Escritor y periodista Julio Dornel
La mayoría de los niños han soñado siempre con ser jugadores de fútbol y brillar en algún equipo importante o en alguna selección.
Nadie duda de los sacrificios que realizan los padres para que el futuro crack se vaya transformando en un profesional que logre una sólida posición y que algún día pueda salvar a la familia.
Sin embargo en la gran mayoría, estos sueños se ven frustrados y solamente un bajo porcentaje logra alcanzar la meta y la fortuna que un día soñó toda la familia. Como todo deporte asociado el fútbol de los niños tiene la virtud de contribuir a la formación de su personalidad y mejorar su desarrollo físico. Sin embargo este deporte debe ser practicado dentro de las posibilidades de cada niño y teniendo en cuenta siempre el espíritu de la competencia y el compañerismo que debe reinar entre los participantes.
De esta manera se estaría otorgando fundamental importancia a la formación deportiva, sin tener en cuenta la formación del atleta profesional que llegará con los años.
La práctica del baby fútbol con orientación de profesores especializados contribuye a la formación de la personalidad de los niños y jóvenes promoviendo valores a través del juego. También en el baby los niños van aprendiendo a respetar a sus compañeros, a sus profesores y al público en general, mientras van adquiriendo los conocimientos deportivos.
Lamentablemente no todo es así. Algunos padres piensan que el niño tiene que dejar de estudiar a los 10 años para convertirse en el crack que salve a la familia. Hemos comprobado que muchos adolescentes están abandonando la frontera para continuar o comenzar sus actividades futbolísticas en otras divisiones de Rocha o Montevideo. Esto nos parece muy bien. Pero nos parece muy mal que se pretenda por parte de los dirigentes o los propios padres colocarlos en determinadas instituciones para solucionar problemas económicos.
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