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viernes, 12 de julio de 2013

Monseñor Galimberti:"Factor consumo" aleja a la gente de la Iglesia en Uruguay

"Factor consumo" aleja a la gente de la Iglesia en Uruguay

Espectador.com

12.07.2013 | 10.53

En diálogo con En Perspectiva, monseñor Pablo Galimberti, obispo de la Diócesis de Salto, se refirió a su reciente editorial en la última edición de CLAM, la revista litúrgica de la Conferencia Episcopal del Uruguay, en la cual señala su preocupación por la creciente inasistencia de los fieles a las misas. El consumo como "factor cultural" y la "falta de paternidad" fueron señalados por el obispo como parte del problema.
"Factor consumo" aleja a la gente de la Iglesia en Uruguay

“Muchos presbíteros comentan que las misas en la temporada veraniega en Punta del Este están repletas. ¡Pero de argentinos! En eso, nuestros vecinos nos ganan ampliamente”, dijo Galimberti en el último editorial del CLAM.

En ese artículo Galimberti muestra su preocupación por la asistencia cada vez menor de los fieles a las misas dominicales, un rito que, teóricamente, los católicos están obligados a cumplir.

Galimberti plantea varias preguntas, como por ejemplo: “¿Nuestras misas son aburridas? ¿O nuestras homilías resultan cansadoras o repetitivas?” dejando el tema abierto a los lectores y el debate.

Para el obispo de la Diócesis de Salto (que comprende los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro) y responsable del Departamento de Liturgia en la Conferencia Episcopal del Uruguay, parte del problema está en el consumo como “factor cultural” y la “falta de paternidad”.

“Venimos con una disminución notoria de la presencia de fieles en las misas. Será porque la educación no ha marcado algunos parámetros, las obligaciones de la vida actual también juegan su papel” de todas formas “nosotros somos de lo que creemos que los rituales nos sirven, nos cuidan, pero que hay que alimentarlos para que no sean gestos vacíos”, explicó el obispo de Salto.

La obligatoriedad de la misa “es uno de los preceptos que el cristiano debe mantener, es un vínculo con el día en que se recuerda la resurrección de Cristo. Evidentemente esto no se inculca como una obligación en si, sino como una motivación a concurrir con cierto gusto y expectativa”, agregó.

Galimberti entiende como necesario “buscar las formas adecuadas para llegar con la palabra de Dios, tener buenos predicadores, no ser complicados en el mensaje pero tampoco demasiado reductivos, alimentando de esta forma la vida del cristiano en una sociedad que es complicada”.

En este contexto Galimberti explicó que parte del problema está en el consumo, “considerado como un factor cultural”. “El consumo entra en todos lados, parece que da bienestar pero eso se confunde con felicidad”.

Ocurre que “la felicidad es otra cosa, es algo más interior” a lo que se suma “la ausencia de esas antiguas habilidades para la vida que antes se daban desde el hogar y la familia. Hoy por hoy un joven recurre al alcohol para desinhibirse ante una chica y antes el padre, el tío, el abuelo eran los que nos enseñaban a relacionarnos”, ejemplificó el obispo.

“Si ponemos al domingo como ese día en que hay que hacer todo lo que no hicimos en la semana, eso nos empuja a una especie de obsesión por el consumismo que no nos permite hacer el paréntesis que ese día de la semana nos da para experimentar nuestra libertad como hijos de dios, entramos en una neurosis dominical”, sostuvo Galimberti.

Otro punto señalado por el obispo es “la falta de paternidad”: “Muchas veces las personas se olvidad que autoridad significa hacer crecer. Hoy por hoy estamos ante una total falta de paternidad que es patética. Se han perdido esas habilidades de las que hablaba, las familias no cumplen ese rol y creo que eso nos toca a todos”.

Al cierre de sus declaraciones, Galimberti expresó que lo que él marcó en su editorial, “no es más que un dato sociológico de los comportamientos que hoy son frecuentes en toda la sociedad”.

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