Julio Dornel.
El
18 de setiembre de 1928 se produjo el vuelo inaugural del mayor
dirigible alemán que pretendía homenajear al Conde Ferdinad van
Zeppelín, pionero de la aeronavegación alemana por aquellos años.
Informaciones periodísticas de la época han señalado que el
aparato era propulsado por 5 motores y una capacidad de carga que
superaba las 60 toneladas, sobrevolando el atlántico en 150
oportunidades. Una de las crónicas señalaba que pasó por nuestro
país el 29 de junio de 1934 en dirección a Buenos Aires,
regresando al día siguiente, siendo escoltado por 6 aviones de la
Escuela Militar, sobrevolando la ciudad vieja y Avenida Agraciada en
dirección al Palacio Legislativo. Su pasaje resultó un espectáculo
inusual, movilizando un elevado número de curiosos que procuraban
puntos estratégicos para observarlo mejor. Recurriendo a documentos
de la época y a la memoria de algunos vecinos, ofrecíamos en 1998
(Diario El Fanal) algunos detalles sobre su pasaje por esta frontera.
La famosa aeronave considerada por aquellos años como un verdadero
orgullo de la ingeniería alemana, llevaba pintada en un costado, la
cruz esvástica como un anticipo del drama mundial que se viviría
años más tarde. El 26 de junio de 1934 llegaba a Pernambuco en
horas de la tarde, después de haber sobrevolado Fernando de Noroña
para dirigirse a Río de Janeiro al día siguiente y desde allí a
nuestro país. También los vecinos de Santa Vitoria do Palmar
recordaban con nostalgia el pasaje del Zeppelín por estas latitudes,
lo que significó
un verdadero acontecimiento, pudiéndose observar una mezcla de
asombro y temor ante la presencia del extraño aparato. Señala la
crónica mencionada que el GRAF ZEPPELÍN no pudo descender en
Montevideo por falta de instalaciones adecuadas. Al cruzar la
frontera uruguaya, envió un saludo a las autoridades y al pueblo,
“deplorando las dificultades técnicas, que no
me permiten en esta oportunidad tocar
tierra de este noble país. (Firmado Hugo Ecker) También en esta
frontera, 18 de Julio y Santa Vitoria do Palmar, el pasaje del
ZEPPELIN dejó recuerdos imborrables entre los pobladores que
pudieron observar y comentar luego los detalles del histórico viaje.
La zona preferida para observar su pasaje fueron las Sierras de San
Miguel, el Fuerte del mismo nombre y el Cerro Picudo, dando origen a
muchas anécdotas, donde cada uno daba su versión sobre el
desplazamiento del histórico aparato. El dirigible tenía 235 metros
de largo y su esqueleto estaba revestido por una tela de algodón
preparada especialmente para resistir la fuerza del aire. La
tripulación estaba compuesta por 46 personas, que disfrutaban del
máximo confort, pues su creador el Conde Ferdinad Van Zeppelín lo
había dotado de todos los elementos indispensables para una
prolongada travesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario