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viernes, 6 de febrero de 2015

The New Republic ; "Mujica se enfrentó con la verdad al poder, entonces, ¿por qué están los progresistas de Uruguay tan desilusionados?"


La revista The New Republic investiga la percepción de Mujica en Uruguay

El presidente viral

"Mujica se enfrentó con la verdad al poder, legalizó la marihuana y el aborto. Eentonces, ¿por qué están los progresistas de Uruguay tan desilusionados?", se pregunta en tapa la legendaria revista estadounidense The New Republic.


La revista The New Republic es una publicación liberal de Estados Unidos (liberal en el sentido progresista que le dan los estadounidenses) que lleva más de un siglo indagando en asuntos humanitarios y sociales.
Su última edición cuenta con un extenso artículo dedicado a José Mujica, bajo el título: "José Mujica era el presidente soñado de todo liberal. Era demasiado bueno para ser cierto. Se enfrentó con la verdad al poder y legalizó la marihuana y el aborto. Entonces, ¿por qué están los progresistas de Uruguay tan desilusionados?"
La nota de la periodista Eve Fairbanks comienza con la narración del discurso de Mujica frente a la ONU y una descripción del aspecto del presidente, poco común entre líderes de Estado.
"En Uruguay, la austeridad personal de Mujica lo hizo objeto de fascinación. Su discurso en la ONU, sin embargo, comenzó un culto global a su figura. Es tan raro que los políticos digan algo que se sienta tan real", explica.
"En los meses siguientes, reportes del New York Times, Al Jazeera e incluso un equipo de TV de Corea del Sur se dirigieron a Uruguay para conocer más de este inusual profeta, que los recibió en la cocina que él mismo limpia. Aquí había un presidente que no sólo era un antídoto vivo a la cultura del materialismo sino que abogaba por los mismos principios con una extraordinaria elocuencia, un rey de la filosofía sin paralelo moderno", continuó.
"Gawker publicó un artículo titulado ‘Uruguay tiene el presidente de tus sueños'. Amigos míos usualmente cínicos, periodistas de investigación y abogados publican artículos de Mujica en Facebook con las palabras ‘mi héroe'. En Youtube, el discurso de la ONU superó el millón de visitas. ‘Estoy llorando. Si una persona así es presidente, entonces hay esperanzas para la humanidad', escribió un comentarista", dice el artículo.
Mito y realidad
"¿Mujica era capaz de crear el profundo cambio al que llama en sus discursos? El año pasado fui a Uruguay a descubrirlo. Pasé dos semanas ahí y agendé unas 25 entrevistas, pero el mito sólo demoró uno o dos días en empezar a caerse. ‘Es una persona maravillosa, pero no es un buen presidente. A veces confundimos a los dos', me confió un miembro de la propia fuerza política de Mujica", cuenta Fairbanks, para quien Uruguay "es un lugar der extraños contrastes".
La periodista destaca que Uruguay es el país con menos desigualdad de América Latina y el más cohesivo, pero nota sin embargo el cambio del "nuevo uruguayo", con un gusto creciente por el lujo, el consumo y las marcas caras.

Entre las personas con las que habló Fairbanks está Mauricio Rabufetti, el autor del libro "José Mujica: la revolución tranquila", que afirma estar totalmente de acuerdo con todo lo que dice Mujica sobre el materialismo, pero luego agrega: "Era fascinante para mí que este hombre se convirtiera en nuestro presidente. ¡Pero no ha hecho nada!"
Rabufetti considera además que la sociedad uruguaya se está comportando de una forma completamente opuesta a lo que predica Mujica, que ha visto impotente la paradoja de una sociedad cada vez más consumista justamente bajo su mandato.
Empresarios consultados por la periodista concordaban en que "nadie en Uruguay ha sido inspirado por Mujica para vivir una vida más simple".
En su paseo por Montevideo, la periodista fue llevada a conocer los asentamientos marginales, mientras Rabufetti le demostraba su enojo por la incapacidad de Mujica para revertir la desigualdad en formas concretas.
Para Fairbanks, las pistas sobre la fascinación y las desilusiones que despierta el liderazgo de Mujica están en su propia biografía: su infancia pobre, la fractura del Uruguay batllista, su vinculación con los tupamaros, sus problemas de salud mental durante su aprisionamiento, su popularidad a la salida de la dictadura y su llegada a la presidencia, que sólo se explica por su "carisma irresistible", teniendo en cuenta sus antecedentes como tupamaro.
Narra también los intentos de Mujica por realizar algunos cambios, en especial con la educación y la UTU, y la oposición presentada por los sindicatos y muchas veces por integrantes de su propio partido.
"La historia fue la misma en otros frente políticos", dice The New Republic, citando el caso del ferrocarril o el impuesto a los productores rurales. Para Conrado Ramos, que integrara el gobierno y trabajara en la reforma del Estado antes de pasar al Partido Independiente, Mujica "no sabe cómo planificar". La periodista encontró además que en Uruguay muchos no le daban el crédito a Mujica ni del proyecto de marihuana ni de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
De transformaciones
"Para que Mujica pudiera llevar a cabo algo como su visión radical de una sociedad alejada de la avaricia, respetuosa de la naturaleza y liberada del tedio de las oficinas con aire acondicionado no sólo debería haber arreglado las escuelas públicas sino transformarlas en incubadoras de una nueva clase de ciudadanía que favorezca dramáticamente al colectivo sobre lo individual. Que ni siquiera se haya acercado a eso es parte su culpa, pero también se debe a las restricciones que Batlle y Ordóñez no tuvo durante su gestación del Uruguay batllista", continúa The New Republic. Por ejemplo, "el sistema financiero global -que demanda que los presidentes atraigan la inversión corporativa para que lo países permanezcan económicamente estables- las legislaturas obstruccionistas, las presiones de grupos económicos".
Compara luego a Mujica con Tabaré Vázquez, que logró cambios importantes "gracias a una persona política tan autoritaria y desprovista de encanto como es Mujica de seductor y anárquico". "Con su pelo cano, ojos de sabueso y una sonrisa al borde del lado incorrecto de lo lascivo, Vázquez exuda la inquietante aura de un imitador de Fred Rogers que actúa en pornografía", es la curiosa descripción del presidente electo.
Asegura que Vázquez raramente consulta a otros políticos y proyecta arrogancia en su certeza, lo que quizá explique que haya logrado hacer más cosas que Mujica. Fairbanks narra cómo los uruguayos admiran la eficiencia de Vázquez, pero no su llegada con la gente. "Dos personas que trabajaron con Vázquez y a las que entrevisté lo describieron de la misma forma: imbécil" (la versión original usa la palabra inglesa "asshole"), narra.
Sin embargo, en sus entrevistas se encontró con mucha gente beneficiada por el Plan Juntos de Mujica y personas que consideraban que el objetivo de Mujica había sido que hubiera dignidad incluso para los más carenciados.
"Los legisladores y formadores de opinión con los que hablé estuvieron convencidos de que la presidencia de Mujica le falló a los pobres. Los pobres (y cuatro maestros y asistentes sociales que trabajan con ellos) creen lo contrario. Pasé un par de días en barrios y escuelas de menores ingresos y la visión que encontré de Mujica era tan distinta como la vista de una ciudad desde el nivel de la calle comparada con la que se tiene desde un rascacielos. Todos, sin excepción, creían que Mujica había mejorado sus vidas. Ver a alguien como ellos, que vive como ellos y luce como ellos, ocupando el cargo más alto los había hecho sentir humanos nuevamente", cuenta Fairbanks
"El legado de Mujica, si existe, es simplemente la empatía", dijo el historiador Gerardo Caetano en la nota.
"Siempre hay algo incorrecto en la forma en que respondemos a figuras como Mujica, Depositamos nuestra fe en ellas, nos enamoramos de ellas por lo que dicen y el impacto incorpóreo que tienen en nuestra percepción nacional, pero luego no sólo juzgamos su performance con una métrica totalmente distinta: también dejamos de escucharlas. Los líderes inspiradores hacen una llamada, no una promesa para nosotros. Nos invitan a vernos en forma distinta, a abrirnos a una nueva forma de ser. Si luego de haber votado, no compramos libros en vez del último celular, no usamos menos gasolina, no hacemos más por recomponer el tejido social con nuestros vecinos -si, en lugar de responder esa llamada nos retiramos a la seguridad de nuestro viejo cinismo- ¿de quién es entonces la culpa?", concluye The New Republic.

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