Escritor Julio Dornel
El
sábado 18 de abril del año 2015, una publicación cultural de la
República Argentina, con el sugestivo nombre de “Ñ” rendía
homenaje a Eduardo Galeano que había ingresado a la inmortalidad
cinco días antes. El reportaje lo había realizado la periodista
Raquel Garzón, al aprovechar los lujos que nos ofrece el periodismo,
si tenemos en cuenta que lo único que necesitamos para estar frente
a frente con el autor de Las Venas Abiertas de América Latina, es
cruzar el charco que nos separa de la República Argentina. En esta
oportunidad recogemos un fragmento de aquel reportaje con la
seguridad de que nos vamos a encontrar con intimidades y anécdotas
que rodearon la vida de uno de los personajes más importantes de la
cultura uruguaya. Ante la curiosidad de la periodista Garzón para
ubicar viejas fotografías Galeano fue develando el por qué de cada
una: “esta foto pertenece a un personaje admirable, el hombre clave
de la victoria inexplicable de Uruguay ante Brasil, 2 a 1 en Maracaná
en el mundial del 50: OBDULIO VARELA, un albañil, un tipo rojo, de
izquierda, militante sindical y jugador de fútbol de Peñarol, que
organizara la primera huelga de jugadores, la más larga del fútbol
mundial, con una duración de siete meses. Muy poco después se arma
la selección uruguaya y el capitán de la huelga se convierte en
capitán de la selección. Fue él quien, cuando parecía todo
perdido en Maracaná, con la pelota abajo del brazo, calma la cosa,
hace llamar al juez, le habla en español, el juez en ingles, no
entendía, obliga a que venga un intérprete, y va enfriado el
partido porque había 200.000 gargantas gritando por Brasil y el
Uruguay era un país muy chiquito. Enfrió el partido, fue el
culpable de la victoria uruguaya. Después me contó algunas
historias. La noche de la victoria del Uruguay él se escapó del
hotel, en lugar de quedarse a celebrar con los pocos uruguayos que
había. Huyó por otra salida y se fue a beber. Y en los bares
encontró a los brasileños llorando, uno por uno, y tuvo una lástima
tremenda; los había odiado tres horas antes cuando eran un solo
animal rugiente de 200.000 cabezas, la mayor multitud jamás reunida
en la historia del fútbol. Pero cuando los veía de a uno, tenía
una pena enorme, decía “como pude hacerles eso, gente tan buena”.
Se pasó toda la noche abrazando a los vencidos. Cambió mucho el
fútbol profesional de lo que era en aquel tiempo: un fútbol casi
amateur donde se jugaba con más fe y más alegría que ahora, con
menos obligación de ganar, porque el fútbol profesional te condena
a ganar”. Analizando finalmente sus lugares preferidos para
escribir, Galeano reveló algunos secretos. “En mi escritorio me
siento bien, aunque a veces lo hago en cualquier lado. Cuando me pica
la mano y quiero escribir lo hago en el consultorio del dentista, en
un cuarto de baño o en un avión. Cuando es la conciencia la que da
la orden la mano cumple pero es a desgano. En cambio cuando ella
puede bailar por su cuenta, escribe de otro modo, bastante mejor. No
te digo que lo que hago sea ninguna maravilla pero es bastante mejor
cuando surge la necesidad de decir algo. Paso mucho tiempo sin
escribir nada. Sólo cuando siento el impulso verdadero o las ganas
muy fuertes de contar algo escribo, sino prefiero no hacerlo” dijo
finalmente Galeano.
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