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jueves, 26 de diciembre de 2013

OPINIÓN - ADOLFO GARCÉ Cuando 2013 se terminaba, llegó el golpe más duro


Para calibrar el impacto es conveniente escapar a los extremos. Por eso, en lo que sigue, sugeriré que no hay que minimizarlo pero tampoco concluir que, a partir de ahora las perspectivas cambiaron sustancialmente


El Frente Amplio (FA) está viviendo un momento especialmente difícil. La renuncia del ministro Fernando Lorenzo (motivada en el resonante pedido de procesamiento por “abuso de poder funcional”) es el trago más amargo para el FA desde que asumió el gobierno en marzo de 2005.

Para calibrar el impacto político de este hecho es conveniente, creo, escapar a los dos extremos teóricamente posibles. Por eso, en lo que sigue, sugeriré que no hay que minimizar lo que ocurrió, pero que tampoco hay que concluir que, a partir de ahora, las perspectivas electorales para el 2014 cambiaron sustancialmente. Pero vayamos por partes.

No hay que minimizar el significado de la renuncia de Lorenzo. Es un golpe muy duro para el ministro saliente, para su sector (el Frente Líber Seregni) y para el FA.

Para el renunciante, obviamente, esto es como vivir una pesadilla. Lorenzo no tuvo mayores dificultades para mantener el rumbo económico fijado por Danilo Astori durante el gobierno de Vázquez. Logró absorber, mostrando más paciencia (y más ambición política) de lo que yo esperaba, las permanentes presiones del “ala izquierda” del FA. También admitió que el presidente José Mujica organizara un staff de economistas paralelo en OPP y que designara a Alejandro Antonelli (un cuadro del PS pública y notoriamente no astorista) como subsecretario del MEF sin previa consulta. Asimismo, se las ingenió para resistir las críticas de la oposición a la política económica. No pudo, sin embargo, ignorar el pronunciamiento del fiscal Juan Gómez por el caso Pluna y optó por renunciar. Lorenzo llegó al gobierno siendo uno de los economistas más prestigiosos de este país. Pero el escándalo de Pluna, que le costó la titularidad del MEF y que daña su imagen profesional, puede haberle costado también una carrera política de la que mucho se hablaba.

El caso Pluna, para el astorismo, es como la flecha en el talón para Aquiles. Siempre pensé que este escándalo estaba llamado a tener un costo político importante para el FLS. Todo el asunto, de punta a punta, es un golpe demoledor a la imagen de infalibilidad que esta fracción había logrado construir y que explica, en buena medida, su notable poder político. Si, como acabo de reiterar, este elenco, pese a sus credenciales académicas, no ofrece más esta garantía y si, como argumenté hace un tiempo, Tabaré Vázquez ya no precisa acudir a ese respaldo para garantizar moderación y modernidad en sus políticas(1), el lugar del FLS en un eventual tercer mando frenteamplista es, a partir de ahora, sensiblemente más incierto que antes. Vengo diciendo, en el acierto o en el error, que el poder político del astorismo viene disminuyendo. Ha sido uno de los argumentos en los que más he insistido a lo largo del año. La renuncia de Lorenzo no hace más que agregar evidencia empírica a esta interpretación.

Para el FA, la conferencia de prensa del sábado pasado fue, evidentemente, un punto de inflexión. El partido de gobierno, hasta ese momento, había logrado sostener a sus ministros, incluso a los más severamente criticados por la opinión pública o la oposición. Tabaré Vázquez, contra viento y marea, mantuvo hasta que quiso a Reinaldo Gargano y José Díaz. Mujica hizo lo mismo con Luis Almagro y Eduardo Bonomi, los dos ministros más cuestionados. Los gobernantes del FA, hasta ahora, parecían intocables. Ya no lo son. Tuvo que renunciar un ministro frenteamplista, y uno de los más poderosos. No lo hizo como consecuencia directa de la acción de la oposición. Fue peor todavía: cayó a partir de las derivaciones de denuncias judiciales.

El FA acaba de recibir un golpe de knock out. El escándalo de Pluna, sumado a otros asuntos muy polémicos como la nueva legislación sobre cannabis y al descontento ciudadano con temas como educación y seguridad, configuran un escenario electoral complicado para el FA. No me sorprendería que su votación, en términos porcentuales, el año que viene, disminuya respecto al 2009. Pero el FA sigue siendo el gran favorito. Me parece realmente muy improbable que Tabaré Vázquez, a la postre, fracase en su propósito de ser reelecto presidente.

El FA es el favorito porque Uruguay está de moda y el resto del mundo habla bien de nosotros (hasta dicen que “es el mejor país”). Es el favorito porque todos los sondeos muestran que tiene un “piso” de intención de voto muy alto (arriba de 40%). Es el favorito porque la inversión extranjera sigue llegando, la economía continúa creciendo y la inflación y el tipo de cambio están bajo control. Es el favorito porque hay empleo y los salarios crecen. Es el favorito porque ha invertido fortunas en políticas sociales. Es el favorito porque sigue teniendo a los tres políticos más populares del país (Vázquez, Mujica y Astori). Es el favorito porque Tabaré Vázquez… es frenteamplista.

El FA es el favorito, además, porque la oposición no ha generado a lo largo de estos años una propuesta alternativa. La política uruguaya es muy exigente. Nunca alcanza con los errores de los otros. El que quiere ganar tiene que demostrar que puede equivocarse menos que el que está en el gobierno. La “carga de la prueba”, como dicen los abogados, cae inexorablemente del lado del desafiante. La oposición, al menos para mi gusto, todavía no se ha propuesto esta tarea. A nivel nacional siguen compitiendo entre sí mucho más de lo que cooperan.l


(1) Desarrollé este argumento en la columna publicada el miércoles 10 de abril de 2013: http://www.elobservador.com.uy/noticia/247900/hacia-el-fin-de-la-astoridependencia/

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