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lunes, 31 de marzo de 2014

Crónica de dos muertes: una anunciada, la otra no tanto. Por Lilly Morgan Vilaró

                                          Escritora y periodista Lilly Morgan Vilaró

Hace poco, los noticieros, programas de chimentos, programas de la tarde y cuanto más existen en la TV argentina, se pasaron más de tres días cubriendo la noticia del suicidio de un empresario teatral, cuya obra más conocida había sido el haberse casado con la vedette Nazarena Vélez. Al parecer, antes de suicidarse, el hombre había escrito por todas las paredes de las redes sociales, mensajes que hablaban claramente de su intención de quitarse la vida. Pero nadie le hizo caso o se dio por aludido. Incluyendo a Nazarena Vélez, quien no solo no captó las indirectas de su marido, una de las cuales decía algo así como:”Cuando te morís no sufrís más, pero los que te rodean si sufren, porque entonces ahí se dan cuenta de lo que tenían y no supieron valorar…” y se había marchado a Miami para decirles a las hermanas del aún no difunto, que su hermanito le debía un montón de plata. Y que ella había ordenado una auditoría a la empresa que tenían en común, porque sospechaba que su amor la estaba estafando. O sea, sospechaba que el tipo estaba robando del negocio que tenían en común. Que era un chorro. Como  habían dicho otras personas que habían tenido negocios en común con este señor  y que por tal motivo lo habían llevado ante la justicia. Es decir, sospechado de ser un chorro de guante blanco, pero chorro al fin.  La prensa trató el tema como si se tratase del suicidio de una persona  de una importancia vital para el país. Nazarena volvió de Miami y las autoridades del aeropuerto le pusieron un auto en la pista para que pudiese esquivar a los medios que ansiosos esperaban una palabra de la ya viuda oficial. Y seguían argumentando y analizando los por qués del suicidio, cayendo siempre en el mismo lugar: el tipo se había mandado otra estafa, pero esta vez familiar. Y en vez de asumir sus culpas, decidió pasárselas a Nazarena. Suicidándose. Que viene a ser algo así como asesinarse a sí mismo.
Por esos mismos días, un chorro de guante sucio, que no estaba casado con vedette alguna, salió a hacer unas changas. Que en su caso, significaba salir a manotear carteras, relojes o lo que estuviese más a mano, de transeúntes desprevenidos. Con su socio manejando la moto intentaron arrebatarle la cartera a una joven madre que estaba parada con su bebe en brazos, que, según algunas versiones no se resistió al robo. Según otras, sí se resistió, llamando la atención de varias personas que acudieron en su ayuda. Entre todos, eran más de 50, lograron agarrar al joven arrebatador y lo detuvieron. Hasta aquí, todo bien. Aplausos para los vecinos solidarios. Una vez detenido, los vecinos llamaron a la policía y entregaron al ladrón. Eso hubiese sido lo lógico en personas normales. Pero al parecer algo pasó por las mentes de este ya malón de gente, quienes empezaron a patear y a golpear al ladrón hasta dejarlo inconsciente en el medio de la calle. La policía llegó para llevárselo a un hospital, en donde a las pocas horas murió a causa de los golpes recibidos. La prensa lo cubrió como un hecho de inseguridad más. Comentando que los vecinos habían detenido al ladrón. Y bueno, que este se murió. Acá no hubo análisis sobre qué había llevado a este joven a ser ladrón. Ni comentario alguno sobre la horda de buenos vecinos justicieros que al parecer, pusieron en su lugar al chorro de guante sucio. O sea, en un cajón. A la madre del chico que tenía 18 años, nadie le mandó un auto a la puerta de su casa para que evitase a la prensa al llegar al hospital. No hacía falta. No había prensa. Supongo porque estaban todos cubriendo el velatorio y el funeral del marido suicida de Nazarena. El empresario sospechado de ser un chorro de guante blanco.
La prensa empezó recién ahora a ocuparse de la muerte, o mejor dicho, asesinato a manos y pies de más de 50 personas y a plena luz del día, del chorro de guante sucio, cuando las redes sociales comenzaron a discutir el caso. En dichas discusiones, ganaron por lejos los comentarios de las personas que decían que les parecía perfecto lo que había sucedido. Que el ladrón se lo había buscado.  Y que si alguien se metiese con algún familiar propio, ellos harían exactamente lo mismo. Más allá del hecho que la horda linchadora no fuese ni prima tercera de la señora asaltada. Que era mejor que hubiesen matado al chorro, porque seguro entraba por una puerta de la comisaría y salía por la otra. Y sacaban a relucir el famoso tema de:- “En Argentina hay derechos humanos para los ladrones, y no para sus víctimas”-.  Un comunicado del Círculo de Sub oficiales de Rosario, lugar en donde ocurrió el linchamiento, señalaba que el “ajusticiamiento” del chorro, estaba perfecto. Recontra bien, man!  Como orgullosos de que hubiese sucedido. Sub oficiales de policía. Esos que se supone, son los guardianes de la ley. Utilizando la palabra ajusticiamiento. ¡Con orgullo! Como si casi dicho ajusticiamiento hubiese sido realizado por ellos  en sus ratos libres, y no por una horda de vecinos ligeramente sacados, que desquitaron sus broncas, justificadas o no, en un ladrón de 18 años que intentó arrebatar la cartera a una mujer.
Probablemente, Nazarena Vélez salga en alguna revista de ricos, famosos y farandulescos, contando su tragedia y mostrando su cara destruida por el dolor por el suicidio de su marido a quien ella días antes había acusado de estafa. O sea, en cierto modo, de querer robarle la cartera.
Dudo mucho que la madre del chorro linchado salga en  esa misma clase de revistas mostrando su cara de dolor y  pidiendo justicia. Dudo mucho que se pueda llevar a la justicia, a alguno de los amorosos vecinos solidarios devenidos en cuestión de segundos en una horda asesina.
Me preocupa mucho que este comportamiento, digno de la época medieval, sea tomado como lo correcto para hacer en caso de un asalto o arrebato callejero.
El precio a pagar como sociedad, es terriblemente alto.
L.M.V.

3 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, Lilly. Muy buen análisis.

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  2. Claro como todo lo que tu escribes ... felicitaciones !!!

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  3. Me parece un poco a la ligera el análisis. Y habría que saber si la madre lloró o no a su hijo, ya que en muchas ocaciones, los sienten más como carga que como hijo. No está bien el linchamiento, asi como no está bien que salgan después de una noche en la carcel por hurto. Y si hay una cosa segura en todo esto, y aunque suene horrendo decirlo, hay 1 chorro menos en la calle.
    El caldo gordo de la farandula argentina lo hacen quienes consumen esa basura, así como Tinelli y demás por el estilo, pero luego son los primeros en quejarse de la inseguridad y pedir 1 policia por esquina.
    Como muchas veces me discutí con mi padre, la única forma de mejorar es educando. Cuantos de ellos prefieren quedarse en casa viendo intrusos, tinelli, infama o etcs, que plantar ejemplo y educar a los hijos que tienen en casa. Hay demasiadas cosas para discutir en una analisis de este tipo, y en mi opinión, quien se mata conduciendo a 200km por hora, no era una buena persona que iba apurado, asi como quien se mata por no llevar casco no es un "gurí que salió apurado", ambos son inconcientes, y estaban facilitando las cosas para terminar como terminan. Si ha hierro matas, no te puedes quejar si ha hirro mueres. Y ninguna persona pasa a ser santa por morirse. Como dije, hay demasiados matices, y esto es solo una opinión. Saludos.

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