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martes, 28 de julio de 2015

FUERTE DE SAN MIGUEL. RELIQUIA DE NUESTRO PASADO. Por Julio Dornel.




                           Escritor y periodista Julio Dornel

Corría el año 1737 cuando la expedición del Brigadier Silva Paes decide levantar un fuerte en las Sierras de San Miguel consistente en un cuadrado con cuatro baluartes, con foso y puente levadizo ajustándose a las reglas de la escuela de fortificación de la época. Su construcción fue de menor resistencia al de Santa Teresa teniendo en cuenta que estaría destinado fundamentalmente a observar los movimientos de los españoles. Con el paso de los años el Fuerte fue perdiendo su importancia inicial hasta que en la tercera década del 900 se dispuso su reconstrucción y la reproducción de los principales aspectos de la época. Es fácil observar en la actualidad porcelanas del siglo XVIII, colección de premios y condecoraciones, habitación del capellán, alojamiento para oficiales, uniformes militares, cañones, réplicas de fusiles, barriles de pólvora y una impecable ornamentación de la Capilla dedicada a San Miguel. Desde las petrificadas troneras los cañones siguen apuntando hacia el enemigo imaginario que avanza desde Brasil, como sucediera hace más de 200 años. La antigua capilla del Fuerte sigue siendo uno de los lugares más visitados por el turismo que llega diariamente al Fuerte. En las notas gráficas podemos observar troneras y cañones que se mantienen amenazantes, ante la presencia imaginaria de nuevos invasores y trabajos de restauración realizados por picapedreros de la zona, bajo la dirección de Gregorio “Coco” Garcia. El Fuerte con sus museos representa en la actualidad la máxima atracción turística de la zona fronteriza y uno de los mojones más importantes de la arquitectura militar del siglo XVIII.

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