió, supo ser un hombre bueno, generoso y humilde por sobre todas las cosas.
Perdona “Pata Loca” si al evocar tu ultimo partido en canchas rochenses...” se me pianta un lagrimón.”
Nota publicada el 07 de diciembre de 2002.

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