Llegamos a la final con la celeste habituada a los
grandes triunfos y codeándonos siempre con la gloria que habíamos
conquistado en Holanda y Francia. Faltamos a las citas europeas y
luego nos dieron la espalda, sin tener en cuenta el esfuerzo
realizado por Brasil. Sin embargo el éxito fue total. Largas colas
de aficionados suplicaban por una entrada hasta el amanecer. Con el
optimismo de siempre llegamos al 16 de julio, fecha culminante de una
historia cargada de romanticismo. Lo señala Chetto Pelliciari
(relator de Radio Sport) “Yo llegué
a las 9 de la mañana al estadio y me resultó
difícil llegar hasta el lugar de transmisión y como no teníamos
cabina debimos instalar los equipos sobre el techo de las que usaban
los brasileños. También recordamos que el día anterior a la final
estuvimos en la concentración brasileña y Flavio Costa nos
manifestó su optimismo pero reconociendo que los uruguayos son muy
peligrosos, grandes rivales y con categoría de campeones. Lo demás
es conocido, aguantamos el chaparrón de los primeros 20 minutos y
cuando al comenzar el segundo tiempo llegó el gol de Friaza,
recordamos que Obdulio “cortó el festejo” y con la pelota bajo
el brazo, hizo el tiempo necesario para tranquilizar el equipo,
mientras reclamaba una falta inexistente. Vino luego el gol del Pepe
Schiaffino y la corrida imparable de Chiggia para convertir el gol de
la victoria que conmocionó al mundo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario