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lunes, 1 de julio de 2013

OPINIÓN-GABRIEL PEREYRA El proyecto frenteamplista al borde de un fracaso monumental

El proyecto frenteamplista al borde de un fracaso monumental

El Observador

OPINIÓN-GABRIEL PEREYRA. 

La izquierda parece haber minimizado el problema de la educación, en manos de una corporación de ribetes fascistas que cada vez juega más fuerte contra los débiles



Hace unos días el número dos de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Jerónimo Roca, escribió en su cuenta de Twitter: “Si el MIDES (Ministerio de Desarrollo Social) sigue abierto dentro de seis años habremos fracasado”.

El planteo, interesante, parece encerrar un dejo de esperanza de que las políticas sociales, al menos las más agresivas y costosas, no sean tan necesarias dentro de seis años. La pregunta que se impone es ¿por qué razón habría de ser así? Uruguay lleva más de 10 años creciendo -en algunos tramos a tasas chinas- y las aristas más duras de la pobreza siguen lastimando a miles.

Cuando los tecnócratas manejan cifras sobre la reducción de la pobreza son datos que no se pueden desestimar porque de alguna forma hay que medir los resultados, pero en general encierran pequeñas trampas tales como que con darle algunos pesos a una persona que figura como “pobre” en una estadística, deja de serlo. La fragilidad de su situación depende de que pueda seguir recibiendo ese dinero y todos sabemos que ya llegará el día en que las cuentas del país no sean tan auspiciosas como lo vienen siendo desde 2003.

Pero pensar que este crecimiento económico que no logra abatir el núcleo duro de la pobreza y las políticas que algunos cuestionan como asistencialistas son la mezcla que terminará por hacer más o menos necesario al Mides, es como preocuparse por cómo sacar la humedad de una pared generada por un caño que se rompió en los cimientos. Es lo que parece que estamos haciendo: debatir si ponemos cal o pintura al agua, mientras en las profundidades el agua mana a borbotones.

La más profunda, duradera y, a la larga, barata de todas las políticas sociales está haciendo agua por todos lados y amenaza con ahogarnos a todos: la educación.

Ahí, y no en las políticas sociales tradicionales, radica el gran fracaso de todos estos años de gestión frenteamplista. La educación amenaza con reducir a una anécdota todos los logros obtenidos desde 2005 y dejar al país sumido por décadas en una catástrofe que, a la larga, puede terminar afectando aspectos institucionales.

Hay una emergencia nacional que el gobierno parece no advertir. Para anunciar la legalización de la marihuana se montó un escenario con medio gobierno presente y todos los medios atentos. Cuando se anunciaron medidas contra la inseguridad, igual. ¿Alguien vio un tinglado de esta importancia para, al menos, hacerle ver a algún distraído que estamos en una emergencia?

La violencia, la inseguridad y la pobreza son fenómenos multicausales, pero en todos hay un factor que siempre está presente: los niveles educativos de la ciudadanía. En vez de estimar la peligrosidad de los delincuentes por el número de rapiñas deberíamos medir los años que estuvieron fuera de un aula.

La decadencia de la educación llegó a un grado tal que resultó visible materialmente y aunque el país crecía y crecía todos admitíamos como corderos oligofrénicos que los niños más pobres y débiles del país asistieran a centros de estudio que se llovían y olían a mierda porque tenían un baño para 600 alumnos. Y gobernaba la izquierda.

Y la izquierda sigue gobernando, pero la educación está en manos de una corporación de educadores que ante la pasividad oficial han ido subiendo la apuesta: ahora no solo dejan sin clases a los más necesitados sino que adoptan actitudes fascistas y expulsan de sus filas a los disidentes. Se cargan en una movida el derecho constitucional a la educación, a la agremiación y al trabajo, y todos tan campantes.

Podría seguir enumerando barbaridades de esta dimensión en torno a la educación, pero ya todos las conocemos. El gobierno también las conoce. Si esto sigue este rumbo, por más versos que nos quieran vender cuando llegue el momento de juntar votos, por más cifras que nos muestren los tecnócratas travestidos en políticos, por más consignas solidarias que lancen desde las tribunas, si no logran un quiebre profundo y verdadero en la educación, todos estos años de gobierno frenteamplista no habrán sido otra cosa que un fracaso con peligrosas proyecciones de futuro.

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