En cada conjunción del 24 y 25 de diciembre, a través de los
milenios, se produce el festejo del nacimiento del hijo de Dios, el
Mesías, para nosotros los cristianos. Cristo nace en un humilde
pesebre rodeado no de riquezas, dignatarios, sacerdotes o príncipes,
si no por toscos pastores y animales en el lugar más mísero como
puede ser un pesebre. Es la más cabal expresión y enseñanza del
valor a la vida, igualdad y amor infinito. El Hijo del Señor pudo
elegir un marco lujoso, lleno de vanidades, acorde a las costumbres
que aun hoy mantienen los poderosos. Sin embargo, revindicando en
valor del sacrificio y dolor de los más necesitados, los pobres,
elegían el pesebre en lugar de los palacios. Todos son sus hijos,
pero sus preferencias son por quienes sufren y son explotados, las
miserias del mundo. “Es más fácil que un camello pase por el ojo
de una ajuga, que un rico entre en el reino de los cielos”. Sus
luchas por cierto múltiples, también se dirigían contra los
imperios y poderes políticos fáticos, contra las lanzas o cuchillos
del ayer, lo que hoy son bayonetas o misiles. Y la manera más
efectiva para combatir con el amor, siendo torturado y crucificado
criminalmente por la salvación del hombre, particularmente del que
sufre miserias y persecuciones. Este ejemplo como filosofía de vida
le da vigencia eterna a su Verbo y a la corriente cristiana que crea
e interpreta. Nadie puede invocar, como se hace, la “defensa del
bien sobre el mal”, para cometer crímenes y depredaciones en su
propio beneficio, o de su círculos económicos imperiales. La única
real interpretación del bien, es el que se plasma en el signo de la
cruz, donde fue inmolado en lugar del asesino Barrabás por el pueblo
judío con sus rabinos y las fuerzas imperiales del pueblo romano.
Ella manifiesta la paz y el amor, caridad, salvación espiritual y
perdón al ser humano por sus culpas, faltas y pecados. Pero los
enemigos suyos y de su Iglesia no han perdido ferocidad y encono. Se
llega incluso, alguna vez lo he señalado, en nuestro Uruguay por
ejemplo, a negar maliciosamente hasta los nombres de las festividades
tradicionalmente católicas, religión abrumadoramente mayoritaria en
nuestro pueblo. No conozco otro ejemplo en el mundo que a la Santa
Navidad como lo hacen en nuestro Estado, se le denomine el “día de
la familia”. Que el 8 de diciembre, día de la Virgen María, Madre
de Dios, se le ponga el “día las playas” en homenaje al bañista,
supongo. El 6 de enero, en que la rica tradición cristiana, consigna
el homenaje que tres reyes de Oriente le ofrecen al niño Dios en el
humilde pesebre, nuestro estado batllista, masón le llame el Día
del Niño. Que mejor mención a los niños, con más razón los más
pobres y sufrientes, que sean los Reyes Magos, como manda la
tradición milenaria. Y para colmo de irrespetuosidad, ingratitud
vesania y miseria intelectual, es negar como se hace el mayor
sacrificio que es la crucifixión de Cristo, cambiándole el nombre
de Semana Santa, por el ridículo de Turismo, de La Criolla, de la
Cerveza o de cualquier otro que minimice las Pascuas Santas. La
Iglesia tiene más de dos mil años largos y por supuesto no se
inmuta. Se pone “la otra mejilla” y sigue adelante. Es atacada
permanentemente con tal ferocidad en otros campos de siempre. Al
defender el aborto se ataca la integridad de la vida misma, cimiento
fundamental del cristianismo impuesto por Cristo. El apoyo al
instituto del divorcio, destruyendo y fomentando la disolución de la
familia como testamento imprescindible en cualquier sociedad sana y
limpia espiritualmente. Las constantes críticas a reglas internas de
la Iglesia, que bien se cuidan de no mencionar discrepancias con
religiones o logias sobre el celibato de los sacerdotes, el claustro
de las monjas, el buscar faltas entre miles de religiosos del mundo,
seres humanos al fin con virtudes o vicios, para motivar escándalos
y desprestigios como si en otras religiones no sucedieran. Todo es
puesto con el solo fin del desdeño a la religión Católica, nadie
marca defectos o señala males presuntos en otras religiones de fe o
logias exotéricas, misteriosas, que las hay y ocultan sus filosofías
y creencias y hasta sus integrantes se saludan estrafalariamente,
apretándose el dedo mayor y la muñeca contraria para identificarse.
¡Por algo será! Están también las religiones afrobrasileñas,
verdaderas macumbas publicitadas, donde notoriamente se cobran muy
buenos emolumentos, exento de impuestos, por sanar enfermedades,
hacer volver alguna mina que se piante, lograr éxitos en los
negocios y que nadie critica ni vigila y hasta el propio Estado cedió
un predio para erigir un monumento idolátrico, como se ha hecho en
el Parque Rodó. Basta mirar la televisión de medianoche, donde no
se controlan esos abusos notorios. Y por supuesto jamás se mencionan
las obras que la iglesia Católica mantiene, renueva y crea
constantemente. Guarderías, escuelas, liceos, hospitales, hospicios,
cotolengos para ancianos y enfermos, leprosarios, merenderos,
universidades y centros de investigación científicas a lo largo y
ancho del mundo. Las misiones jesuíticas, las del tan criticado Opus
Dei, de los salesianos y franciscanos o de la Santa Madre María
Teresa de Calcuta por decir o mencionar algunas notorias incluyendo
los países africanos semitribales. Va a pasar otra Noche Buena y
Navidad y se aproxima el Año Nuevo. Los cristianos como lo mandató
Cristo, en todas las lenguas e idiomas universalmente deseamos los
mejores logros de paz, prosperidad, justicia y amor a todos los
semejantes, incluyendo los enemigos. ¡Zorionak gabon eta urte berri
on! ¡Feliz Noche Buena y mejor Navidad!
Leopoldo
Amondarain
C.I.
950.556-0
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