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jueves, 17 de diciembre de 2015

¡Feliz Navidad! Leopoldo Amondarain





En cada conjunción del 24 y 25 de diciembre, a través de los milenios, se produce el festejo del nacimiento del hijo de Dios, el Mesías, para nosotros los cristianos. Cristo nace en un humilde pesebre rodeado no de riquezas, dignatarios, sacerdotes o príncipes, si no por toscos pastores y animales en el lugar más mísero como puede ser un pesebre. Es la más cabal expresión y enseñanza del valor a la vida, igualdad y amor infinito. El Hijo del Señor pudo elegir un marco lujoso, lleno de vanidades, acorde a las costumbres que aun hoy mantienen los poderosos. Sin embargo, revindicando en valor del sacrificio y dolor de los más necesitados, los pobres, elegían el pesebre en lugar de los palacios. Todos son sus hijos, pero sus preferencias son por quienes sufren y son explotados, las miserias del mundo. “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una ajuga, que un rico entre en el reino de los cielos”. Sus luchas por cierto múltiples, también se dirigían contra los imperios y poderes políticos fáticos, contra las lanzas o cuchillos del ayer, lo que hoy son bayonetas o misiles. Y la manera más efectiva para combatir con el amor, siendo torturado y crucificado criminalmente por la salvación del hombre, particularmente del que sufre miserias y persecuciones. Este ejemplo como filosofía de vida le da vigencia eterna a su Verbo y a la corriente cristiana que crea e interpreta. Nadie puede invocar, como se hace, la “defensa del bien sobre el mal”, para cometer crímenes y depredaciones en su propio beneficio, o de su círculos económicos imperiales. La única real interpretación del bien, es el que se plasma en el signo de la cruz, donde fue inmolado en lugar del asesino Barrabás por el pueblo judío con sus rabinos y las fuerzas imperiales del pueblo romano. Ella manifiesta la paz y el amor, caridad, salvación espiritual y perdón al ser humano por sus culpas, faltas y pecados. Pero los enemigos suyos y de su Iglesia no han perdido ferocidad y encono. Se llega incluso, alguna vez lo he señalado, en nuestro Uruguay por ejemplo, a negar maliciosamente hasta los nombres de las festividades tradicionalmente católicas, religión abrumadoramente mayoritaria en nuestro pueblo. No conozco otro ejemplo en el mundo que a la Santa Navidad como lo hacen en nuestro Estado, se le denomine el “día de la familia”. Que el 8 de diciembre, día de la Virgen María, Madre de Dios, se le ponga el “día las playas” en homenaje al bañista, supongo. El 6 de enero, en que la rica tradición cristiana, consigna el homenaje que tres reyes de Oriente le ofrecen al niño Dios en el humilde pesebre, nuestro estado batllista, masón le llame el Día del Niño. Que mejor mención a los niños, con más razón los más pobres y sufrientes, que sean los Reyes Magos, como manda la tradición milenaria. Y para colmo de irrespetuosidad, ingratitud vesania y miseria intelectual, es negar como se hace el mayor sacrificio que es la crucifixión de Cristo, cambiándole el nombre de Semana Santa, por el ridículo de Turismo, de La Criolla, de la Cerveza o de cualquier otro que minimice las Pascuas Santas. La Iglesia tiene más de dos mil años largos y por supuesto no se inmuta. Se pone “la otra mejilla” y sigue adelante. Es atacada permanentemente con tal ferocidad en otros campos de siempre. Al defender el aborto se ataca la integridad de la vida misma, cimiento fundamental del cristianismo impuesto por Cristo. El apoyo al instituto del divorcio, destruyendo y fomentando la disolución de la familia como testamento imprescindible en cualquier sociedad sana y limpia espiritualmente. Las constantes críticas a reglas internas de la Iglesia, que bien se cuidan de no mencionar discrepancias con religiones o logias sobre el celibato de los sacerdotes, el claustro de las monjas, el buscar faltas entre miles de religiosos del mundo, seres humanos al fin con virtudes o vicios, para motivar escándalos y desprestigios como si en otras religiones no sucedieran. Todo es puesto con el solo fin del desdeño a la religión Católica, nadie marca defectos o señala males presuntos en otras religiones de fe o logias exotéricas, misteriosas, que las hay y ocultan sus filosofías y creencias y hasta sus integrantes se saludan estrafalariamente, apretándose el dedo mayor y la muñeca contraria para identificarse. ¡Por algo será! Están también las religiones afrobrasileñas, verdaderas macumbas publicitadas, donde notoriamente se cobran muy buenos emolumentos, exento de impuestos, por sanar enfermedades, hacer volver alguna mina que se piante, lograr éxitos en los negocios y que nadie critica ni vigila y hasta el propio Estado cedió un predio para erigir un monumento idolátrico, como se ha hecho en el Parque Rodó. Basta mirar la televisión de medianoche, donde no se controlan esos abusos notorios. Y por supuesto jamás se mencionan las obras que la iglesia Católica mantiene, renueva y crea constantemente. Guarderías, escuelas, liceos, hospitales, hospicios, cotolengos para ancianos y enfermos, leprosarios, merenderos, universidades y centros de investigación científicas a lo largo y ancho del mundo. Las misiones jesuíticas, las del tan criticado Opus Dei, de los salesianos y franciscanos o de la Santa Madre María Teresa de Calcuta por decir o mencionar algunas notorias incluyendo los países africanos semitribales. Va a pasar otra Noche Buena y Navidad y se aproxima el Año Nuevo. Los cristianos como lo mandató Cristo, en todas las lenguas e idiomas universalmente deseamos los mejores logros de paz, prosperidad, justicia y amor a todos los semejantes, incluyendo los enemigos. ¡Zorionak gabon eta urte berri on! ¡Feliz Noche Buena y mejor Navidad!




Leopoldo Amondarain
C.I. 950.556-0


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