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lunes, 17 de junio de 2013

"Cafishio" Molina: el hijo rochense de Gardel

¿NO LO VIERON A MOLINA?

ORLANDO MOLINA: UNA VIDA DE PELÍCULA CON HISTORIAS DE TAXI Y DE TANGO.

Trabajó veintinueve años en el cine, los mejores de su vida, dice.
Las dos primeras películas que se vieron en Rocha fueron Juana de Arco con Ingrid Bergman y Valentina, con Olga Zubarry.
La gente lloraba porque se agotaban las localidades.
Cuenta de un tiempo sin tanta tecnología en el que la gente salía, conversaba, se reunía, tenía una intensa vida social. Una ciudad a la que venían artistas nacionales e internacionales de primer nivel.
Hoy la televisión encajonó a la gente, asegura.
Fue taxista durante cuarenta y cinco años. Tiene mil historias.
Un día creyó que había perdido una pasajera. Miró hacia atrás y no había nadie.
Cantaba tangos como su admirado Hugo del Carril. Cuenta por qué decían que era hijo de Gardel.
Mi mamá tuvo la desgracia de criar sola a sus siete hijos”, afirma.
Recuerda con mucho amor a su hermano Ramiro quien a los quince años se puso la familia al hombro y se hizo cargo para que todos pudieran salir adelante.
A los ochenta y cuatro años dice orgulloso que su vida ha sido maravillosa como su señora Elida, con quien cumplió 58 años de casado.
Orlando Molina es un personaje popular muy querible.
La Nueva Gaceta mantuvo esta cálida entrevista con él.





Orlando Molina

Devolví una billetera con treinta mil dólares y me dieron unas monedas de propina. Tenía 22 años. Lo volvería a hacer a cambio de nada”.

¿Cómo fueron sus primeros años?
Nací en el Pueblo 19 de abril en 1927 .Éramos nueve hermanos, mi padre era panadero. Por esas cosas de la vida mis padres se separaron y mi mamá tuvo la desgracia de criar a sus hijos sola. Se vino con todos nosotros y mi hermano Ramiro que tenía 15 años, se hizo cargo. Alquilamos una casita para seguir juntos. Yo tenía dos años, mi hermanita menor uno, las edades eran cuatro, seis, ocho y así. El mayor tenía 16.Empezamos a ir a la escuela, Ramiro empezó a trabajar de zapatero en lo de Jacinto Guerra .Después empezó con la venta de diarios. Llegó a tener un reparto fabuloso que le dejaba buena ganancia. No sólo los diarios de la mañana. De tardecita estaban El Plata, El Imparcial, El Uruguay, La Razón, era increíble la cantidad de diarios que había.
Era la época en que se vendían cientos de miles de diarios por día
Sí, se vendían y vendían. Mi hermano luchó y luchó y ya fuimos creciendo.
Los primeros años, en la infancia fueron duros, el único que trabajaba era Ramiro con quince años .Nos criamos en el Barrio Las Ranas frente a la escuela 44. Yo era muy andariego, tenía seis o siete años y gracias a Dios nunca pasamos necesidad. Mi mamá había comprado una máquina Singer y empezó a hacer costuras para Marcovich , para Korseniak , Bárcena, que se hacían bombachas para la gente de campaña y ropa de todo tipo.También cuidaba enfermos .Era una vida sacrificada pero gracias a Dios todos éramos trabajadores ,desde chiquitos trabajábamos, yo haciendo mandados. Había…cómo podemos decir… un comercio que se llamaba Molino Rojo y el dueño era muy amigo de nosotros, de mamá, porque estaba enfrente y le decía “¿No me presta a Orlando para ir a hacerle un mandado a las muchachas?” Tú te imaginarás el trabajo de las muchachas…Molino Rojo…Y hacía los mandados y siempre andaba con plata, nunca tenía problemas .A veces el bolichero de la esquina, Aquiles Bacigalupi, se iba a sestear y me dejaba cuidando y cualquier cosa yo los llamaba. Fuimos así, tironeando, hasta que prácticamente llegamos a hombres.
Uno de mis hermanos se empleó en la peluquería de Romualdo Ubal, que era además una agencia. Todos se fueron empleando. Uno de ellos siendo mayor entró en el banco, Amílcar. Son todos fallecidos, el único que va quedando soy yo. Otro en el ferrocarril. Yo entré en el cine cuando ya tenía veintidós años. Entré en el 52 hasta el 82.Casi 29 años. Después me compré un taxi, hice cuarenta y cinco años de taxi. Hace cinco años lo vendí y me jubilé. Mi vida ha sido linda porque en el cine viví cosas maravillosas. Dejaba el taxi donde estaba Onda en aquel momento y me iba al cine. Yendo hacia atrás, mi hermano Ramiro me mandó a la Escuela Industrial .Hice dos años, salí de Aprendiz adelantado, me fui a Montevideo, trabajé un año y volví para acá. Ahí Ramiro me dijo que iban a abrir un cine. “Yo voy a entrar de accionista así puedes trabajar. Va a ser la forma que puedas entrar porque hay como quinientos apuntados”, me dijo. Un amigo de él, Gumersindo González y el Croqueta Losada le dijeron que para que yo tuviera trabajo él tendría que hacerse accionista y por eso pude entrar y estuve esos 29 años en el cine.
¿Así que inauguró el cine?
¡Sí! Al llegar el cine…en Rocha la repercusión fue impresionante. Las dos primeras películas que se dieron fueron Juana de Arco y Valentina .Me acuerdo que Juan José Miguez era uno de los actores y Olga Zubarry. Se llenaba, la gente lloraba porque no podía sacar entrada porque se agotaron. Y los días que daban películas de Hugo del Carril, Libertad Lamarque, Palito Ortega, todos esos artistas famosos, era imposible conseguir entradas porque se llenaba. No había otra cosa en Rocha y el cine era la gran novedad. Lo que había era fútbol, carreras de caballos.
Y la vida social en los clubes, que era muy intensa…
¡Ah sí! el Club Social, el Rocha Athletic, el Obrero, también se llenaban sábado y domingo. La gente iba y había loterías y esas cosas.
¿Y cómo se portaban los gurises en el cine?
Cuando daban películas de Tarzán eran insoportables, imposible hacerlos callar. Pataleaban y yo con la linterna los alumbraba y se callaban un poco. Hay que ver que eran muchachos chicos y era una época distinta, respetaban. Uno los retaba y paraban. Hoy en día si retas a un chiquilín de diez años te mandan a pasear.
Cambió mucho la sociedad. Antes un ladrón era una desgracia en la familia, era impresionante la tristeza que sentía una familia a la que le llevaran preso a un hijo porque había robado. Hoy todo es diferente, a veces hasta los mismos padres los mandan a robar y está metida la droga que ha destrozado todo. La vida de antes era sana, tranquila, muchos amigos, la gente era una familia.
La gente ya no se visita, a no ser algún hermano .Sobrinos y primos ya no se va como íbamos antes a ver al tío o a la tía .Todo eso se terminó ya. La televisión hoy encajonó a la gente .La gente está con el mate, el té, ocho o diez horas mirando televisión. No se sale. En aquella época iban al cine, a los clubes, a los cafés, el café Guardiazábal, El Globo se llenaba, se jugaba a la conga, al casín también, la gente jugaba mucho al billar. El restaurante El Globo donde después fue el Trocadero y después las Tiendas Montevideo y ahora es ese local enorme vacío.
Había otros lugares donde la gente iba, los bares, los clubes…En ese tiempo el que tenía radio era un crack, ni la Spica estaba. Íbamos al Globo a escuchar las peleas de Joe Louis, de Primo Carnera, todas aquellas peleas. Yo era un niño, no me dejaban entrar, me escondían abajo del mostrador. Había una radio Philco, me acuerdo como si fuera ahora .Otra cosa que había era la pelota vasca que se jugaba en el Club Unión, que yo fui uno de los grandes jugadores. Jugué mucho a la pelota dura y a la pelota argentina. Era un club que daban de comer y había billar también. Y también se llenaba.
No había toda esta tecnología de hoy pero había una vida sana de relación, la gente se encontraba cada dos o tres días. Hoy verse con un amigo cuesta, porque ese amigo está atareado o con mucho trabajo o está mirando televisión con la familia.
También venían artistas de Montevideo e internacionales, ¿no?
En el cine por ejemplo, fue una época impresionante de venir artistas extranjeros, venían españoles, argentinos, chilenos. Acá tuve la suerte de conocer a aquellos famosos como Hugo del Carril, Mercedes Simone, Blanquita Amaro, Antonio Tormo, Edmundo Rivero, Charlo y Sabina Olmos que eran actores y cantores. Vi una compañía española fantástica también que trajo a un tenor que fue una locura Ferruccio Tagliavini, y la Comedia Nacional que venía con todas sus primeras figuras y se quedaban una semana actuando. Se llenaba, era una cosa impresionante. A mí me tocó hacer de acomodador cuando vino una de esas veces.
¿Cómo fue la etapa del cantante?
A mí siempre me gustó mucho cantar y un día hicieron, un programa que se llamaba Rincón Gaucho y me invitaron. Eran los años sesenta, en la Difusora Rochense y ahí estuve un tiempo, cuando estaba en Julián Graña, pegado a Cotec. También cantaba Abriola, Navarrito que son todos muertos, ¿no? Enio Machado, en su juventud, el payador Alonso, Julián Pérez que era recitador, que era peluquero ahí pegado al cine con otros más. Eso fue antes que estuviera el cine. Había una peluquería ahí. De cuatro o cinco sillas. Julián era el que conducía el programa y yo estuve ahí mucho tiempo cantando. Después se vino la televisión, el canal 7 por entonces, y me contrataron para cantar dos o tres canciones para ver cómo salía en circuito cerrado en el Club Social. Y fui a cantar ahí. Y salió espléndido todo. La gente decía ¡pero dónde estabas cantando Molina que te vimos en televisión clarito! Y después canté como tres o cuatro meses ya cuando se inauguró el local del canal en Orosmán de los Santos. Ya cantaba en los clubes, cantaba con Panchito Teibo en el Club Obrero. Cantaba también Enio Machado.
¿Era parte de la orquesta típica de Panchito Teibo?
No, pero la gente me hacía cantar .Él tenía sus cantantes, pero yo llegaba cuando salía del cine a las doce y media de la noche y me paraba ahí y la gente empezaba ¡“que cante Molina, que cante Molina”! y a Panchito no le gustaba mucho porque tenía que parar el baile y la gente se paraba y yo cantaba. Los temas de moda eran Tiempos Viejos, Muñeca Brava y otros muchos más y bueno, me aplaudían a rabiar, la gente me aclamaba. Yo cantaba en guitarra, me gustaba la guitarra, pero cantaba también en orquesta. Mano a Mano, me acuerdo que me lo hacían cantar dos o tres veces porque yo había aprendido mucho los ademanes viendo en el cine .Antes los cantores se metían las manos en los bolsillos y no hacían nada .Yo miraba los ademanes de Hugo del Carril y los hacía.
Y más en las películas de él que veía: Pobre mi madre querida, El negro que tenía el alma blanca, El último payador. Cuando daban películas de él se llenaba, la gente lloraba por verlo. Y vino a Rocha. Tuve la suerte de estar al lado de él conversando y con Voltaire Barbone que ya era muy por el cine, salimos con él del hall y vinimos acompañándole hasta el Hotel Arrarte, enfrente. Y Barbone le dijo “este muchacho canta, Hugo” y él dijo “qué bien, sí, yo vi que un muchacho cantó una canción que yo canto desde que tenía pantalones cortos”. Mientras él firmaba autógrafos el Chicharra me dijo, Orlando ven, prueba estos micrófonos con un tango y yo empecé a cantar Tiempos Viejos, aquella de los muchachos de antes no usaban gomina y él miró, porque yo era muy hincha de él, cantaba con esa voz impostada y se dio cuenta que lo estaba imitando un cantante que hacía práctica con los micrófonos. Y esa noche hablamos un rato y él me decía para “poder triunfar te vas a tener que ir a la Argentina” y me dio su teléfono y me ofreció ayudarme. Siempre me acuerdo. No salió. Nunca fui a la Argentina. Le pedí algo de recuerdo y me dejó una foto que la guardé tiempo y tiempo y después desapareció de casa y me regaló un pañuelo también .Todos esos artistas que venían los atendía yo, les llevaba lo que necesitaran al camarín.
Me acuerdo siempre cuando vino Miguel de Molina, ¡qué fantástico, qué hombre, cómo cantaba! Flamenco cantaba. Lo atendíamos con Sosa, el otro acomodador y le llevábamos té, cantaba dos o tres canciones y se tomaba el té, se lo traíamos de lo de Fraguglia que estaba a la vuelta.
Hubo un señor…las tres funciones que hizo Miguel de Molina: matinée, tertulia y noche y a las tres fue a verlo este señor, ¡qué increíble!, ¿no? En agradecimiento por atenderlo, Miguel me regaló un perfume que cuando me lo puse las mujeres andaban atrás mío diciéndome qué perfume era. Molina, ¡qué perfume tan divino! Y a Sosa le regaló un par de guantes de cuero preciosos forrados de corderito.
Con Pancho Teibo salíamos a jugar a la pelota a la cancha del Unión y se armaban cada partidos brutales. Empezábamos a las dos de la tarde y terminábamos a la una o las dos de la mañana jugando. Siempre recuerdo a Raúl Manzoni, un gran tenor que venía a Rocha, que fue a cantar a Italia, al Milán y venía al Unión porque eran muy amigos con Pancho que tocaba el piano y él cantaba. Y cantaba Granada, Princesita, era una locura aquello, era de noche ya y la gente se amontonaba en la ventana.La función era privada, para nosotros, porque éramos amigos y a él la gustaba la caña añeja y así, entre canto y copetines, pasábamos hasta la madrugada. Era hijo de Rocha, estudió en Italia, primo hermano de Coco, el joyero.
En la época aquella la gente salía a pasear, iba a los cines, a los clubes, a mirar vidrieras, había un entusiasmo de la gente de salir de los barrios para poder venir al centro. Hoy en día con la locomoción, las motos, los autos, el centro se hace difícil para andar, hay más gente que antes sí pero no es la gente aquella que se saludaba y paraba a conversar media hora en la vereda o en la plaza. Hoy todo el mundo anda apurado, son muy pocos los que andan a pie y en ese aspecto ha cambiado horrible. También la televisión saca a mucha gente de noche. Antes se salía a pasear, a caminar, la gente cenaba y salía a dar una vuelta hoy ya no, hoy cenan y se ponen a mirar televisión o más bien siguen mirando televisión. Hay más movimiento, más trabajo, más comercios, el centro está lleno de comercios chicos medianos y grandes. La gente gasta, consume pero no convive. Los vecinos se juntaban a jugar a la lotería, todo eso se perdió. La gente está metida para dentro. De día se justifica, la gente tiene que hacer sus tareas, es un movimiento mucho más grande que antes sin lugar a dudas. La misma familia se ha dejado de ver y a veces ni los hermanos se visitan como se iba antes a prosear .Tengo sobrinas que no me van a ver, yo he ido pero ellas no vienen y eso que ya va a hacer seis años que estoy jubilado.
Hay una anécdota que dice que usted comentaba en broma en los bailes que era el hijo de Gardel.
Eso fue un chiste de diez puntos que hizo Julio Méndez, el hermano del Dr. Méndez Benia. “No te enojes Orlando, pero yo les conté a algunas personas que había estado Gardel en Rocha y que había tenido un romance y que tú eras su hijo”, me contó un día. Alguien dijo que yo cantaba cosas de Gardel y tenía cosas parecidas y por eso a él se le ocurrió esa historia. Todavía mi hermano Ramiro me dijo ¡”ché! ¿Qué hiciste”? La gente empezó después a murmurar (se ríe)… ojalá digo yo, sin desmerecer a mi padre… sería multimillonario. Nunca lo dije en ningún baile no. Era una cosa que la gente comentaba...
Veamos un poco la vida del taxi…
¡Cuarenta y cinco años! Si tendré historias… Percances...pinchaduras, rupturas y quedarse en un camino a cuarenta kilómetros de Rocha como me pasó una vez que fui a llevar ahí a los montes que plantaban eucaliptos, eran argentinos y un día me perdí, y se hizo la noche. ¡Ah muchacho!... y no salía y no salía… y bueno, preguntando un hombre me explicó. Los argentinos me habían dicho todo mal y me hicieron perder, anduve cerca de Maldonado .Yo estaba enloquecido porque decía, ahora qué hago, no voy a llegar con el gasoil que me queda. Llegué como me indicó el hombre hasta donde había un señor que tenía camiones y camionetas. Me llenó el tanque, ¡no me cobró nada! De eso hace veinte años por lo menos, fue cuando recién empezaron a plantar ahí. Llegué como a las once de la noche a casa, cansado pero contento
Otra…esta parece increíble. Estaba jugando Uruguay por las eliminatorias con Ecuador, un rival bravo, nos iban ganando uno a cero. Suena el teléfono en la parada y dicen “ah Molina me puedes venir a buscar”, ya le conocí la voz y me dije justamente ahora, estaba mirando la tele en lo de Catete. Hará unos ocho años, y voy y le digo ¡pero no tenías otro día para irte para Montevideo! y me dijo “no te hagas problemas, llamo a otro” y le dije ¡no! , te llevo pero eso sí, apúrate. Entonces cargó el equipaje, abrió la puerta y pum, la cerró. Digo bueno, está. Y arranqué con la radio prendida escuchando el partido y cuando voy por el hospital le digo¡ pero ché ,estos no aprenden nunca más a jugar al fútbol, fíjate erran los goles en la puerta del arco!, miro para atrás ¡y no encuentro a nadie! Era una mujer, pero ¿qué pasó? pensé, ¡la perdí! Volví y en la casa me estaba esperando. La señora cargó el equipaje, abrió la puerta y la cerró para darle un beso a la madre y yo creído que había subido. Cuando lo contaba era una de risotadas… ¡Anduve solo como quince cuadras!, (se ríe). Había terminado el primer tiempo ya y por suerte empatamos.
Y otra vez, me subió una señora gorda, muy gorda y no me cerraba la puerta, subió adelante. Y yo iba despacito conversando con ella y al doblar la esquina del cine se me cayó la mitad del cuerpo para afuera y como iba tan despacito frené y la alcancé a agarrar de la ropa, mira si le llego a pasar por arriba a esta mujer, quedó con el cuerpo en el zócalo de la puerta.
Me pasó una vez con una embarazada que yo venía que no llegábamos a tiempo y yo con un susto tremendo y “apúrate Molina, apúrate Molina que me vienen los dolores y voy a tenerlo acá” y yo no sabía nada, ¡qué iba a saber yo de partero!
Y la bajo en el hospital, la ponen en una camilla y el chiquilín empezó a salir. Fue cuestión de segundos: toqué bocina, la bajé, la pusieron en la camilla y lo tuvo. Y como esas muchas historias.
Cuénteme algo de su hermano Ramiro
Ramiro fue un personaje, una persona excepcional, maravillosa. Crió a sus hermanos .Hizo de padre, de hermano y de amigo .Él se hizo desde abajo, vendiendo diarios para que nosotros no pasáramos necesidades .Se fue para una casa ahí en lo de los Bosco y puso una agencia , en la esquina estaba Bernini donde después estuvo el Banco la Caja Obrera .Ahí empezó a trabajar y trabajaba espléndido. Tenía revistas, diarios, salón de lustrar, lotería relojes, pulseras, repuestos de termos, regalos. Había un señor Vázquez que trabajaba con una jardinera con la que venía desde la estación del tren a Rocha y repartía las encomiendas casa por casa. Él le traía los números de lotería a Ramiro y se pusieron de acuerdo que cuando quedaran sin vender, los jugaban en sociedad. Una vez les quedaron cuatro números ¡y salieron con la grande! Y ahí empezó Ramiro a crecer .Compró la casa frente al Trocadero, ahí puso lo mismo que tenía pero ya con más categoría, más moderno, como una boutique persa puso. Y cinco lustradores permanentes. No se daba abasto, la gente ni soñar que fuera a usar championes, te estoy hablando de hace cincuenta años por lo menos. Los escribanos y abogados le dijeron por qué no ponía venta de timbres y terminó siendo representante. Era impresionante, todo el mundo iba a comprar allí. Mira lo que era Ramiro…un día de calor brutal estaba tomando mate conmigo en el cordón de la vereda, yo era muy chico todavía, y pasa un señor Santana Fernández, multimillonario, vivía en la callejuela cerca del Banco República de ahora. Siempre le llevaba una tira de lotería, ese día pasó con la señora y le dijo: “Ramiro, no me guardes la tira, hoy no la voy a llevar, no tengo plata.” Y Ramiro le dijo “no te hagas problema, me la pagas cuando quieras”. Dijo“no no no no me la guardes”. Ramiro me dice “está loco, hace años que la lleva y va a dejar la tira”. Caminó veinte metros y se dio vuelta y le dijo “ya sabes Ramiro, no me la guardes, véndela”. Ramiro insistió y el hombre siguió que no y no. Se jugó la lotería y mi hermano prendía la radio ¡y sale la tira con la grande! Mi hermano perfectamente se podía haber quedado con la plata. Fue a la casa de este señor, golpeó y el dueño de casa le dijo “qué andas haciendo, te dije bien claro que no la quería así que si me vienes a cobrar estás frito”
No”, le dijo Ramiro, “te traje la tira porque sacó la grande”. El hombre lo miró asombrado, con los ojos enormes, no podía creer. “Y me traes la tira le dijo, que la podías haber vendido, quedarte con ella”.Pero bueno, Ramiro era así (se le quiebra la voz), Ramiro era maravilloso, lo que hizo por nosotros. La honradez que tenía. El Dr. Anza padre le decía “pero mijo te quedaba la vida resuelta con eso”, la gente quedó asombrada. Ramiro era un hombre excepcional. Iban los médicos, los abogados a la agencia a prosear con él porque tenía una conversación tan agradable. Él se ponía a hacer cuentos y la persona que lo escuchaba quedaba encantada y no se quería ir .Siempre recuerdo que iba gente de categoría a la humilde agencia de él. Y otra vez volvió a sacar, no la grande pero sí mucha plata. Y sacó también la señora en sociedad con el enano Portela, un enano que vendía lotería. Yo digo… ¡cómo Dios ayuda!, porque él siempre fue tan generoso con nosotros y con nuestra madre, con mamita que le compró una casita para que viviera pobrecita. Después le fue mal y quedó casi sin nada. Fue demasiado generoso. Agarró el Club Irineo de Espada y faltaba un jugador que si no jugaba el cuadro podía perder y entonces mandaba a buscarlo a Velázquez en un taxi o a La Paloma o a Castillos. Los jugadores esos le pedían que les saliera de garantía de un crédito “que me caso Ramiro” y él llamaba por teléfono a un gerente que era íntimo amigo suyo (porque era un tipo taca taca, en el banco jamás nunca quedó debiendo nada) y el gerente le daba y el tipo pagaba una o dos cuotas y después tenía que pagar Ramiro. Y ahí se fue viniendo abajo .Llegó a ser garante de 32 créditos sociales y la mayoría no pagaba y él era tan honesto como ingenuo en esto. Y por eso le fue muy mal al final de la vida.
Mi vida ha sido maravillosa en todo aspecto. Jamás tuve problemas económicos porque siempre trabajé. Trabajé también en el Banco Hipotecario, trabajé un tiempo de mensajero, después fue que entré al cine. Esos 29 años fueron los más hermosos, acomodador, portero, boletero y después fuimos un día a Montevideo con Ramiro y un señor que vendía autos y compré el taxi. Después fui cambiando de coche, tuve un cero kilómetro y lo vendí porque me parecía mucho lujo. Y después tuve un último coche que era un Opel muy bonito de los tantos que tuve, iba mejorándolos. Mi vida en matrimonio ha sido maravillosa. Llevo 58 años casado con Elida, mi señora y con gran felicidad porque ella ha sido maravillosa. Discusiones como en todos los matrimonios, pero me siento muy realizado con ella. Tengo dos hijos, en realidad tres porque crié una sobrina de mi señora desde los dieciocho meses por problemas de sus padres, divorcio y esas cosas. Tengo a Gerardo, también taximetrista, a Jorge y Elizabeth nuestra hija postiza. Y cinco nietos. La vida me ha dado muchísimo.
Cuénteme alguna anécdota que jamás olvidará de tantos años…
Juana de Arco y Valentina fueron las dos primeras películas que dio el cine. Se llenó y la gente lloraba porque quedó afuera. Esa noche al terminar la primera función, me encontré una billetera llena de plata. Llamé a mi compañero y me dijo “estamos hecho piedra”!. Le dije no, esto es una fortuna, vamos a esperar que seguro la van a reclamar. Al rato sube alguien a toda máquina por la planta alta, un empresario muy conocido, desesperado. Le dije :ya sé qué te pasó. Me miró fijo y me dijo:” Perdí la billetera con treinta mil pesos para pagar sueldos y a un montón de acreedores”. No te preocupes porque yo la encontré, aquí la tienes, le dije. De la emoción me abrazaba y de repente se dio la vuelta y se fue. Y cuando iba bajando la escalera le dije ¿y no dejas para una Coca y los cigarros? Y nos dejó unas monedas apenas. Hubiera agarrado una chala de mil y decir muchachos tomen, porque si hubiéramos sido otros yo me quedo con ella que fui el que la encontré. Pero yo no iba a hacerlo. En ese momento eran como treinta mil dólares. Eso salió en los diarios, y toda la gente me felicitó por la honestidad. Lo hubiera vuelto a hacer así no me hubieran dado nada. Todo lo que encontraba se lo daba a Améndola, relojes, anillos, paraguas. A veces poníamos avisos en la radio. Me habían criado muy bien en mi casa, mi hermano me crió con honestidad, tenía veintidós años, había otra cultura, otra honradez.



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