Operador inmobiliario advierte por daños que se generan
Andrés Carrau llegó a Punta del Diablo
hace 15 años buscando un sitio tranquilo. Hoy administra 110 casas y
observa preocupado cómo cambió el lugar. Dice que el desborde de jóvenes
arruina la temporada completa.
Punta del Diablo | Andrés Roizen
El País
Carrau se mudó en 1998 para Punta del Diablo y
afirma que lo hizo "sin pensarlo mucho", enamorado del lugar y buscando
alejarse de Montevideo. Hizo cuatro cabañas para alquilar y luego
construyó para terceros. Ahora tiene una inmobiliaria y administra
propiedades.
En todo este tiempo, vio cómo cambió el balneario. Dice
que ya hace cuatro años que las temporadas vienen cayendo y que la
llegada masiva de jóvenes en enero hace que luego menos gente vacacione
ahí.
-¿Cómo era Punta del Diablo hace 15 años?
-Vivían 200 personas y cabían unos 2.800 turistas, hoy
se calcula que caben 40.000 y vivimos 1.500 durante todo el año. Fue un
crecimiento explosivo.
-¿Cómo se vivió ese proceso?
-Estuvieron todos los dolores y problemas que implica
un crecimiento explosivo, nada creció bien. Punta del Diablo es un
adolescente que se choca contra las cosas, anda a los codazos con la
vida; carece de todo, adolece de todo, le falta agua, luz, pan, leche.
Falta orden. La gente empuja el lugar mucho más de lo que el Estado se
da cuenta que tiene que invertir. Todos los años la OSE hace una reforma
y todos los años nos quedamos sin agua, la UTE planifica y todos los
años nos quedamos sin luz.
-¿No se encauzó la expansión?
-Se dio un crecimiento sostenido y desordenado. Los
privados hicieron lo que cada uno creyó mejor para el lugar o para
ellos, pero sin muchas reglas del Estado. No hay planificación, y por
momentos uno sospecha que hay una transgresión explícita, que está
amparada. Hay cosas que no podrían suceder. Si Punta del Diablo sigue
creciendo así, va a ser una cosa ecléctica en el mejor caso. En el peor,
va a ser un mamarracho, no va a cuidar cultural y estéticamente el
lugar.
-¿Cuál es el principal problema de Punta del Diablo?
-Como sitio turístico el principal problema es que
no soporta tener una única población, de entre 18 y 22 años, durante 15
días ocupando todo el balneario. Esos chicos no consumen más que lo que
venden las discotecas, con lo cual el pueblo se sienta a mirar la fiesta
de ellos sin poder venderles nada de lo preparado en el año. No es
problema de los gurises, si toda la población fuera de 70 años el
problema era el mismo. Y lo que trae aparejado ese descontrol juvenil en
la primera quincena de enero es que la gente elige otros destinos. Esta
movida por más que dure pocos días, empobrece los lugares. La gente al
decidir sus vacaciones piensa en Punta del Diablo y dice: descontrol de
gurises drogados, borrachos e inseguridad. Es un lugar en el que no
podés dormir, entonces elegís otro. A pesar de que los jóvenes vienen 12
días, te arruinaron el cliente potencial de toda la temporada.
-¿Cayeron los alquileres?
-Hace 4 años caen. Era el único balneario que se
daba el lujo de tener entre 60 y 80 días de temporada alta, y ahora en
enero quedan lugares libres. Es insólito lo que pasa, sin terminar la
primera quincena tengo 18 cabañas libres, una locura.
-¿Ahí pesa la movida joven?
-Esta movida no deja descansar, se mete en tu
puerta. El gran problema de esta suerte de diversión es que transgrede
todo. Si encarás a los gurises para que bajen la cumbia, van y ponen más
parlantes. Al que le pasa eso no viene más, porque no dormir 4 o 5 días
en vacaciones es de lo peor que te puede pasar. Es un milagro que no
haya habido otros problemas; he tenido que frenar gente que salía con un
palo gritando que los iba a matar a todos porque no lo dejaban dormir.
-¿Se rompió la convivencia?
-Sí, se comportan en forma autoritaria acá, no les
importa nada. Dicen que ellos nos matan el hambre, pero este fue un
lugar exitoso durante los últimos 25 años. Los pibes creen que hicieron
el pueblo y no es así. Como país tendríamos que ver porqué la diversión
pasa por molestar al vecino, porque no son los extranjeros, son los
uruguayos que están desbocados. Hablás con ellos y no les importa que no
puedan dormir los demás. El lugar es complicado en alcohol y drogas,
los gurises se descabezan.
-Esa llegada masiva también es negocio para muchos, ¿no?
-No es así, los gurises vienen con las bolsas de
comida y alcohol desde Montevideo. Para las cabañas tampoco es negocio,
antes las alquilabas 60 días y ahora, con suerte, 12 días a estos pibes y
después ponete a arreglarlas. Es nefasto.
-¿No aporta nada ese público?
-Yo veo esto y pienso que es lo mismo que deben
haber sentido los cubanos cuando los gringos les tomaron La Habana de
burdel; lo que sentimos con estos pibes que te saltan arriba del auto
debe ser lo mismo. El atropello es frontal, y son muchos, no hay qué
hacer, solo esperar a que pasen.
-¿Cómo está la seguridad?
-Horrible, cumplí los primeros 12 días de enero con
robos todas las noches en alguna de las casas que administro, y no hay
suficientes policías.
-¿Hay alguna solución?
-El Estado tiene todas las soluciones, pero está
claro que no le interesa. El intendente cree, y ya lo dijo, que éste es
el turismo del futuro, está absolutamente loco. Le prestaría una casa
para que vacacione; si puede dormir, que ponga un almacén acá.
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