Escritor y periodista Julio Dornel
Abandone la “jungla” por algunas horas, olvide la línea divisoria, los gritos, las bocinas y el trepidar de los automóviles que suelen elevar los decibeles, deje la radio y la televisión con sus programas y dirija sus pasos hacia los encantos naturales del Cerro Picudo.
Una reserva forestal compuesta por árboles centenarios y una vegetación donde se cruzan y entrelazan para formar un techo verde que en algunos trechos dificulta el desplazamiento de las personas. El cuidado que ejercen las autoridades del parque ha permitido mantener el ambiente natural con sus características agrestes. Los turistas que visitan la zona internándose por pequeños senderos o trillos que atraviesan el monte, pueden llegar a la parte más alta del Cerro y disfrutar de una experiencia inolvidable.
Es posible que el vértigo fronterizo nos mantenga alejados de algunos lugares que pese a su proximidad no contemplamos durante muchos años. Tal lo sucedido con el maravilloso espectáculo que se puede observar desde la cima del Cerro Picudo asolamente15 kilómetros de esta ciudad.
Resulta difícil describir lo que significa el entorno del Cerro petrificado y en forma simultánea su abundante vegetación, con su monte nativo, que representa en la actualidad uno de los mayores atractivos del norte rochense.
A pocos kilómetros del histórico Fuerte se puede llegar cómodamente y sin mayores esfuerzos en una caminata de 30 minutos y ascender luego superando las dificultades naturales del monte. Considerado como un verdadero paraíso el Cerro ofrece la posibilidad de observar un variado panorama que pasa por La Laguna Merín, el arroyo San Miguel, la zona de San Luis, Chuy y la Fortaleza de Santa Teresa. Una variada cantidad de aves realizan sus vuelos acrobáticos, mientras otros animales observan con curiosidad la presencia de los turistas que visitan la zona. Nada altera la rutina del lugar que pese a las dificultades está preservado en forma responsable. Dejando de lado el comportamiento humano tan difícil de controlar, lo que realmente se puede valorar en la cima del Cerro es el silencio que reina permanentemente y solo alterado por el canto de los pájaros. Para quienes viven soportando el ruido de la ciudad, nada mejor que una visita al Cerro Picudo para disfrutar del silencio, observar los reflejos de sol en el arroyo San Miguel o concentrarse en el rumor del monte nativo acariciado por el viento.
El trazado de la ruta 9, el curso zigzagueante del arroyo San Miguel y un panorama indescriptible de la zona que rodea 18 de Julio, ganan una dimensión extraordinaria desde los últimos metros del Cerro. Desde allí se puede disfrutar de una visión privilegiada para identificar puntos conocidos que visitamos diariamente y que desde las alturas ganan una perspectiva diferente. Quienes frecuentan la zona han señalado que la puesta del sol ofrece un panorama de belleza indescriptible donde predomina el silencio, quebrado en algunas oportunidades por el canto de los pájaros. Queremos destacar además la preocupación permanente de las autoridades para que la zona no entre en un proceso de extinción y se logre una mayor integración en los planes de conservación y preservación ambiental. Para ello se debería construir un parque forestal que al margen de complementar las especies que existen en la actualidad, pueda servir de refugio a diversas especies de la fauna y la flora que todavía vienen escapando de la devastación del hombre. A solamente 15 kilómetros de la frontera se encuentra Cerro Picudo, ofreciendo una variada vegetación donde se pueden destacar los higuerones, acacias, eucaliptus, ceibos, mimbres, casuarinas, pinos, sauces, álamos, palmeras, coronillas, araucarias y ombúes.
Una flora indígena muy rica y variada que tuvo en Horacio Arredondo a uno de los principales impulsores desde la dirección Nacional de los Parques. Al margen de las bellezas naturales del Cerro se podrían realizar diversas actividades recreativas para complementar el esfuerzo que viene realizando la Junta Local en otros ámbitos de 18 de Julio. La formación vegetal que exhibe el Cerro está considerada como una de las más importantes del departamento, ofreciendo un potencial turístico, que bien explotado podría generar incalculables beneficios para la zona. Pese al esfuerzo de las autoridades es evidente que muchas plantas autóctonas pueden ir desapareciendo porque la gran mayoría de los visitantes recoge plantas pequeñas en forma indiscriminada y algo similar sucede con los animales.
También debemos señalar que parte de la riqueza vegetal del norte rochense ha desaparecido en los últimos años, revelando alguna irregularidad en la preservación que se cumple en el área comprendida entre San Miguel, San Luis y Cebollatí.
No debemos olvidar que diversas especies disfrutan del parque natural del Cerro, destacándose entre otras los zorros, nutrias, mano-pelada. Gato-montés, cuatí, apereá, mulitas, comadrejas, liebres, tuco- tucu, carpinchos, cerdos salvajes y jabalíes.
Podemos destacar además que entre el Vigía y La Carbonera se encuentra uno de los pocos rodeos descendientes directos del ganado criollo introducido por los españoles, sin cruza con ninguna raza.
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