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jueves, 21 de noviembre de 2013

"La Taberna" Un boliche como tantos Por Julio Dornel

                                                 Escritor y periodista Julio Dornel





La calle no tenía nombre pero fue siempre la preferida de los primeros habitantes, por haberse centralizado en ella todas las actividades del incipiente balneario.
Por allí estuvieron o están todavía, algunos comercios y centros nocturnos que generaron siempre un inusitado movimiento durante las 24 horas.
Entre muchos locales con historia propia debemos mencionar a LA CUEVA, EL RANCHO ALEGRIA, SAVEIRO y los comercios de ramos generales que regenteaban Julio Cabrera y el “Macho” Vitabarez.


La calle terminaba en el Atlántico pasando previamente por los ranchos de Arlindo Correa, Alberto Talayer el “Junquito” de los Correa y los ranchos de “Toto” Cambre y el “Cubano” Vogler.
Época romántica, con varias casillas de madera rodeadas de hortensias y malvones, que hacían más agradable y acogedor el ambiente veraniego. Al finalizar la calle y salpicada por las olas... LA TABERNA. Un local que supo tener varios propietarios y distintas actividades. Restauran, pizzería, discoteca, agencia y sobre todo lugar de encuentro para festejar aniversarios o simples reuniones de caracter familiar.
LA TABERNA, marcó durante muchos años un estilo de vida para jóvenes y viejos que se daban cita en la pista de baile o junto a las mesas del restauran. Con el paso de los años LA TABERNA fue decayendo y las peñas fueron el último aliento de un local que supo estirar las noches del balneario en un ambiente de sana camaradería. LA TABERNA, un local sin mayores pretensiones y que sin faltarle el respeto, podríamos catalogar de galpón mejorado, con sus rincones cómplices para que la privacidad alimentara pasiones de verano que solían terminar junto al Atlántico.
En la actualidad es fácil comprobar que pocos locales han logrado sobrevivir a los cambios experimentados en el balneario. Hoy todo es apurado. No hay tiempo para compartir el café de la sobremesa ni la charla informal que por aquellos años cimentaba la amistad. El sandwich y la pizza han sustituido al asado familiar y al “copetín” entre amigos. LA TABERNA ha desaparecido. Sin embargo la misma luna y el arrullo del mar siguen envolviendo con su magia el escenario que fuera durante muchos años el centro obligado para largas tertulias que terminaban al amanecer. Allí estaban los deportistas del momento, los intelectuales, los músicos, los políticos y también algún malandro entreverado que se mantenía en su lugar. LA TABERNA, centro obligado de la gastronomía playera, compartida durante muchos años por Fernando Correa y el “Cacho” Martínez.
La nota gráfica es demasiado elocuente. Fue la última. Un punto de referencia para los vecinos y turistas que visitaban La Barra allá por el 70 y amarga sensación de curiosidad para conocer la historia de esta edificación en ruinas. En su interior imágenes difusas del cálido mostrador donde se daban cita las mejores “gargantas” de aquellos años.


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