Mientras, analistas religiosos se
preguntan hasta dónde está dispuesta a "negociar" la Iglesia Católica,
como institución, en temas tabú para su tradición como la ordenación
sacerdotal de mujeres, la integración de los divorciados y el rechazo a
los homosexuales.
El cardenal argentino Jorge Bergoglio,
hoy el papa Francisco, tuvo especial cuidado de dejar esos asuntos
fuera del protocolo de la Jornada Mundial de la Juventud, motivo de su visita a Brasil del 22 al 28 de este mes.
En respuesta a los periodistas en el
avión que lo llevó de regreso al Vaticano, respondió en entrelíneas lo
que ahora muchos leen como una "revolución" del "papa que llegó de la
tierra de nacimiento del Che (Ernesto) Guevara" o, como mínimo, el
inicio de una apertura de la Iglesia Católica.
"Si una persona es gay y busca al Señor
con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El catolicismo enseña
que no hay que discriminar, sino acoger", agregó al condenar, sin
embargo, a los "lobby gay" que como otros grupos de poder no son "cosa
buena".
El escritor y teólogo dominicano Frei
Betto señaló, en entrevista con IPS, que se trata de un jefe de la
Iglesia Católica dispuesto a hacer concesiones, un hombre de diálogo y
no de disciplina. "Ya no tenemos un papa conservador como los dos que
lo antecedieron", opinó.
Pero son concesiones y no revoluciones,
para el sociólogo Luiz Alberto Gomes de Souza, director del Programa
de Ciencia y Religión de la Universidad Cándido Mendes. El sociólogo no
ve en la figura del papa argentino la de un "rebelde" que llegó al
Vaticano a cambiar la doctrina.
"Yo diría que el papa no cambió la
doctrina tradicional sobre una serie de temas, pero sí que, al evitar
una condena, de cierta manera emitió un silencio que es libertador. O
sea, un silencio que permite que se comiencen a discutir estos temas",
dijo Gomes de Souza a IPS.
El obispo de Roma, como prefiere ser
llamado Francisco en esta nueva postura de humildad papal, cerró una
puerta para otros asuntos como el aborto y el matrimonio de personas
del mismo sexo, a los que se opuso férreamente como cardenal en
Argentina.
"La Iglesia ya se ha expresado
perfectamente sobre eso. No había necesidad de volver a hablar de eso",
respondió a los periodistas.
Sin embargo, Gomes de Souza entiende
que Francisco habría abierto otra puerta: la de un nuevo "clima"
propicio para el debate" en cuestiones "congeladas" en las parroquias,
como el celibato obligatorio de sacerdotes, la moral sexual, la
castidad de los jóvenes, la condenación de usar métodos anticonceptivos
y la diversidad sexual.
"La gente (de la Iglesia) tenía miedo de discutir esos asuntos. Ahora de cierta manera, él los descongeló", opinó el experto.
"Él no cerrará el debate en el interior
de la Iglesia sobre los temas de teología moral que están congelados
desde el siglo XVI, y que los teólogos no pueden abordar sin correr el
riesgo de censura o sanción", consideró Frei Betto.
El papa no se refirió a esos temas
"congelados", pero sí a otros calientes abordados por los periodistas en
el avión, como el divorcio o la participación de las mujeres dentro de
la Iglesia Católica.
"Creo que ha llegado el tiempo de la
misericordia... Cuando se reúna el grupo de los ocho cardenales, en los
primeros días de octubre, discutiremos cómo seguir adelante en la
pastoral matrimonial", respondió Francisco al referirse al reclamo de
católicos divorciados, que no están habilitados a una segunda unión por
los ritos católicos.
De este modo dejó abierto también el tema de la ampliación del concepto de "nulidades" del matrimonio.
También abrió una puerta para las
mujeres."Se debe seguir adelante, no se puede entender una Iglesia sin
mujeres activas en ella...No hemos hecho todavía una teología de la
mujer. Hay que hacerlo", añadió.
Pero para que no haya confusiones, el
papa aclaró que, "en cuanto a las ordenaciones de las mujeres, la
Iglesia ha dicho no". "Juan Pablo II se pronunció con una formulación
definitiva. Esa puerta está cerrada", sentenció.
En el ámbito de un nuevo clima de
"alegría" y de optimismo, y no de "quien parece en constante luto",
como dijo en su homilía en Aparecida, el papa argentino prefirió
destacar lo "positivo", como remarcó en el avión de regreso.
Paulo Carneiro de Andrade, de la
Pontificia Universidad Católica, define ese nuevo ambiente eclesiástico
"optimista", no como un "cambio doctrinario, sino en la relación
pastoral".
Un clima necesario en medio de una
Iglesia Católica que pierde terreno ante agrupaciones evangélicas más
festivas en sus cultos y con pastores más cercanos a sus seguidores.
Lo que cambió, según Carneiro de
Andrade, fue "el contexto pastoral en el que ahora se habla". Como
Gomes de Souza, este teólogo destaca que no hay "innovación" en temas
como la integración de los homosexuales en la sociedad y en la condena a
la homofobia. Tampoco en el de los divorciados, que ya había sido
discutido en la era de su predecesor, Benedicto XVI.
"Sorprende porque antes el tono era
negativo, de condenación, de desconfianza del mundo moderno. Este papa
muestra una visión más positiva y constructiva de fe cristiana. Por eso
lo que dice adquiere otra dimensión", dijo Carneiro de Andrade a IPS.
Una nueva dimensión cuidadosamente entretejida en la elección del perfil del nuevo papa.
Es "un papa necesario, que fue elegido
debido a la renuncia de Benedicto XVI y que admitió no poder tomar
cuenta de los problemas que la Iglesia afronta", precisó Frei Betto.
En la entrevista con la emisora
brasileña TV Globo, "Francisco dejó claro que hubo una articulación de
los cardenales reunidos para el cónclave, y que la decisión de que el
papa a elegir debería ser alguien capaz de transformar la Iglesia....",
aseguró.
Carneiro de Andrade coincidió en que el
colegio cardenalicio "quería una pastoral que tuviera esa relación y un
evangelizar con un modelo más propositivo, más optimista sobre el
futuro".
La constante sonrisa y el reguero de
bromas que dejó el papa Francisco en Río de Janeiro muestran ese
camino. Lo cual, ante el rostro siempre adusto y serio de Benedicto
XVI, no deja de ser una revolución.
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