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martes, 21 de enero de 2014

Predicamos serenidad y surge la violencia Escribe Iliana Bellon Correa

Iliana es lectora del blog. Tiene 19 años y estudia Relaciones Internacionales en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de UdelaR.
Este es su aporte sobre lo ocurrido este lunes 20 en el Estadio Centenario de Montevideo.
 
 
En el partido clásico de Nacional Vs Peñarol, surgió una riña calurosa. A partir de este acto violento nos preguntamos lo siguiente ¿Cómo es posible que seres humanos que son “ejemplos” nacionales e internacionales de mucha gente que salen a las canchas con pancartas de “no a la violencia en el fútbol” concluya en esto?
Es inconcebible el mal ejemplo que los jugadores tanto de Peñarol como de Nacional están brindándole a los hinchas. A partir de esta vergüenza no hace falta explicar el por qué brotan las riñas entre las hinchadas, las muertes y amenazas.
Estos jugadores que tanto manifiestan sobre la violencia en el fútbol que tiene que parar, deberían ser los primeros en dar el ejemplo, no comenzar una pelea para que la policía y el cuerpo de cada equipo deba separar a estos individuos. ¿Qué va a ocurrir dentro de un par de años? ¿Cuando las familias deseen asistir a un clásico? ¿Será que terminaremos como las hinchadas turcas que queman estadios? ¿Cómo le explicamos a un niño hincha de cualquier cuadro que no se deben practicar dichos actos en ningún ámbito de la vida? Es una ardua tarea por la cual debemos ser responsables y no mirar a otro lado cuando las cosas suceden.
Como primer punto los representantes de los clubes deben impedir que estas cosas sucedan, los capitanes de cada equipo deberían poder “frenar” a estos jugadores.
El segundo punto es no creernos que todo lo que hacen nuestros “ídolos” es bueno, son actos anti-éticos que dañan a la persona como ser humano.
Por último y tercer punto, las instituciones no solo deben promover la no violencia, porque es muy fácil armar campañas para alentar a los jóvenes a practicar deporte de manera sana y sin violencia. Pero más difícil es que estos actos dejen de ocurrir.
¿Podremos hacer uso de razón y darnos cuenta que esto es salvajismo? ¿O seguiremos mirando modelos de otros países con el sueño de que algún día se podrá controlar en nuestro país?



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