“Yo no me acomodé con nadie. Vivo ahí y me iré a reventar adentro de ese pajonal”, dijo el presidente José Mujica en una cena con la delegación que viajó a EEUU
Gonzalo Ferreira @gonza_ferreira
El Observador
El proyector emitía imágenes del viaje del presidente José Mujica a Estados Unidos. Cuando el mandatario aparece entrevistado por una de las cadenas internacionales, la senadora Lucía Topolansky recordaba cómo lo extrañaban en su casa.
“Tuve que apagar la televisión porque mientras lo entrevistaban mi perrita se quejaba al escuchar la voz de Pepe”, le contó Topolansky a la embajadora Julissa Reynoso durante un asado organizado en la noche de este jueves en el Quincho de Varela, para recordar la visita de Mujica y una nutrida delegación oficial, empresarial y sindical a Washington.
Luego de una media hora de conversaciones informales, recuerdos y anécdotas del viaje, todos los invitados pasaron a sus mesas.
Luego que Reynoso presentara un video con imágenes y agradeciera a Sergio Varela por la organización, el presidente Mujica se paró y empezó a hablar.
Lo primero que hizo fue elogiar la tarea de Reynoso, que estaba a su izquierda en la mesa principal. “Estados Unidos nunca nos mandó una embajadora como esta.
Eran unos tipos de nariz repingada, insoportables. No se mezclaban con la chusma. Ahora nos puso una latinoamericana”, dijo Mujica.
La embajadora no disimulaba nada de lo que sentía. Primero se emocionó. Luego, se puso muy nerviosa y se tapó la cara.
“Honor en la cabecita que pensó en mandarla. Porque esto no es casualidad. Yo le tengo que agradecer por lo mucho que ha hecho por el Uruguay, por la relación y por este viaje”, dijo el presidente.
Luego, empezó a responder la críticas que –sobre todo de la izquierda más radical- surgieron tras el viaje a EEUU. “¿Ustedes se dan cuenta? Un viejo guerrillero, anti imperialista, años peleando contra Estados Unidos y el imperialismo yanqui. Cualquiera va a pensar: ‘cómo cambiaste viejo’. No, no cambié. Hay que pelear por los garbanzos, los negritos. Y la realidad del mundo uno la tiene que reconocer”, dijo el presidente.
Y más adelante agregó: “Y van a decir ‘viejo traidor, altruista, te acomodaste con el imperialismo’. Yo no me acomodé con nadie. Vivo ahí y me iré a reventar adentro de ese pajonal. Me importa tres pepinos la guita y todo lo demás. Tengo una manera muy dura de ver y muy sobria”, señaló.
Críticas y reconocimientos
Con su estilo particular, el presidente en su oratoria –más descontracturada aún que de costumbre por el entorno- mezcló elogios y críticas a EEUU.
En una misma frase dijo de todo. “Como toda gran nación, Estados Unidos, como otras, tiene su historias de pecado y dolor y su historia de grandeza. Al fin al cabo las ideas del federalismo de Artigas nacieron ahí. El mundo es más complejo, no existen ni los blancos ni los negros. Existen los tonos intermedios. Porque somos malos y buenos. La vida es mucho más compleja de lo que parece”, señaló.
“Pero lo que tengo claro es que si los uruguayos tienen que progresar tienen que trabajar. Y vender el trabajo que hacen. Si no sabes vender es inútil que trabajes. Y para vender relativamente bien hay que pelear por abrir puertas. Y hay que tener relaciones con el mundo y tragarse todas las culebras que uno tenga que tragarse”, agregó el presidente.
Obama y Guantánamo
Mujica también se refirió a su relación con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y a su pedido para que lleguen a Uruguay presos de Guantánamo. “Me encuentro con un presidente que no las tiene toda consigo. Somos de izquierda y antiimperialista y el tipo se quiere deshacer una cárcel piojosa. Un invento que hicieron ahí, insoportable. Y en el Uruguay se horrorizan por querer traer media docena de tipos que están tirados como en el basural, dentro de una cárcel. Y yo pienso exactamente al revés, si no servimos para eso no servimos para nada”, dijo Mujica.
Aseguró que Uruguay no le puede meter “la pechera al presidente de Estados Unidos” porque es “un paisito” más parecido a “un barrio”. “Hay que cultivar las relaciones internacionales. En Uruguay hay gente que no se quiere dar cuenta de esas cosas”, dijo.
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