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lunes, 21 de noviembre de 2016
Rocha: Entre la costa y los cuentos Por Mauro Mego
http://www.republica.com.uy/
Edil MPP E609 FRENTE AMPLIO, ROCHA
Nov 20, 2016
Nuestro departamento de Rocha ha sido visto siempre desde distintos puntos del país y desde el exterior como un lugar fantástico, lleno de bellezas naturales, paisajísticas, agraciado por la naturaleza y dueño de una diversidad de espacios única en el territorio nacional. Rocha debe ser, seguramente, uno de los departamentos –exceptuando Montevideo y Canelones– que más dispersa tiene su población a lo largo y ancho del territorio. Cada localidad conserva para sí rasgos particulares, identidades propias. Esto obliga sin lugar a dudas a visualizar la realidad departamental en su conjunto, tratando de conjugar todas esas visiones e intereses diversos no para tener un trato igualitario sino equitativo. Rocha es rural, es urbano, es costero, es turístico, es agropecuario, y todas esas características deben ser contempladas por el gobierno y por los actores institucionales.
Por supuesto que desde fuera de Rocha, particularmente desde el área metropolitana de nuestro país, se ha construido una imagen, un concepto sobre Rocha y en algunos casos se lo ha reducido a un espacio costero fantástico, pintoresco, en donde parece todo estar permitido. Nuestros balnearios hermosos han sido siempre el lugar de vacaciones y visita clásico de las clases medias metropolitanas subrayando siempre el carácter agreste, natural y desestructurado de nuestra oferta turística. Es que claramente hemos sido agraciados por la naturaleza, cosa que en muchas ocasiones no ha sido una bendición sino un verdadero asunto complejo para quienes vivimos aquí. Porque existen en nuestra historia largos debates respecto de cómo estructurar un desarrollo del departamento que nos contenga a todos con una visión integral y con fuerte componente redistributivo. No hay un solo debate que hayamos resuelto en nuestra historia, porque las visiones con las que encaramos la proyección de lo que para nosotros debe ser el desarrollo son todas diferentes. Porque de alguna forma somos hijos de una realidad social, somos producto de los sueños que amasamos de acuerdo al lugar y a la forma en donde nos hemos criado y los valores sobre los que nos hemos formado. Nuestra realidad aparentemente tranquila, plena de belleza y paz ha sido un atractivo enorme para que nuestro departamento haya ido incorporando familias de los más diversos orígenes, no solo nacionales sino también extranjeros. Estos movimientos demográficos fundamentalmente se han sucedido a partir, justamente, de esa visión construida, particularmente desde fuera de Rocha, sobre las bondades sinfín de este casi virginal paraíso, su riqueza natural y sus pintorescas comunidades siempre vistas con un romanticismo entendible para quienes provienen de estructuras urbanas mucho más rígidas. Esta multiplicidad de visiones, algunas complementarias y otras contradictorias, han matrizado a nuestra sociedad –sumando estos migrantes que eligen este lugar– y también a la izquierda, en algunos aspectos claves para el desarrollo del departamento como es el desarrollo sostenible y el ordenamiento territorial.
El desarrollo de nuestro departamento ha sido en su historia, irregular. Las poblaciones, especialmente las costeras, se fueron asentado de acuerdo casi a criterios propios y que se hunden en la noche de los tiempos. No hubo en principio una planificación del desarrollo territorial, previendo una armonía que permitiera contener al desarrollo humano en el marco de nuestra realidad territorial, y de acuerdo a algunos conceptos fundamentales que debieran haber sido claros criterios de poblamiento y ocupación del espacio, fundamentalmente el espacio costero. Yo suelo decir que nuestra costa ha sido un escenario, durante décadas, de verdadero “laissez faire, laissez passer”. Hay sobrados ejemplos en el mundo de cómo la no planificación, el “descriterio” y la propia especulación han hecho desastres en comunidades que hubieren tenido otros destinos de no ser por estos eventos. Porque los perjuicios de esto son múltiples, no solo para los paisajes y ambientes sino para los agentes redistributivos, como lo son el Estado y la sociedad en su conjunto. Ciertamente, por lo menos desde 1985 a la fecha, todos los gobiernos de Rocha han tenido iniciativas interesantes en cuanto al ordenamiento territorial, la corrección de algunas cosas como así también la creación de instrumentos normativos preventivos y claros para sentar las bases sobre qué desarrollo y qué uso del suelo queremos. El lector podría leer la llamada Ordenanza Costera, también aquel Plan de Excelencia para Punta del Diablo, en gobiernos tradicionales, y podrá ver cómo desde 2005, con el Frente Amplio, se ha continuado con esta política de Estado a través de las Directrices Departamentales de Ordenamiento Territorial, el Plan de Manejo de Lagunas Costeras (herramienta fundamental para el desarrollo proyectado en el área de Garzón), y el Plan Los Cabos. Estos dos últimos corresponden a la división arbitraria de la costa de Rocha en cuatro tramos o sectores (atendiendo las particularidades de cada espacio y el desarrollo para allí proyectado) de los cuales los dos restantes están ahora en proceso. ¿Con qué objetivo todo esto? Legislar, generar instrumentos normativos para tener reglas claras y adaptadas a la realidad de cada espacio, previendo su desarrollo futuro, ahora sí, conjugando todos los factores que hacen a un desarrollo armonioso, integral y viable. Porque nada es más valioso que nuestro territorio y de su uso y planificación deben derivar certezas, previsibilidades, cuestiones claras para evitar lo ya vivido en nuestra historia. Estos planes establecen todo, los invito a comprobarlo, son los más completos y exigentes, ponen condiciones realmente claras para el desarrollo humano en la tierra como muy pocos instrumentos lo han hecho. Todo esto se ha hecho ante el silencio de la prensa de relieve nacional que, naturalmente, siempre destaca de Rocha otro tipo de eventos. Quiero referirme, como muestra de la síntesis anterior, al caso reciente de Aguas Dulces, balneario cercano a la ciudad de Castillos.
En Rocha, producto del laissez faire aludido, la gran masa contribuyente subsidia indirectamente a otros más agraciados, porque la especulación no solo es elemento de los grandes capitales, también existe en menores escalas. Tal vez el caso más célebre de cómo el pueblo de Rocha subsidia el turismo de manera indirecta sea el Cabo Polonio que debiera tener un artículo aparte para explicar por qué ese lugar único cumple con esas condiciones. Aguas Dulces, su primera línea de costa, ha sido violentamente golpeada por el temporal que derribó varias casas y dejó otras destruidas. El temporal de agua y viento ha sido solamente la estocada natural a una realidad inviable desde todo punto de vista, pues no ha sido el viento lo que generó esa tragedia sino el ser humano y el individualismo. Vale aclarar que esto, por supuesto, responde a toda una historia, a toda una cultura de la que nadie está exento, pero eso no puede anular el debate que debemos dar, aún más desde la izquierda. Quienes conocemos Aguas Dulces veíamos año tras año cómo la playa iba desapareciendo y todos los años, los usuarios y pobladores, afinaban el ingenio para tratar de contener el avance del agua sobre las construcciones. El espacio más gravemente afectado comprende estimativamente, para que el lector comprenda, un largo de aproximadamente 1500 metros y un ancho estimado (desde el agua hasta el inicio de la calle principal “Cachimba y Faroles”) de 75 metros, en una estimación generosa. En ese espacio están metidas 536 casas. Leyó bien. Pero además, con el elemento central de que hablamos de un espacio público. Me llama mucho la atención –confieso que en realidad no tanto – como muchos ecologistas combativos para otras cosas, poco han dicho de lo grave de esa situación, 536 casas filtrando sus cámaras sépticas (pozos negros) directo a nuestra costa. ¿Por qué históricamente ese silencio tanto en este caso como en el Polonio, o en Punta del Diablo, por citar algunos ejemplos? Quienes entendemos la defensa de lo público como algo medular (respeto de la primera línea costera, acceso igualitario a la costa y justicia tributaria) no debemos nunca admitir, por más que nos duela, esa situación como normal. Ese ha sido el grave problema, no la acción de la administración. Hay una izquierda, y una prensa que no se esfuerzan en plantear esto de esta forma, llamativamente. Cuando se habla de “vecinos” de la zona, hay que distinguir, ya que muchas familias han construido en Aguas Dulces en sus terrenos privados, pagan su contribución e impuestos como cualquiera de nosotros, subsidiando indirectamente a estas casas en un lugar único a quienes lo único que logró cobrar la Intendencia ha sido un “Impuesto a la Edificación Inapropiada” cuya suma es irrisoria, dos UR, y las tasas de Turismo y la Tasa General Municipal: la cifra es testimonial. Si uno además revisa las direcciones de los propietarios de esas casas, verá que muchos de ellos no son de la zona, viven fuera de Rocha, y existen casos de personas que poseen más de una de esas construcciones. Las casas de personas pobladoras permanentes son, cifra más cifra menos, alrededor de doce. Doce entre quinientas treinta y seis. Es por todos sabido que muchas de ellas tienen, por si fuera poco, destino de alquiler, en muchos casos en cifras que superan los cien dólares por día. Entonces, ¿es justo que cualquier vecino de Rocha, de zonas incluso donde los servicios aún no están plenos, pague sus tasas e impuestos religiosamente mientras otros “agraciados” usufructúan estos espacios públicos y de esta manera? ¿Cuál es el mensaje del Estado ante esto? ¿No será hora de abrazar las causas Justas y dejar –sobre todo una parte de la izquierda– las vacilaciones? La Intendencia ahora busca desesperadamente recuperar la playa y se plantea sacar escombros y demoler casas que están en grave riesgo, cuando no destruidas parcialmente. Pero lamentablemente prima la visión individualista, el interés personal y nunca falta quien erróneamente disfraza esto de una lucha “Pueblo” versus Intendencia, generando una oposición falsa. Es justamente el pueblo quien debe recibir señales de justicia y, por qué no, señales de autocrítica de quienes hace décadas se benefician de esta realidad relatada. No estamos hablando de un asentamiento popular, por más que se intente hacer creer eso. No se trata de un capricho, sino de una acción en pos de la igualdad de acceso a la costa y de dejar una hermosa comunidad como Aguas Dulces con sus playas como deben estar, que al fin y al cabo son las grandes vedettes de ese espacio. Llamativamente los “reclamantes” gozan de buena prensa y no he visto aún ninguna organización ambiental decir que es inadmisible la realidad de ocupación y poblamiento generado en muchas partes de nuestra costa. Tal vez sea esa una contaminación o un perjuicio “pintoresco”, vaya uno a saber.
Cuesta creer como estas acciones, justas por donde se las mire para quienes abrazamos la defensa de lo público, la igualdad y la justicia social, siempre le cuestan una patriada a las administraciones (no solo a las del Frente Amplio). Los rochenses vemos con claridad este panorama, y más allá de las “sensibilidades” importadas, tenemos clara esta realidad que de alguna manera hay que ir cambiando. En algunos lugares, producto de la planificación y el proceso normativo reseñado al inicio hemos llegado a tiempo para evitar justamente esto. Pero hay una sensibilidad, diríamos “pequeño burguesa”, que estructura un discurso sobre estos asuntos y casi simultáneamente estructura un discurso conservacionista, las contradicciones quedan a la vista y son rotundas. Una sociedad que cuida su ambiente y se proyecta hacia un futuro justo y equitativo debe tener claro que en la trama del territorio, la valorización de su tierra y el mensaje dado desde el Estado se juega gran parte del partido.
Dixit
“Una sociedad que cuida su ambiente y se proyecta hacia un futuro justo y equitativo debe tener claro que en la trama del territorio, la valorización de su tierra y el mensaje dado desde el Estado se juega gran parte del partido”.
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Ahora les preocupa el medio ambiente? Pero papá pepe no piensa lo mismo ni tampoco la historia desde que treparon al poder todos prendidos a Mujica.Que fantasmas que son,los del frente han sido los destructores de la naturaleza uruguaya por excelencia. Lo único que preocupa es vender y facturar para ver si dan un trabajito precario vendiendo al país para ver si pueden estar prendidos 5 anitos más. POR FAVOR NO ENGAÑEN A LA GENTE MÁS
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