Oscar Bruno Cedrés
Comienzan
las clases con la incertidumbre del niño que por primera vez pisa un
aula escolar, con la alegría de los que vuelven y se encuentran con
los “viejos” amigos del año anterior, con las túnicas blancas
varelianas desplegadas al viento cual paloma revoloteando su nido,
con las maestras, las que ya estaban antes y las nuevas, las que
antes llamábamos nuestra segunda madre, porque la Escuela era
nuestro segundo hogar, con el sonar de la campana marcando el inicio
de la clase, el tan ansiado recreo y la hora de volver a casa.
Pero
la Escuela, uruguaya, laica y gratuita, también esta unida a la
mejor historia de nuestro querido fútbol.
Por
sus patios corrieron, le pegaron por primera vez a una “guinda”,
- de trapo, de cuero o de goma, - sudaron la “túnica”, los
futuros cracks de nuestros clubes, de nuestra querida casaca celeste,
la mil y una vez ganadora, en el amateurismo o en el profesionalismo.
Quién
iba a pensar que de los patios de la vieja Escuela 4, la de Doña
Sara, la del místico Barrio Lavalleja iban a surgir aquella gran
camada de jugadores luego campeones del Este en el 45, el 50, del
quinquenio y del interior del 54.
Quién
iba a pensar que de los patios embaldosados u hormigonados de las
Escuelas del centro iban también a surgir los futuros cracks de las
selecciones uruguayas mundialistas.
Quién
iba a pensar que de las Escuelas del recordado Barrio de las Ranas, o
de la Amarrilla, también iban a surgir figuras que serían con el
devenir del tiempo futuros campeones con la celeste profesional.
Y
así vienen a nuestra memoria el gran Nino González y la “vieja”
Vilizzio dos de los del 54; o el endiablado Carlos Julio Revelez,
alumnos de la Escuela Artigas; Denis Alfredo Milar, el jugador más
laureado del fútbol rochense con su rubia melena al aire jugando por
los patios de la Escuela Varela; Mariolo Bergara, el campeón
sudamericano con la celeste de Uruguay y triunfador como un grande
dentro de las canchas y fuera de las mismas en el gran fútbol
profesional capitalino; correteando por los patios del viejo Colegio
Larrañaga; Alberto Martínez otro de los ganadores en Rocha y el
Mundo, por su calidad futbolística y de persona de bien, paseando su
estampa primera por los patios de la Escuela Ramírez; Marito López,
crack con la del Palermo rochense, la albiroja del River de
Montevideo, y la tricolor del Nacional campeón del Mundo, pasando
luego al incipiente fútbol oriental japonés, dándole a la redonda
traviesa en los patios de la Escuela del Barrio de la Ranas, la 44;
al capitán del Quinquenio y de los históricos del 54, Luis Alberto
Muñoz, trancando con su pequeño físico, pero con gran fuerza y
garra como lo hiciera luego con la celeste en el pecho, en el viejo
patio de la Escuela 4, Juan Antonio Lavalleja y también el goleador
del torneo uruguayo profesional y campeón del Apertura con la
profesional casaca de Rocha, el gran Pedro Cardoso haciendo sus
primeros goles en la Escuela 4 en su actual ubicación, entre otros
muchos que nos vienen a la memoria pero que en estos que nombramos
hoy están todos ellos incluidos, alegres niños de túnicas blancas,
grandes crakc con las queridas camisetas de nuestros seleccionados o
equipos profesionales.
A
la Escuela y sus niños futboleros, nuestra semblanza del día de
hoy.
Marzo/2007
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