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miércoles, 19 de junio de 2013

DIRECTORA YOLANDA FERNÁNDEZ “SOY PRODUCTO DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA Y DE LOS VALORES QUE RECIBÍ EN MI CASA”.

DIRECTORA YOLANDA FERNÁNDEZ
SOY PRODUCTO DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA Y DE LOS VALORES QUE RECIBÍ EN MI CASA”.

Escribe Juan José Pereyra Twitter@juano500

Aunque lo niegue, la Profesora Yolanda Fernández es una de las personalidades de Rocha del año 2012.
Hija natural, no conoció durante su infancia y adolescencia a su padre biológico. Se crió con sus abuelos “un humilde tropero y una lavandera” a quienes nombra don Aquiles Fernández y doña Ofelia Romero. Nació en la Villa de Velázquez, en un hogar muy humilde.
Se fue a Montevideo a estudiar sin haber conocido el edificio del Liceo Departamental del que luego sería su Directora: la Directora del Centenario.
Fue empleada doméstica y así pudo sobrevivir y pagarse sus estudios.
No olvida ni un instante sus raíces, recuerda a toda la gente que la ayudó y rodeó en su vida.
El Este publica hoy una parte de una extensa entrevista que la profesora Yolanda Fernández concedió al Programa Cuarto Poder de Radio Fortaleza. Es la parte en la cual la Directora se muestra tal cual es : un ser humano que ha sabido luchar, que siempre supo que se puede, alguien con convicciones muy firmes. Una firmeza que no le hace perder la ternura y no puede esconder su humana fragilidad.

ME ENSEÑARON QUE SE PUEDE, DESDE MUY CHICA LO SUPE”.

Los niños humildes veníamos en el ómnibus de los González, aquellos que había que empujarlos un poquito y demoraban horas. Nos bajábamos frente al Hospital donde nos atendían, si era que el Dr. Morales nos había derivado y prácticamente nos volvíamos en seguida.
No había oportunidades como hoy que los niños tienen la Semana de Rocha y esos eventos.
Más allá de las críticas que pueda tener cualquier sistema asistencialista, como se le llama ahora, está muy bien asistir a los jóvenes humildes, a los que se lo merecen, está muy bien.
Cuando el acto del Centenario dije que soy producto de la educación pública.
Eso me llena de orgullo y me permite rectificarme de mis propias palabras, gracias a la educación pública pero gracias también a los valores que inculcaba la familia cuando yo era chica.

LOS VALORES QUE INCULCABA MI FAMILIA MUY HUMILDE

El Presidente de la República dijo hace un tiempo que este país tiene el grave problema que significa el quiebre de la cadena de trabajo.
Cuando éramos chicos, el niño humilde se jactaba de que tenía que ser prolijo. La moña y la túnica tenían que ir limpias y almidonadas a la escuela, pero también nos enseñaban a cultivar la tierra, a estar sembrando las matas de los boniatos y a hacer de todo lo que hubiese que hacer.
Yo ayudaba a mis abuelos a llevar los bueyes, a cortar pasto para darle de comer a la vaca, que era lo que nos alimentaba porque, tomábamos leche leche.
En mi casa se hacía manteca y queso y se hacía quinta. Si yo dijera que pude desarrollarme sólo por la educación ,negando a la familia que me crió, sería imperdonable.

ME CRIARON MI ABUELO TROPERO Y MI ABUELA LAVANDERA

A mí me crió un abuelo tropero, don Aquiles Fernández y mi abuela lavandera doña Ofelia Romero. Se me quiebra la voz al nombrarlos porque nosotros vivíamos prácticamente en el último ranchito de Velázquez, al lado del arroyo Sarandí de La Paloma. La casa que seguía era la de don Pedro, un negrito que cuidaba caballos.
La anterior era la mía, una casa modesta, pero teníamos la quinta, un cerdo que año a año le debían regalar a mi abuela, yo no recuerdo.
Yo tenía que salir al pueblo, a la Villa de Velázquez a recoger todas esas viandas que daban a la gente que en Castillos tenían un nombre muy peculiar, allí se decía recoger las sobras que se le daban al cerdo.
Se lo llevaba a la orilla del arroyo para que se recreara en el barro como a ellos les gusta.
La cosa es que la carne de cerdo era deliciosa y se vendía a fin de año. Mi abuela la vendía con la ayuda de todos nosotros en casa y la ayudábamos a faenar.
Nunca faltaba alguna persona que le prestaba a mi abuela una vaca con un ternero para que durante el invierno no nos faltara la leche.
Una de mis tareas, después que llegaba del liceo, era llevar la vaca a pastar o acompañar a la abuela con la hoz a cortar el pasto en terrenos vecinos.
Gracias a eso nosotros comíamos.
Comíamos todo natural, los durazneros que había en mi casa, los manzanos, la quinta: boniatos, papas, choclos. Eso nunca nos faltó, o sea yo soy una millonaria.

COMÍAMOS COSAS DE MI CASITA, NO DEL MUNDO CHINO

Jamás comí cosas del mundo chino, siempre comí cosas del mundo de los Fernández Romero, de mi casita.
Ahora sí voy a la educación pública. Allí en la Villa, la escuela, dirigida primero por la señorita Manón y después por la señorita Julieta.
Desde la escuela nos enseñaban “tú si quieres puedes llegar a ser Presidente de la República”. A cualquier niño, todos teníamos la oportunidad si queríamos.
Lo que nos convencían es de que éramos pobres, ni que teníamos que asistirnos por un sicólogo o un siquiatra –que me perdonen quienes no compartan esto- porque nos íbamos a descalificar si andábamos cola para arriba sembrando maíz y al lado del maíz plantando un boniato y con un balde acarreado desde el aljibe para regarlo. No teníamos que ir al sicólogo por eso.
Creo que, al revés, eso nos generaba salud mental.
Yo nunca sentí ni pánico, ni agravio, ni destrato, ni maltrato ni discriminación de género por el hecho de hacer esas tareas. Pero la escuela también me sembró esa semillita de que si yo quería, podía.
Fui al liceo y ninguno de mis profesores nos desalentó ni nos dijo que no había esperanzas de poder lograr lo que quisiéramos.

LOS RECUERDOS DE TANTAS PERSONAS MARAVILLOSAS

Todos ellos muy queridos, como Mariela Pietro, como mi profesora Arrieta, como el profesor Marfetán, como el Dr. Morales que era mi profesor de Literatura que nos enseñó a amarla, como la profesora de Biología que era la Dra. Saráchaga, que también fue Directora cuando fui alumna en Velázquez. Como Nidia Olid, que era la adscripta quien siempre me impulsó a seguir adelante.
Recuerdo a quien ya no está. como la profesora de francés, Sarita.
Recuerdo a mi profesora de dibujo, Sheila, a mi maestra de sexto, María Elena Pereyra de Méndez.
Todos esos docentes me enseñaron que se puede luchar y que más allá de que te puedas quedar huérfana, como me quedé yo, hija natural también mi hermana recién nacida, con la ayuda inseparable de una madre de amor que recibió mi hermana, que es la señora Blanca Pereyra.
Para esa persona yo no tengo palabras de agradecimiento, porque tomó entre sus brazos a una niña de 16 días y la crió como si fuese suya. Como si cada gota de amor hubiera sido un transplante de sangre y de órganos.
Porque esa niña que vive y hoy tiene treinta y pico de años en Velázquez, que se llama Silvia Fernández, quedó huérfana de madre, de nuestra madre.
Nació el 16 de octubre y el 4 de noviembre murió mi mamá.
Esta señora Blanca Pereyra, que era mi vecina, la crió mediante un acto de amor. No necesitó ni de adopciones ni de trámites porque es madre por amor. A esa persona no tengo palabras para agradecerle.
Tampoco tengo palabras para agradecer a todas estas personas y de otras tantas que me olvidé, que siempre me educaron que el niño que estudia y que lleva prolijos sus cuadernos y que recibe ayuda por ejemplo de Anelio, otro chico que es un muchacho grande que crió también, que es su sobrino, todos ellos me ayudaban.
Pero yo también, por un acto de amor, ayudaba a mis compañeros.
Así llegué a terminar cuarto y después fui de empleada doméstica a la casa de los Aguirre Risso, una familia a la que respeto mucho que hace poco me enteré que ha tenido una desgracia, la muerte de una de sus hijas.

DOMÉSTICA, FARMACIA,CAJERA ENCARGADA DE TIENDA INGLESA

Trabajé en distintas casas y después en farmacia y así llegué a ser encargada de caja en la gran empresa Tienda Inglesa, en la cual me enorgullezco de haber trabajado.
Después hice Bachillerato en Montevideo trabajando en el servicio doméstico y después ingresé al Instituto de Profesores Artigas.
Preferí hacer Literatura pero en aquel momento se entraba por escolaridad y había muchísimos inscriptos y como en realidad me gustaban todas las materias, me fui a la orientación de Ciencias Sociales y opté por Derecho y Sociología. Hoy soy una orgullosa profesora egresada del IPA con muy buenas calificaciones en las dos carreras.

DOS PROFESORADOS Y ESPECIALIZACIÓN EN ADULTOS

Después hice cursos de capacitación para la enseñanza de adultos. Me encantó trabajar con alumnos mayores, es un desafío emocionante.
Pobre del docente que dice que el adulto no puede aprender. Lo discrimina de cabo a rabo. El adulto es el que más ánimo y predisposición tiene para aprender. El adulto es maravilloso.
Pongo como ejemplo al alumno Onandi, que este año hizo quinto año en el nocturno. Pinta canas, los profesores se enorgullecen de tenerlo.
Es un desafío para esta Directora y los profesores para que, en el 2013, cuando termine sexto año, sea uno de los pabellones. Lo merece y es el gran desafío para todos nosotros que lo sea.

2 comentarios:

  1. Yolanda Fernandez ha sido mi directora en el liceo 42 de Montevideo. Un ser humano maravilloso a la cual respeto, quiero y he aprendido mucho de ella. Esta entrevista sólo muestra la lucha de una persona de gran corazón y fuerza!!! Me enorgullece de haber compartido con ella horas de trabajo. Un abrazo a una grande.
    Prof. Leonardo González Mazzei

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  2. Acá me entero de las hermosas vivencias de Yolanda. pues ha tenido una vida muy rica. eso explica su gran sabiduría que al conversar con ella te da la sensación de amparo y ternura, confiando en ella nuestros hijos en el ámbito estudiantil por el cual hoy trabaja..sin dudas una gran Mujer.

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