Expertos estiman que volverá a estallar y luego decrecerá
Brasil tiene unos días de calma, pero la revuelta social continúa
El País
La revuelta social en Brasil, nacida de la
indignación ciudadana por la corrupción y los pésimos servicios
públicos, ha disminuido en intensidad, pero será como una ola que sube y
baja, advierten expertos.
Río de Janeiro | AFP
Las manifestaciones empezaron tímidamente hace
unas tres semanas y fueron creciendo hasta alcanzar su clímax el 20 de
junio, en plena Copa Confederaciones, cuando más de un millón de
brasileños se volcaron a las calles exigiendo castigos contra los
políticos corruptos y más inversiones en educación, salud y transporte,
en vez de en estadios para el Mundial de fútbol de 2014.
Aunque desde entonces la cantidad de gente en las
calles ha bajado fuertemente, persisten focos de protesta, como la de
los camioneros, que han bloqueado esta semana importantes carreteras en
todo el país.
La inminente visita del papa Francisco a Río para
liderar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) del 22 al 28 de julio, a
la cual se prevé que asistan dos millones de personas, podría motivar a
los manifestantes, que buscan visibilidad para sus reclamos.
Pero julio es período de vacaciones, y eso puede afectar las movilizaciones.
Exigir.
La protesta "sube y baja; es como una ola", y "esta
ola seguirá mientras la población se movilice por cuestiones sociales",
dijo a la AFP Paulo Henrique Martins, presidente de la Asociación
Latinoamericana de Sociología.
"Es plausible que ocurran nuevas protestas durante
las JMJ, un evento que coloca al país en evidencia y moviliza las
estructuras sociales", estimó.
La población ha aprendido que mostrar su indignación y
exigir cuentas al gobierno "es posible y eficaz", señaló a la AFP la
antropóloga Alba Zaluar, de la Universidad estatal de Río de Janeiro.
Y a los políticos, "que están ahora con recelo, cautelosos, han mostrado el poder del pueblo", acotó.
"Ahora habrá un tiempo de espera para ver qué
sucede, y si la respuesta de la clase política no fuese satisfactoria,
las protestas continuarán, aunque tal vez no tan intensamente",
pronosticó Zaluar.
La fragmentación del movimiento y la diversidad de
sus reclamos complica la tarea, sostuvo el historiador Pablo Soares
Gonçalvez, de la Universidad Católica de Río.
La presidenta Dilma Rousseff, cuya popularidad se
derrumbó 27 puntos a 30% en las tres semanas de manifestaciones, según
una encuesta de Datafolha, ha pedido al Congreso que convoque un
plebiscito para una reforma política a fin de calmar las protestas,
entre otras medidas.
"Si el gobierno sabe capitalizar la ola de
movilizaciones en políticas públicas, conseguirá usar eso para la
reelección de la presidenta (en octubre de 2014)", dijo Martins.
Hartazgo.
¿Qué es lo que ha indignado tanto a los brasileños para sacarlos a la calle en las mayores protestas en dos décadas?
Para muchos, al hartazgo con servicios públicos
ineficientes se ha sumado la corrupción arraigada en la clase política, y
sobre todo en el Congreso, donde hay muchos legisladores acusados y
condenados por graves delitos.
El último de los escándalos estalló el miércoles: el
presidente de la Cámara de Diputados, Henrique Eduardo Alves, usó un
avión de la Fuerza Aérea para llevar a familiares a ver la final de la
Copa Confederaciones en el estadio Maracaná de Río.
"En el Brasil de hoy hay demasiado caviar para
la élite, y las personas se dieron cuenta. Esa percepción, junto con la
indignación frente a la corrupción generalizada, contribuyó al actual
clamor", opinó el escritor y periodista Elio Gaspari en una columna
titulada "Que coman fútbol" en el diario The New York Times.
Al igual que en Turquía, en el movimiento de
"indignados" españoles, en Ocupemos Wall Street o en la Primavera Árabe,
en Brasil "lo que es denunciado es la distancia cada vez más abismal
que separa a dirigentes y dirigidos, a los más ricos de los más
pobres", estimaron varios intelectuales -entre ellos Martins- en una
columna publicada recientemente en el diario francés Libération.
Una de las cosas que ha cambiado en Brasil con las
protestas sin filiación partidaria ni sindical es que se ha vuelto a
hablar de política en los bares, en el trabajo o entre amigos.
La reforma política que plantea Dilma Rousseff
-La presidenta Dilma Rousseff ha propuesto para el
plebiscito cinco grandes puntos que deberán ser debatidos por el
Congreso a fin de redactar las preguntas que serían hechas a la
sociedad; eso siempre y cuando el Legislativo decida convocar la
consulta.
-Según la mandataria, se deberían abordar la
financiación de campañas, el sistema electoral, las suplencias de
parlamentarios, las coaliciones partidarias y el voto secreto en las
Cámaras.
-Sobre el primer punto, ha sugerido consultar a la
sociedad sobre si la financiación de los partidos y sus campañas debe
ser solamente pública, privada o, como ocurre actualmente, mixta.
-En relación al sistema electoral, la consulta sería
sobre si se debe mantener o no el actual régimen de representación
proporcional en las Cámaras, mediante el cual los escaños se distribuyen
en función de los votos recibidos por cada partido político.
-La tercera propuesta apunta a que se pregunte a los
electores si se deben mantener los suplentes de diputados y senadores,
que sólo asumen sus escaños en los casos en que el titular renuncia, se
toma una licencia, es destituido o fallece.
-También ha sugerido que en el plebiscito se plantee
una nueva reglamentación de las coaliciones partidarias y se pregunte
si se debe eliminar el voto secreto en las decisiones parlamentarias.
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