Más que el Suárez futbolista, me preocupa el Suárez persona. En momentos en que necesita contención absoluta, los dirigentes del fútbol mundial lo arrojan al costado del camino
+ Ignacio Chans @ignaciochans -
Por esas horas, un país entero reacciona indignado por la sanción de FIFA a Suárez. Y con lógica. Ayer algunos querían tapar el sol con el dedo, asegurando que Suárez no le había hecho nada a Chiellini, y poco menos que se había tropezado con el hombro del italiano. La mayoría, con más criterio, hablaba a través de ese hashtag que se hizo trending topic: #DeOficioTodosONinguno, reconociendo que Suárez había errado, pero pidiendo el mismo criterio para sancionar a todos.
Suárez mordió a Chiellini. Más allá de la defensa jurídica esgrimida por Uruguay, eso es indudable. Luis se equivocó. En el Mundial en el que tenía la chance de redimirse, volvió a tropezar con la piedra que ya lo había hecho caer dos veces.
Suárez merecía una sanción, aunque seguramente no de tantos partidos. Pero lo que es seguro es que Suárez no merecía ser tratado como un delincuente. O como un paria. No merecía la humillación de ser desterrado de la delegación uruguaya, de ser obligado por cuatro meses a estar lejos hasta de los campos de entrenamiento de su club y de cualquier estadio de fútbol.
Por estas horas, más que el Suárez futbolista, me preocupa el Suárez persona. Dueño de una personalidad demoledora, es también una persona sensible al extremo. De las dos cosas hay sobradas muestras. Y por todo eso, también es claro que lo que hizo no es normal, y que necesita ayuda, porque está viviendo uno de los momentos más duros de toda su vida.
Aplaudirlo como un héroe y negar la realidad no es la solución. Pero mucho menos dejarlo solo, como está obligando la FIFA. En momentos en que necesita contención absoluta, que necesita cariño y aceptación, los dirigentes del fútbol mundial lo arrojaron al costado del camino. Lo escupieron. “Arreglate como puedas”, es el mensaje a quien hace una semana trataban como un héroe en su propia web. Es, en definitiva, la definición perfecta del organismo para el cual el negocio está por encima de todo. Aún incluso de la vida de sus héroes.
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