A raíz de la política migratoria que
 entró en vigor en 2013,  ciudadanos de este país realizaron más de 
250.000 viajes al exterior  entre el 14 de enero y el 30 de noviembre, 
según datos oficiales.
Como ya no se necesitan permisos de 
salida ni cartas de invitación  desde el país a visitar, connotados 
disidentes pudieron salir y regresar  a Cuba sin problemas, tras décadas
 de prohibiciones.
En 2011  la ciudadanía había recuperado el derecho individual de propiedad
 de sus casas y automóviles que hasta entonces solo podía vender al  
Estado. Al finalizar 2013 se le ha anunciado que podrá adquirir un auto 
 sin la hasta ahora obligatoria carta del Ministerio del Transporte. El 
 trago amargo va en los precios del mercado estatal, que se  equipararán
 a  los del subterráneo. 
Muchas personas que ahorraron para 
comprarse un vehículo suponen que  ahora no podrán hacerlo porque los 
nuevos precios serán tres veces  mayores que sus posibilidades.
Mercedes, oficinista jubilada de 67 años
 con una pensión equivalente a  unos 11 dólares y una hija incapacitada,
 se siente ajena a esos  cambios. "El dinero no me alcanza para vivir. 
Mis vecinos me aconsejan  que alquile una habitación, pero primero 
tendría que arreglar mi  apartamento y no tengo recursos para hacerlo", 
comenta a IPS esta mujer  que pidió no divulgar su apellido.
"El problema no va por la lentitud de las reformas,
  sino en cómo las perciben y llegan a la gente",  concluye  Bélkis  
González,  profesional de las comunicaciones.  Más allá del declarado  
propósito gubernamental de que nadie quedará desamparado ni habrá  
"terapias de choque", las brechas e inequidades se mantienen. 
Durante las discusiones previas al plan 
de reformas aprobado en 2011  por el gobernante Partido Comunista de 
Cuba, especialistas alertaron que  el documento base debía incluir 
ingredientes sociales mucho más  explícitos y fuertes que los 
enunciados.
"El texto tiene una impronta 
economicista totalmente justificada",  porque de lo contrario "no hay 
proyecto social",  reconocía entonces a  IPS la socióloga Mayra Espina. 
Pero es "algo simplista" la idea de  que  actuar preferentemente sobre 
lo económico va a generar influencias  positivas sobre las dimensiones 
sociales, añadía.
Según estudios citados por Espina y 
otros especialistas, la población  urbana en pobreza de ingresos y 
necesidades básicas insatisfechas  aumentó de 6,3  por ciento en 1988 a 
20 por ciento en 2000.  Esa  estampida de la vulnerabilidad social 
obedece al impacto de la recesión  económica en que cayó el país a 
inicios de los años 90, tras la  desaparición del campo socialista 
europeo del que dependía.
De acuerdo al censo de 2012, 76,8 por 
ciento de la población de este  país es urbana, ligeramente superior a 
la de 2002, que fue de 75,9 por  ciento. El total de habitantes llegó a 
11.167.325, es decir 10.418  personas menos que en 2002. Y dos millones 
tienen 60 años o más.
En 2012, el gobierno de Raúl Castro 
dispuso un subsidio estatal a  personas de escasos recursos que 
necesitaran reparar o construir  viviendas. La medida se vio como el 
comienzo de un proceso para  subvencionar a la gente y no a los 
productos.
En la misma línea se pospone la 
eliminación de la libreta de  abastecimiento racionado de alimentos, un 
sistema cuyo subsidio que le  ha costado este año al Estado 2.437 
millones de dólares.
Los pobres están en desventaja para 
aprovechar las oportunidades de  los cambios, pues están menos 
capacitados, carecen de recursos para  ejercer un trabajo por cuenta 
propia y no reciben remesas de sus  familiares desde el exterior, un 
salvavidas que ha permitido a muchas  familias capear el temporal, 
aunque no existe estimación oficial de su  monto anual.
"Sería decisivo implementar políticas no
 solo de asistencia y amparos  a los vulnerables", puestas en práctica 
de acuerdo al plan de reformas,  sino también "de carácter afirmativo" 
para reducir las inequidades,  sostiene Espina.
Una de las transformaciones más 
integrales comenzó en 2008 en el  agro. Pero aún no da resultados y los 
precios de los alimentos siguen  altos, pues las fuerzas productivas 
siguen frenadas ante la falta de  medidas que faciliten su desarrollo e 
independencia para tomar  decisiones, estiman expertos como el 
economista Armando Nova.
Ahora, 70 por ciento de la tierra está 
en manos de entidades no  estatales, responsables de más de 75 por 
ciento de la producción total  de alimentos.
Entre ellas, las cooperativas y los 
agricultores privados, que  detentan alrededor del 24 por ciento de la 
tierra agrícola, producen más  de 57 por ciento de los alimentos de 
origen vegetal y animal. "O sea  que hay eficiencia demostrada", opinó 
Nova en una entrevista que circuló  por Internet.
Más de 440. 000 personas son 
cuentapropistas en casi 200 oficios  autorizados. Pero la falta de un 
mercado mayorista para comprar sus  insumos, el escaso poder adquisitivo
 de la gran mayoría de los  potenciales consumidores y los impuestos 
conspiran contra su éxito.
El gobierno parece querer desarrollar las cooperativas no agropecuarias.
  Ya hay 270 autorizadas y en funcionamiento y 228 esperan aprobación. 
El  vicepresidente Marino Murillo explicó ante el parlamento que esa  
prioridad obedece al carácter más social de su producción y distribución
  de los recursos que genera. 
Las autoridades pretenden que, para 2016, 40 por ciento del empleo se genere fuera de las empresas estatales.
"En ningún caso las personas tendrían 
afectaciones a su poder de  compra. Se respetará la capacidad financiera
 del CUC",  dijo Murillo, un  sedante para ese 60 por ciento de la 
población que se estima tiene  acceso a divisas.
Pero los cambios no han entrado en 
hogares como el de Mercedes,  incluso cuando se mantiene atención de 
salud gratuita, vital para ella y  su hija.
"Yo sé que (el expresidente y líder 
histórico) Fidel  (Castro) y Raúl  (Castro) piensan en gente como 
nosotros, pero ellos ya tienen más de 80  años. ¿Cómo será con los que 
vienen detrás (en el gobierno)?. Si quitan  la libreta (de alimentos 
racionados), ¿qué comeremos?", se pregunta.
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