Escritor y periodista Julio Dornel
Mientras Diana Da Silva, destaca las notas evocativas y recuerda a sus abuelos fronterizos, Juan Ferreira y María Eulina Correa, desde Buenos Aires, Marta Weiss recuerda con nostalgia las caminatas por la playa, “juntando caracoles con el viejo Gustavo (su padre) en la década del 50”. Sin embargo los cambios experimentados en el nuevo siglo, nos muestran otra realidad. El pasado parece condenado a desaparecer. Hay otras urgencias que nos van empujando. Mientras por un lado apelamos a la resignación y nos vamos acostumbrando a sobrevivir, algunos colegas se revelan ante los cambios que estamos enfrentando y señalan su discrepancia ante una “pérdida de valores” jamás imaginada. Para orientarnos un poco donde quedan esos límites, la televisión nos viene mostrando algunos programas que al margen de batir todos los records, nos enfrenta a una realidad muy cercana a la que vivimos actualmente.
Hombres y mujeres luchando diariamente por la sobrevivencia, y mantenerse en la casa del gran hermano, en una competición cuyo objetivo final está relacionado con la fama y el dinero. También en esa competencia de la vida, es la propia sociedad que va eliminando a los integrantes menos capacitados (según ellos) para vencer las dificultades que se van presentando diariamente. Todo esto nos hace pensar que existe cierta vinculación entre el programa periodístico y la realidad que vive actualmente la población. Señalaba un conocido periodista radial que “ es la naturaleza humana haciendo lo posible para no ser nominada y permanecer algún tiempo en sociedad. Pese a ser un programa de bajos valores, sirve para que podamos reflexionar sobre algunas cosas que suelen pasar inadvertidas y que solo valoramos cuándo se pierden. Se puede comprobar además la fragilidad humana de los participantes que es también la nuestra, demostrándonos que se puede vivir sin celular, sin auto, sin televisión, sin amigos ni familiares, apelando solamente a las relaciones humanas de un grupo de personas desconocidas.
La recompensa es el dinero y la popularidad para quienes participan y vencen las distintas pruebas que se van presentando semanalmente. Hay que señalar y respetar el derecho que tienen los televidentes para asistir a una programación, lo que tampoco nos quita el derecho de rechazar lo que para muchos está considerado solamente como escenas de sexo y mal gusto. Tampoco podemos negar que se trata de un nuevo fenómeno de la televisión con diversos nombres que van desde el Gran Hermano, Factor Miedo, Sobreviviente, El Bar, Intrusos, Animales Sueltos y otros semejantes donde los participantes son sometidos en algunas oportunidades a peligrosas pruebas de sobre vivencia para ganar mucho dinero y pocos minutos de notoriedad. Sin embargo como la mayoría gusta de estos programas, aumentando considerablemente el “rating” las emisoras no se preocupan por las críticas que vienen recibiendo por parte de un sector minoritario de televidentes.
Los tiempos han cambiado.
Nadie duda de que debamos aprender a vivir con las dificultades. Los tiempos han cambiado y debemos acompañar estos cambios de la mejor manera y añorar a la distancia otras épocas que no volverán. Alguien nos señalaba que en la actualidad se conversa poco. En otras épocas se jugaba al fútbol, al truco, al golfo familiar, al ajedrez, a la escoba o al “puntiño”. En otras épocas se contaban cuentos, chistes y hasta se organizaban campamentos para pescar o cazar. En otras épocas el tiempo sobraba para tomar vacaciones y disfrutar de la licencia con amigos y familiares. En otras épocas la gente se reía, cantaba, bailaba y hasta le sobraban algunas horas para visitar a los vecinos. En la actualidad todo pasa demasiado rápido. Ya estamos nuevamente ante una nueva temporada veraniega que también terminará enseguida.
En otras épocas la temporada de playa duraba tres meses. Decimos esto porque la población de esta frontera nunca quiso imaginarse la línea divisoria al otro día de la temporada. Pensamos que los años con estas temporadas tan cambiantes están abusando de la felicidad de la población. De todas maneras no adelanta llorar. Debemos reconocer que la historia no se repetirá y que Chuy ya no será el mismo del 60, del 70 o del 80. En primer término debemos aprender a vivir con las dificultades sin bajar los brazos. También hemos notado que la crisis suele alterar el espíritu colectivo con reacciones que en otras circunstancias se hubieran limitado a clarificar los problemas mediante el diálogo y la tolerancia.
La convivencia en sociedad no debería alterarse con declaraciones agresivas que en algunas oportunidades pueden motivar reacciones que dejen traslucir un síntoma de violencia que puedan escapar al control de la población en su conjunto por el efecto multiplicador que las mismas puedan tener. Como consecuencia de la crisis económica que mencionamos y los problemas que esta genera en los hogares fronterizos, es posible que haya faltado serenidad y comprensión por parte de algunos actores que por su representatividad deberían evitar estos enfrentamientos , aún reconociendo la razón que puedan haber tenido en algunas circunstancias. Los tiempos han cambiado. De todas maneras, volveremos sobre el tema y nos “daremos el lujo” de recoger testimonios para poder evocar la trayectoria y el aporte de Juan y María, Manuela y Abraham, para el desarrollo social y comercial de esta frontera. En la nota gráfica, Agustín Plá y Justa Sosa, auténticos representantes del Chuy que pasó, y reliquias inolvidables de nuestra identidad fronteriza.
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