SE
PUEDE SALIR DE LA DROGA
Comunidad
Beraca. Segunda parte.
El
duro testimonio de Víctor Hugo:
“Mi
problema no era la droga sino mi corazón, la droga solamente era un
refugio”.
Víctor
Hugo es muy joven. Hoy es el encargado de la comunidad Beraca Aiguá.
Recorrió
todos los caminos de autodestrucción por los que lo llevó la droga.
Se crió
en un hogar en el que los padres trabajaban todo el día.”Tenía
todo lo material pero me sentía vacío y salí a buscar en la calle
y la droga lo que sentía que me faltaba”, sostiene. Lo trataron
sicólogos, los padres le pagaron una clínica de rehabilitación.
Siempre volvió a la droga. Robó. Lo procesaron. Siguió
consumiendo. Un día llegó a la comunidad Beraca. Y su vida cambió
para siempre.
Entrevista
de Juan José Pereyra.
¿Cómo
empezó todo?
No tuve
una buena vida. Mis padres trabajaban todo el día y yo pasaba solo.
Llegaba de la escuela, hacía los deberes y después andaba todo el
día en la calle hasta las 10 de la noche que llegaba mi madre. Somos
de Durazno y mi padre se fue a trabajar a Montevideo. Al estar solo
con mi madre hacía lo que quería. No la respetaba, le contestaba
siempre. De a poco me empecé a acercar a chicos que estaban en la
misma situación. Empezamos a juntarnos y ya en el liceo, siempre con
el cigarrillo a escondidas, haciendo esas pequeñas cosas que
sabíamos que estaban mal y nos seguimos juntando con otros chicos.
Uno un día trajo marihuana y dijo esto está bueno, te hace más
hombre, y eso parecía que te llenaba. A los trece años empecé con
el cigarrillo y en cuestión de dos meses ya estaba fumando
marihuana. Empecé los fines de semana y se hizo diario. Ya no
compraba una o dos palancas de marihuana sino 25 o 50 gramos. Después
supe que un primo mío también consumía y hasta la vendía y eso
era otro acceso más fácil que tenía para llegar a ella.
En tu
casa ¿nadie se daba cuenta?
No, nadie.
Mi madre trabajaba todo el tiempo y mi padre era director de cárceles
en Montevideo.En mi casa lo que siempre me dieron, lo que nunca faltó
fue lo material. No sólo la comida y la ropa. Los estudios, hice
hasta sexto de Anglo, computación. Y mi madre siempre me decía “ché
valorá, aprovechá a estudiar que te lo podemos pagar, a mí no
pudieron”.Y siempre remarcaba lo material.
Pero
supongo que sentías un gran vacío afectivo.
Sí, y ese
vacío salí a llenarlo en la calle. Con los amigos, con las mujeres
y me hice parte de ese mundo de la droga. Andaba todo el tiempo con
mi primo porque él tenía la marihuana siempre. Él ya no me la
vendía, me la regalaba o me invitaba a fumar o me daba para que yo
vendiera.A los quince años empecé con el consumo de cocaína, que
me la presenta él y, como la marihuana, empezó a hacerse diario.
Como necesitaba más dinero para consumir le pedí a mi primo para
empezar a vender marihuana. A los dieciséis años mi madre me
encontró droga y me mandaron a un sicólogo. Estuve seis meses yendo
pero yo seguía, me sentía bien fumando marihuana y seguí en ese
ambiente de droga y la noche y fui dejando los deportes, que
practicaba desde chiquito, fútbol, basketbol. Iba al liceo pero
empecé a abandonar materias. Me quedaba en la plaza fumando
marihuana o tomando vino.Así mi vida se fue descarrilando. Mi madre
como siempre. Ciega, in querer aceptar que su hijo consumía. Lo
sabía todo Durazno menos ella.O sabía y no quería aceptarlo. Mi
padre se jubiló y volvió a la ciudad. Yo ya no estudiaba y mi primo
de ayudó a conseguir un trabajo en el Aeropuerto y me fui a
Montevideo.
Mis padres
me dieron un apartamento que tenían en el centro y me mudé con mi
novia que empezaba facultad. Comencé a trabajar pero seguía
consumiendo nada más que lo llevaba bastante controlado,a no ser
algún fin de semana que perdía las riendas. Mi novia también
consumía y entre los dos lo íbamos llevando.
¿Había
alcohol también?
Sí, iba
todo de la mano. A los diecisiete estuve un tiempo también con el
cemento y a los dos meses tuvieron que internarme por los pulmones.
Es que el
día se me hacía eterno, yo no podía levantarme y estar sin
consumir. Si no consumía andaba mal, angustiado, triste, si me
hablaban contestaba mal.
Y al
consumir estaba eufórico, siempre con ganas de sentir un pegue.
Con la
formación que tenías ¿nunca te cuestionaste la vida que estabas
haciendo?
Me
cuestioné sí, claro que sí. Me decía por qué me tocó esto, por
qué me pasó a mí si yo tengo todo en mi casa y mi madre me lo
decía.
Lo
planteaste como una fatalidad... ¿por qué me tocó a mí?, cuando
era algo que habías elegido.
Sí,
muchas veces en la madrugada cuando ya no me quedaba plata para
consumir, sentía una enorme angustia y me decía mañana ya no lo
voy a hacer pero al otro día me levantaba con las mismas fuerzas de
salir a consumir de vuelta.
A
los dieciocho años, antes de irme a Montevideo, mi primo, que fue el
primero en llevar pasta base a Durazno, me la presenta y me hace
consumir. Caigo habiendo escuchado que la gente decía mirá que de
la pasta base no podes salir más y estaba informado y uno, ciego, se
mete. Y fue igual que antes, al principio era los fines de semana y
cuando quise darme cuenta ya era diario.
Ya estaba
en Montevideo, estaba trabajando, mi novia no consumía pasta base y
empezó a ver que yo salía y volvía descalzo, vendía los
championes, la campera. Vendía el celular y a la otra semana me
compraba otro pero lo volvía a vender, y así andaba. Entonces ella
decidió irse y estuve un tiempo dándome contra todo. Al trabajo iba
así fuera sin dormir. Me di cuenta que se me estaba yendo todo de
las manos y aflojé el consumo. Mi novia volvió, ya estaba
embarazada. Estuvimos un tiempo más viviendo juntos. Después ella
perdió el embarazo.Teníamos una gran expectativa y decíamos que un
hijo nos iba a cambiar la vida, nos vamos a encaminar, decíamos,
porque éramos concientes que los dos estábamos muy mal. Llegó un
momento que nuestra vida con discusiones y portazos fue un
descontrol. Cuando ella perdió el hijo se sintió muy mal porque
había estado muchos días tomando cocaína y alcohol y empezamos a
culparnos mutuamente y ella se fue y yo resolví vender todas las
cosas de mi casa. Hacía un mes que había perdido el trabajo y en un
arranque vendí toda mi casa.Cargué todo y lo llevé a una boca y lo
vendí todo en sesenta mil pesos, de esto hace hoy casi tres años.
Y te
los consumiste…
Sí, no me
duraron dos semanas, bancando gente, andando en hoteles y con
mujeres y cosas.
Anduve por
ahí durante nueve meses. Les entregué las llaves del apartamento a
mis padres. Porque mi padre había ido al apartamento y lo encontró
vacío, había un colchón y unos sillones que no me habían entrado
en el camión.
Teniendo
en cuenta que tu padre tenía una formación policial, que recordamos
fue director de Cárceles, ¿cómo reaccionó cuando vio el rumbo que
había tomado tu vida?
Fue muy
triste para ellos dos, pero a mí ya no me paraba nadie, yo hacía lo
que quería.Me decían algo y los mandaba a freír papas.
En
ese mundo uno siente que depende de uno mismo, que nadie te va a
decir qué hacer.Sentís que vos sos mejor que todos, que vos te
llevás el mundo por delante. Y seguí y me empecé a juntar con
gente que ya robaba y gente que había estado presa y ya quería ser
como ellos también.Me ponía un arma en la cintura y si tenía que
hacer un hurto lo hacía. Me decían vení, vamos a robar esto y yo
por no ser menos y por sentirme más hombre lo hacía. Tenía mucho
dolor, mucha angustia. Mi madre me decía cuando empecé con la
marihuana pero por qué los haces, por qué, si nosotros te damos
todo para que seas feliz y yo le decía no, yo no soy feliz mamá, no
quiero vivir más, con quince años, no quiero vivir más.No me
importa más la vida, déjame que voy a morir con la droga y ya está.
Y así fue hasta los 21 años. Y a los 18 me voy de mi casa, estoy
nueve meses en la calle y me entregué totalmente a la droga, el
alcohol y la calle.Cuidaba coches, pedía plata. Todo el día estaba
haciendo plata para la droga. No comía pero la droga la tenía. La
comida me las daban en pizzerías o en los carritos de comida y
después la plata era todo droga y alcohol, todo droga y alcohol. Un
día me miré en el espejo en una panadería a la que entré a pedir
pan. Estaba peludo, con barba y no entendía cómo había llegado a
ese punto.
Y
seguramente sin bañarte ni cambiarte
Estuve
cinco meses sin bañarme. Llega un momento que te entregas y ya no te
importa más nada. Cuando no tenía plata para consumir por la noche
y me acostaba por ahí porque el cuerpo me pedía descansar, sentía
angustia y lloraba y le reclamaba a Dios. Le decía por qué me
pasaba a mí todo eso, por qué estaba lejos de mi familia, yo quería
estar con mi madre pero el orgullo no me dejaba acercarme a ellos.
Un día mi
padre me encontró de casualidad en la calle y me llevó al
apartamento donde había vivido.Me deja trancado y se va a buscar
ropa y me baño y me corto el pelo y me afeito y me lleva para
Durazno porque mi madre estaba muy angustiada y me quería ver.
Ahí sentí
arrepentimiento y lloraba y les pedía perdón por todo lo que había
pasado pero a los pocos días empezó a trabajar en mí esa necesidad
de volver a consumir y necesitaba algo que me hiciera sentir feliz y
quería salir corriendo.Era una desperación.Le pedí a mi madre
plata para drogarme y como me la negó agarré una bolsa y empecé a
meter todo lo que tenía a mano y a empujones y a pechazos me fui de
mi casa.Me fui a un edificio abandonado, tenía gente conocida, había
seis bocas en ese lugar. Vendí las cosas que le había robado a mi
madre y empecé con el consumo otra vez. A las dos semanas, cuando
estaba consumiendo pasta base, como no me quedaba más, agarré una
lata de cemento que ya había consumido antes y por la cual estuve
internado. Y de repente estoy adentro de un Auto Service robando a
mano armada.Estuve procesado .Me dieron dos años y medio, firmé y
estuve un año. Ese tiempo en la cárcel no consumí pasta base, sí
alcohol y marihuana y había sentado un poco cabeza .En la cárcel te
dan pasta base y te dicen después arreglamos y a los diez minutos te
la están cobrando y si no tenés plata…. Son cosas que pasan ahí
adentro. Pueden amenazar a tu familia y muchas cosas más.
En la
cárcel dormía con un ojo abierto y otro cerrado porque de repente
estaba todo bien como estaba todo mal. Y hay que seguir la corriente
y por más que uno quiera cambiar, es imposible cambiar ahí adentro.
¿Cuándo
se dio el clic, el decir basta? porque hasta ese momento decías
muero con la droga y punto.
Yo decía,
ahora que estuve preso, mi vida queda sucia, nunca voy a conseguir
trabajo y me voy a tener que dedicar a esto, robar o vender drogas o
andar por ahí. Y salí con esa cabeza. Antes de salir me dieron
libertad condicional y me mandaron a una clínica privada durante
seis meses por orden del Juez. Le cobraban a mi familia veintisiete
mil pesos por mes y tenía que hacer todo lo que ellos dijeron porque
tenían que mandar cada quince días un informe al Juzgado. Y si no
me comportaba como debía volvía para adentro. Me dieron medicación
y salí tomando 21 pastillas por día. Siento que estuve seis meses
en un freezer. No me acordaba de nada ni de lo que había hecho hacía
dos horas
¿Vivías
dopado?
Todo el
día dopado.Había reuniones dos veces por día de grupos
terapéuticos. Ninguno decía cómo se sentía. Se formulaba una
pregunta y había que responderla en la reunión de la tarde .Por
ejemplo, qué beneficios tengo en el día a día en la clínica y
cosas así. Pero en realidad yo tampoco ponía mucho de mi.Mi familia
se sentía mal porque cada vez que iba estaba dopado.
Ahí
estaba de nuevo como estaba en mi casa. No me faltaba nada y convivía
con dieciséis chicos más, era mixto. No había comunicación, cada
uno hacía la suya. Al terminar los seis meses me presenté ante la
Jueza y quedé en libertad. Comencé a trabajar en un frigorífico en
Durazno y los tres primeros meses estuvo todo muy lindo .Pero un día
cobré una quincena y me fui a fumar y ya no fui más ni a trabajar
ni a mi casa. Y de nuevo empecé a robar y a hacer lo que hacía
antes. Zafé dos o tres veces de unos hurtos que cometí que si no
hubiera ido a la cárcel porque debía un año y medio todavía.
El 20 de
junio de 2010, el día de mi cumpleaños me despertaron temprano
con drogas.Un compañero de consumo me trajo pasta base y alcohol
como regalo.Y arranqué a consumir y llegó un momento de la tarde en
que me puse a pensar en mis padres, porque aquel era un día especial
.Yo vivía en la misma calle y los veía cómo sufrían. Mi padre con
setenta años caminaba y parecía que tenía unas cadenas. Y veía a
mi madre irse en el ómnibus a las seis de la mañana a trabajar y yo
andaba por ahí amanecido, juntando puchos en las esquinas y viendo
qué hacer para seguir consumiendo. Estaba en la iglesia, acostado
afuera y aparece una señora, madre de un compañero de consumo y me
contó que se había internado y me dijo es un lugar donde te van a
ayudar. Le dije que yo ya había estado internado, que sabía que iba
a morir con la droga en la boca.Esto es lo que hay para mí. Ella
lloraba y me abrazaba y me anotó la dirección en un papel.Lo guardé
en el bolsillo y seguí consumiendo. El 22 de noche fui a mi casa
desesperado por consumir con un amigo y me hice lastimar.Me lastimó
la cara y llegué sangrando y le dije a mi padre que debía siete mil
pesos y que si no pagaba me iban a matar esa noche. Mi madre le dijo
que me diera la plata y él dijo que eran mentiras y manipulaciones
para seguir consumiendo. Al final me dio 5300 pesos y me dijo es lo
que tengo para todo el mes, te los doy pero no te quiero ver más. Y
me fui a consumir. Al otro día volví a pedirle más y mi padre me
estaba esperando con un revolver. Me dijo te mato a vos, me mato yo
pero así no podemos seguir... Reaccioné y le dije que no era
necesario. Que me iba y ya estaba.
A dos
cuadras de mi casa un verdulero me dice Víctor Hugo hay unas
descargas para hacer en Montevideo. Te pago tanto y la comida. Me fui
ya decidido a quedarme en Montevideo. Hice el trabajo, volví a
drogarme y a la calle. El 24 de junio encontré el papel con la
dirección y me fui a Beraca y me acosté a dormir. Al otro día me
dieron desayuno y tuve mi primera entrevista.A partir de ahí dejé
de consumir. Me motivaron, me dijeron que mi problema no era la droga
sino mi corazón, que la droga solamente era un refugio y que no
estaba en la Tierra por error, que había cosas lindas y grandes para
mi vida. Que tenía que creerlo, buscarlo y avanzar sobre esas
cosas.El 25 de julio ingresé a Beraca, esos días estuve con una
tía. Entré con muchas dudas y pensando que no era para mi.Me
recibieron con abrazos y te quiero y vas a salir adelante.Todo el día
me estaban dando abrazos y me decían que me querían y yo decía si
vos no me conocés, de dónde me querés.
No seas
hipócrita le dije a uno que hoy es un líder que se recuperó hace
tres años y está en la comunidad Villa García. Esas cosas me
empezaron a llenar, que la gente se ocupara de mí, que no le
importara lo que yo tenía. Yo me había acostumbrado a que los
amigos que tenía lo fueran por el dinero o por la droga. Se
acercaban para consumir y cuando me gastaba la plata quedaba solo de
nuevo.En Beraca me demostraron que lo que les importaba no era lo que
yo tenía sino mi corazón y mi vida. Me tenían confianza, me decían
: “te quiero como a un hijo, eres una bendición para mi vida” y
son cosas que a uno nunca le habían dicho de repente.También que no
aguantaba más esa vida, estaba deseando llegar a un lugar que me
diera un poco de paz y tranquilidad.Hoy estoy recuperado, pude sanar
mi corazón.La droga era un refugio que cuando explotaba ese dolor,
ese rencor, esa rabia que tenía en mi corazón salía a consumir
para taparlo con algo.Todo lo que había vivido me había llenado un
ratito nada más,la plata, lo material, la droga. En Beraca me
enseñaron a sanar mi corazón.
“La
droga era un refugio que cuando explotaba ese dolor, ese rencor, esa
rabia que tenía en mi corazón salía a consumir para taparlo con
algo”.
“A
los dieciocho años empecé a consumir pasta base. Había escuchado
que la gente decía que de la pasta base no se sale más, estaba
informado pero uno, ciego, se mete”.
“Mi
padre me estaba esperando con un arma y dijo, te mato a vos, me mato
yo, pero así no podemos seguir”.
“Y
de repente estoy adentro de un Auto Service robando a mano armada.
Estuve procesado .Me dieron dos años y medio, firmé y estuve un
año”.
“A
los diecisiete años estuve también con el cemento y a los dos meses
tuvieron que internarme por los pulmones”
Que historia de vida, por dios.Excelente entrevista Juan.
ResponderEliminarGracias Ale!!!! Me alegro que te guste! Un besooo
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