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domingo, 29 de septiembre de 2013

"Mujica en ONU: la estéril revolución del palabrerío"



Correo de los viernes digital

Naciones Unidas estableció que los Presidentes hablaran 15 minutos, pero Mujica gastó 47. Intentó ser un discurso ideológico, en el que, otra vez, el Presidente no se hizo cargo de sus brutales errores del pasado —calificó a sus asesinatos y tropelías como “hijos de su tiempo”— pero posó de abuelo filósofo que da buenos consejos, advirtiendo en contra del consumismo y de los bienes de la civilización contemporánea.

No fue una pieza honda ni inspirada, sino una especie de pegamento de pequeñas sentencias camperas, una arriba de la otra, aunque no tuvieran mucha vinculación. A algunos periodistas vernáculos ese estilo les hizo hablar entusiastamente de la “filosofía del señor Presidente”. Pero ese tipo de expresiones fueron calificadas no hace mucho tiempo por el ex Presidente Vázquez como “estupideces”.

Lo curioso del discurso es que no propuso alternativas. Criticó al consumismo y, en forma indirecta porque no lo dice, al sistema originario, el capitalismo, pero no hay una alternativa. Muerta la revolución socialista, Mujica se quedó en la revolución de las palabras y los consejos, pero no pudo ni quiso ensayar ninguna otra opción, más allá del glosario de buenas intenciones.

Los lectores de CORREO que no hayan aún accedido a las palabras de Mujica, podrán hacerlo en diversos medios. La prensa tomó la intervención de diversas maneras. “El País” dijo que el Presidente la emprendió contra el “dios mercado”, así como mencionó el popurrí de aspectos de la locución presidencial: “El consumismo, las guerras, el espionaje, la pobreza, el narcotráfico, y hasta la burocracia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) formaron parte del discurso del presidente José Mujica”.

“La República”, por su parte, subrayó una frase: “Soy del sur, vengo del sur. Mis errores son hijos de mi tiempo. No vivo para cobrar cuentas”.

“La Diaria”, a su vez, se puso más poética y tituló: “De la chacra al mundo”.

En ese contexto, llama la atención la agenda que mantuvo Mujica en Nueva York, absolutamente contradictoria con sus dichos: se reunió con el financista y especulador George Soros, quien provocó la quiebra de varios bancos y países con operaciones financieras en las que ganó sumas multimillonarias a costa de pequeños ahorristas. Soros financió en Uruguay una campaña publicitaria a favor de la marihuana y dijo que nuestro país puede ser una experiencia piloto en el tema de la liberalización del mercado de la droga, tomándonos como “conejillos de indias”. Soros es, además, uno de los principales accionistas de Monsanto, la multinacional bioquímica dedicada, entre otras cosas, a la producción de semillas transgénicas. Diversos medios aseguran que, a instancias de Soros, Monsanto está preparando ya semillas transgénicas de marihuana.

Posteriormente, Mujica se entrevistó también con el último de los Rockefeller, David, nieto del multimillonario y fundador de Standard Oil, John D. Rockefeller, cara visible del capitalismo agresor. Las compañías petroleras estadounidenses, de las que Standard Oil ha sido la más importante, han sido históricamente acusadas por la izquierda latinoamericana de promotoras de las peores tropelías contra los países del sur.

Finalmente, Mujica se reunió con el Vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden. Se había anunciado desde aquí que Barack Obama “tenía mucho interés” en verse con Mujica, pero esa instancia no se concretó. Eso ocurrió en el mismo momento en que Brasil acusó duramente al gobierno de Estados Unidos de espionaje ilegal.

Como queda claro, la revolución está en marcha.

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