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jueves, 3 de octubre de 2013

La "política del abrazo" con Argentina terminó "a las piñas"

Subrayado


Federico Sierra 


Y al final, un déjà vu. La Haya, informes argentinos que hablan de contaminación, declaraciones que suben de tono, inquietud en Gualeguaychú, bronca en Fray Bentos.

Escenas que se repiten como las de una vieja película que todos ya vimos aunque desconozcamos el desenlace. Sin embargo, entre aquel momento de máxima tensión en el año 2006 a este nuevo capítulo, mucha agua ha pasado bajo el puente.
José Mujica llegó al gobierno en 2010 dejando claro que no compartía en nada el perfil duro de Tabaré Vázquez en la disputa con Argentina. Se mostró en fotografías amistosas con el matrimonio Kirchner aún antes de las elecciones nacionales de 2009.
Néstor Kirchner, por aquel entonces, mantenía un enfrentamiento con Vázquez que había llegado a tomar un cariz personal. Sin embargo, Mujica habló de la política del abrazo, de negociar una y otra vez y rechazó todas las veces que pudo la postura de "guapo" para enfrentar al hermano mayor. Así logró quebrar el desgastado piquete en Gualeguaychú. 
Para Mujica, además, no fue fácil mantener esa postura amistosa en forma pública: lo rechazó la oposición y buena parte de los uruguayos. Y cada tanto, tuvo que lidiar con sus propias declaraciones, que exhibían cierta preocupación y fastidio con el manejo del gobierno argentino.
En el libro "Pepe Coloquios", antes de las elecciones, había calificado al kirchnerismo como un peronismo "patotero". Y hace unos meses, la frase que sonó más fuerte por un micrófono abierto en forma accidental: "Esta vieja es peor que el tuerto".
Mujica se cansó de un gobierno que le provocó dolores de cabeza con el dragado del canal Martín García, trabas comerciales, una política que busca desestimular la llegada de turistas a Uruguay…demasiadas cosas.
En los últimos días, Cristina Fernández le mostró al presidente uruguayo su peor cara: lo recibió en Buenos Aires con un discurso plagado de ironías, buscando dejar en ridículo las palabras del presidente uruguayo en la ONU sobre el consumismo. Algo similar había sufrido Vázquez en 2007, cuando fue al Congreso argentino a presenciar su asunción: una anfitriona muy poco hospitalaria. 
Para Mujica llegó la hora de decir basta. Aunque puso condiciones, Uruguay resolvió habilitar en parte el pedido de UPM de aumentar su producción tras semanas de negociaciones infructuosas, Mujica dijo que la planta es de las mejores del mundo y Argentina respondió como en 2006.
También las reacciones en Uruguay se repitieron: desde anoche algunos dirigentes de la oposición han expresado su respaldo al gobierno en este tema, como hacía años no ocurría. Al final, la política del abrazo, terminó a las piñas.

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