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Observa atentamente la siguiente fotografía: aparentemente, el hombre que aparece en la misma está apoyado sobre un árbol que se alza a escasos 2 metros de la orilla de un lago (o río), ¿no es así?
Si es eso lo que crees ver, conviene que sepas que tus sentidos te están engañando. Aunque pueda resultarte extraño lo que voy a decirte, créeme: en la imagen no hay lago alguno.
Es un efecto óptico el que nos hace pensar que sí que está presente. Para comprender lo que realmente hay en la foto, basta con que inclines la cabeza hacia la derecha y vuelvas a observar la imagen.
Ahora sí, ¿verdad? El joven no está de pie sino tumbado sobre un árbol caído sobre el suelo y el supuesto lago no es más que el cielo sobre el que se entrecruzan las ramas peladas de los árboles colindantes
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