Lo de ayer fue una rapiña en proceso, una de las 15.000 que ocurren cada año; la Policía hizo casi todo bien. Y sin embargo...
El Observador
Cuando ocurre un episodio como el de ayer en el local del Correo en Pocitos, emergen como en la detonación de un calibre 38 todos los sentimientos que anidan en el alma humana. Unos impulsados por la sana indignación, otros por la pura ignorancia, algunos por el interés político, y los hay mezcla de algunos o de todos estos. Y cuando uno escribe o se expresa en alguna de esas claves, se ve expuesto a que los que están agazapados detrás de esas baterías, disparen con batería de la gruesa. Y hay que perdonarlos, primero porque no hay otra, y segundo porque es altamente probable que no sepan lo que hacen o dicen.
La mayoría de los que opinan (y esto quizás sean un preconcepto) han leído muy poco de las razones por las que la inseguridad suele desarrollarse y asentarse en un país; la mayor parte de las veces se trata de cuestiones que están muy pero muy alejadas de, por ejemplo, quien ocupa o no un determinado cargo de gobierno. En general, quienes piden cabezas ante la muerte de un ser humano en un hecho fortuito como el de ayer suelen estar impulsados por una indignación justificada que les impide razonar o por intereses secundarios que más vale ni considerar.
¿Qué ocurrió en el local del Correo de la calle Benito Blanco? (que, dicho sea de paso, es un hecho muy parecido a algunos que ocurren muy seguido, por ejemplo, en Casavalle, pero se ve que por alguna razón que prefiero no aventurar aquí generó esta vez más cobertura mediática y más indignación en determinados sectores).
Lo que ocurrió fue una “rapiña en proceso”, una de las 15 mil que ocurren cada año. Pero en esta la Policía llegó a tiempo, o sea, en esta ocurrió lo que la gente le pide a la Policía que logre y que es algo muy pero muy difìcil de lograr, aunque parezca fácil en los papeles: prevenir el delito y cuando no se puede prevenir llegar a tiempo y reprimirlo. Este precisamente era un caso de los pocos dentro de esas 15 mil rapiñas al año en que la Policía logró llegar a tiempo. Un punto para la Policía.
¿Qué ocurrió luego? A diferencia de la mayoría de los bienintencionados ciudadanos preocupados por la seguridad y de algunos guanacos que escupen por las redes sociales, por mi condición de periodista tengo acceso a fuentes de primera mano para saber qué ocurrió cuando los agentes llegaron al lugar del hecho. No es simpático con el diario del lunes ingresar en críticas contra los valientes policías, pero los expertos en este tipo de operativos, que tienen que escribir informes con la suficiente frialdad para que no le ocurra lo mismo a otros, opinan que no estuvieron certeros en su accionar. Espacios demasiado estrechos para un enfrentamiento frontal.
Pero al margen de eso, los policías se jugaron la vida a balazos por los ciudadanos y por los bienes que debían custodiar. Esa es la Policía que todos reclamamos. ¿O no? Otro punto para la Policía y ya van dos puntos en un mismo hecho. En el intercambio uno de los policías llevó la peor parte, dio todo lo que un servidor público puede dar en el ejercicio de su función y ante ello el silencio es lo menos que se le puede pedir a ciudadanos y a guanacos.
Si la Policía no se hubiese anotado el punto de llegar a tiempo y prevenir el delito y se hubiese anotado el otro punto de enfrentar con valentía a los delincuentes, no estaríamos hablando de esto, ni habría renovadas críticas a la inseguridad porque esa rapiña se hubiese concretado, habría pasado sin pena ni gloria y se habría perdido entre las otras 15 mil que hay cada año.
En suma, si la Policía lo hace mal, palos; si lo hace bien, como lo hizo, palos. ¿Cuál es el problema aquí? El problema es que hay delincuentes; y muchos. Tantos que la Policía, anotándose otro punto, ha demostrado su eficacia desbordando las cárceles de tanto chorro que atrapa. Pero estos cumplen la pena y salen y como las cárceles no rehabilitan, y eso lo sabemos todos aunque nos hagamos los tontos, cuando salen siguen siendo delincuentes. ¿Y de quién es la culpa de que haya tantos delincuentes? ¿A qué funcionario de gobierno le podemos tirar con esta culpa ante la impotencia de tanta muerte al santo botón? Y luego tenemos a los nuevos bandidos, a estos de 11 años que no los atrapará el código bordaberrista que plebiscitará para llevar la inimputabilidad a los 16 años ni el código penal adolescente actual que rige a partir de los 13 años. Están libres de todo. ¿Y de quién es la culpa de que empiencen a delinquir tan temprano? Elija un funcionario y échele la culpa, es gratis.
En Twitter alguien invitaba a hacer un paro nacional por la “ausencia total de seguridad”, una propuesta que nunca escuché ante la ausencia total de educación. Treinta mil pibes estaban fuera del sistema de enseñanza y como sus padres no cobraban la Asignación Familiar, dieron una amnistia: se reinscribieron 10. Dos de esos 30 mil pibes, de 17 años de edad, fueron los que ayer entraron al local del Correo prendidos a un revólver como a la vida, jugados a todo o nada, y nos dejaron a todos así, hablando de ellos, blasfemando, echándole la culpa al gobernante de turno, pidiendo la pena de muerte, en suma, ganándonos a todos, haciendo que nos parezcamos cada vez más a ellos, en vez de al revés.
Excelente, de acuerdo!
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