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jueves, 21 de julio de 2016

Julio Dornel Sorozabal y su CHUY de ayer.


Sin querer caer en la reciprocidad de atenciones, ya había pensado en nombre de mucha gente que se me unirá a este reconocimiento a Julio Dornel Sorozabal que se preocupa en dejar plasmado un Chuy que existió aunque mucha gente que viva hoy en él lo ignore.

Dornel, ya jubilado, ha cargado un poco por el placer de su innata profesión periodística, otro por necesidad de encontrarse consigo detrás de las letras y principalmente por su compromiso de robarle del buche del olvido innumerables recuerdos que sumados han construido esta Ciudad de hoy.

Con ahínco constante rescata historias de personas, hechos y cosas que tal vez vivirían en la inconsciente negligencia de la amnesia si por él no fuera.

Pacientemente y con cautela, desde su óptica de aquel Chuy que supo andar en bicicleta y dormir de ventana abierta, que jugaba a la pelota en la calle y en los entretiempos pescaba bagre sapos en la cuneta. De aquel Chuy que de crimen tenía algún robo de gallina consentido que le serviría a una barra de amigotes para divertirse en una alegre jornada, e invitar inclusive al Comisario si fuera posible, es el que Dornel insiste en que no olvidemos.

Un poblado que fue como tantos otros del profundo Uruguay. Tranquilo, amigable y ameno. Lleno de buenos vecinos…

El intenta mantener vivo ese Chuy que ha muerto mucho antes que sus personajes y que se despega ahora profundamente de su contexto inicial como un pasado reciente tirado por la borda.

Parece que fue ayer que este pueblo abrió la puerta a muchos amigos y los dejó ser sus hijos espontáneos y confesos de su vientre de avenida que genera mano de obra.
Se han plantado semillas en varios idiomas y dispares costumbre que conviven en el objetivo de la superación y el trabajo vinculado a las ventas de cualquier cosa.

Nuestros viejos se acostumbraron sin aceptar totalmente el ser invadidos aunque eso generara trabajo y prosperidad.
Mi padre llegó también aquí lleno de ilusión y disfrutó de aquel pueblo ameno de siesta y domingos de tiendas cerradas.
La realidad del desarrollo nos muestra hoy otra cara, la ciudad es un polo de compras muy importante pero ha dolido tener que cerrar las puertas con llave, y ver como lentamente las rejas se levantan en las ventanas y en los muros de las casas.

Este Chuy de ahora todos lo saben.

Julio rescata el de ayer.
Aquel que se salvará gracias a las teclas de su memoria.
Claro que faltan detalles que él deja que le ayuden a recordar y luego plasmar, no se cohiban en hacerlo porque a él eso no le molesta, es una tarea de todos en la que él lleva la bandera.

Ya vino ¨La Yolanda¨, envuelta en sus atuendos aurinegros a acudirlo, apareció Don Bernardo el farmacéutico de otrora con sus recetas de costo cero, German en carretilla matriculada en varios departamentos con su radio internacional para hacer el trasiego de las compras en su flete exclusivo hasta la ONDA.
Son, y serán tantos los personajes que caminaron hasta este Chuy de hoy que siempre quedará alguno en el olvido.

Hubieron muchas familias que con cariño han ayudado a que el poblado de ayer vaya hacia su inevitable futuro de metrópolis comercial.

Gracias Julio Dornel por no dejarlas ser víctimas de la ingratitud del olvido.

El Carpintero

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