La ley y la trampa
Alicia Castilla, la investigadora
procesada por tener plantas de cannabis, y Daniel Vidart, antropólogo
nonagenario, son pareja. Los unieron sus estudios de la marihuana, un
tema al que se dedican hace años. Al proyecto oficial lo califican de
"policíaco".
Juan J. Sader
El País
Alicia Castilla y Daniel Vidart, la activista
y el antropólogo, son pareja. Se aman como quinceañeros y estudian y
viven cosas que los quinceañeros solo sueñan con hacer. Castilla -tiene
68 años, es licenciada en Ciencias de la Educación y con estudios en
psicoanálisis, publicó en 1997 Cultura Cannabis que vendió más de 30.000
ejemplares en siete ediciones- estuvo tres meses presa tras ser
denunciada por tener 29 plantines y 24 gramos de marihuana. Vidart, una
de las trayectorias académicas más respetadas del continente, tiene 93
años; es amigo y consejero del presidente José Mujica y está escribiendo
Marihuana, la flor del cáñamo. Aquí opinan, por primera vez juntos,
sobre drogas y sobre el camino hacia la legalización que inició Uruguay.
-¿Cuándo escucharon por primera vez la palabra "droga"?
Alicia Castilla: Bueno, yo nací en Flores (provincia
de Buenos Aires, Argentina) en una farmacia, así que fue de las primeras
palabras que escuché. Tengo una cultura farmacéutica de los 100 barrios
porteños. Mi papá compraba farmacias fundidas, las levantaba y las
vendía.
-¿Piensa que tuvo que ver con su actitud de apertura?
AC: Creo que sí. No iba al jardín de infantes, jugaba
en la farmacia. Y observaba cuando alguien pedía un remedio, me
acordaba del nombre y así aprendí a leer sola con cajas de remedios. Y
cuando aprendí a leer textos, me fascinaba leer los prospectos. Los
coleccionaba (risas) porque me gustaban las palabras difíciles. Entones,
le daba al diccionario y los prospectos. Además me gustaba la "demanda"
de la gente. Había gente que iba a pedir algo para dormir la siesta.
"De noche duermo bien pero de tarde no consigo dormir" y mi padre les
decía "para eso está bueno el `Siestol` pero ahora está en falta".
Entonces esa actitud de consumir algo, libre de culpa para sentirse
mejor, la incorporé desde chica.
Daniel Vidart: Lo que yo sentí muy tarde en mi vida
fue la palabra drogadicto. Tenía más de 20 años, es más, creía que era
"drogadito", un diminutivo. Antes del auge de la marihuana, se consumía
cocaína. Está en el tango, "como en botica cocó", "Cocó" es cocaína. Voy
a hacer una confesión. Una vez, teniendo yo 18 años, mi amiga Idea
(Vilariño) me dice: "Me han contado que sos flor de cocainómano". ¡Se
había corrido la voz, no sé de dónde, que era cocainómano! Pero no
usaron la palabra drogadicto. Usaron la palabra "cocainómano", porque
antes las palabras "droga" y "drogadicto" no se usaban.
-¿Y hoy hay suficiente información sobre fármacos entre la gente?
DV: Hay una ignorancia crasa, total, al respecto de
la marihuana. De la coca se sabe más. En mi calidad de antropólogo,
estuve seis meses en ruedas de "plantadores" de marihuana entregado al
trabajo de campo en una investigación del tipo "observador
participante". Me interesa la fraternidad entre el ser humano y la
planta. Hay toda una técnica basada en valores afectivos; en el cariño
de quien va a usar de ella. El libro que estoy escribiendo va a tener
dos líneas; las vicisitudes históricas de la marihuana -que no es
solamente el uso recreativo-, ya que tiene aplicación medicinal y
paralelamente el itinerario del cáñamo, que sirve para hacer textiles,
para la construcción, para hacer velas de barco, papel y para
alimentación, entre otros usos. El alcohol produce en el organismo
grandes devastaciones y además te altera el ánimo, provoca riñas,
provoca palizas a la mujer y a los hijos, provoca que un conductor
borracho embista a media docena de personas. Parece irrisorio, y de
alguna manera irracional, que sustancias que provocan graves daños
personales y colectivos se avisen a toda página. Y se tolera.
-¿Cómo observan el proceso legal que está llevando la marihuana en el Parlamento?
DV: Comencé a escribir este libro como respuesta.
Porque hay un gran desconocimiento en todo esto. El otro día escuché a
un "experto" en la materia que hablaba de los alcaloides de la
marihuana. La marihuana no tiene alcaloides. Su principio activo, el THC
(Tetra Hidro Cannabinol), no tiene nada que ver con los alcaloides. Hay
ignorancia en el manejo de las palabras, en los conceptos y en el
alcance que pueda tener determinada sustancia. Como aprendí en la
Facultad de Derecho: "El Derecho es el precipitado histórico de la
Justicia y a veces precipita sin ninguna Justicia", y en este caso las
legislaciones han precipitado sin justicia, han aniquilado libertades. Y
lo digo objetivamente: está demostrado que se venden y consumen
libremente otras sustancias, muchísimo más perniciosas, como el alcohol y
el tabaco. Y habría que ver hasta dónde es perniciosa la marihuana.
-Ante esta coyuntura, ¿no es mejor una ley que ninguna ley?
AC: Una ley que atropella espacios de privacidad,
atropella libertades individuales, que legaliza el estigma, porque
registrar a las personas por una práctica como fumar marihuana, es
estigmatizante. No me parece válido ningún tipo de control del Estado
sobre el individuo en áreas tan privadas como consumir una sustancia. Si
con una sustancia tanto más peligrosa como el alcohol, no hay ningún
tipo de control o hay un pseudo control, entonces ¿por qué habría que
controlar a la gente que fuma marihuana, que no produce tanto daño?
-Pero la marihuana, ¿no afecta las capacidades motrices, de resolución de problemas y causa otros trastornos?
AC: Puede ser que afecte, pero entonces es una
cuestión de educación y no de una ley. Habría que así como le
recomendamos a la gente que no beba antes de conducir o manejar
maquinaria pesada, también se le recomiende no consumir remedios
sicotrópicos, tranquilizantes, antidepresivos.
-¿Hay un doble estándar en la sociedad uruguaya?
DV: Reprobamos una serie de sustancias que circulan
bajo el nombre de "droga", pero no hemos pensado acerca de las drogas
de diseño, de las anfetaminas, los tranquilizantes y de una serie de
pastillas que se consumen para tener el día más rendidor o el sueño más
profundo, y todo ello por más que tenga un prospecto adjunto, está
golpeando en otro lado gravemente. La gente que consume Diazepam, tiene
efectos colaterales terribles a mediano plazo, lo mismo con los
ansiolíticos. De esto nadie habla.
AC: Supuestamente los remedios se venden bajo
receta. Se consiguen muy fácil. Entonces, no está bien esto de separar y
registrar a los usuarios de marihuana. Supuestamente, la gente que
quiera cultivar tendrá que hacerlo con las semillas que le proporcionará
el Estado, que será el único proveedor. No se podrá elegir.
-Después de que el presidente Mujica se reuniera con
George Soros, la empresa Monsanto emitió un comunicado para
desvincularse del mercado de la marihuana. ¿Igual se afilian a la teoría
de que hay una compañía de biotecnología detrás de esta ley?
AC: Esa o alguna otra, evidentemente hay algún
interés, alguna empresa, algún lobby. A mí, que no soy gobierno, y que
solo soy una consumidora de marihuana -ilustre por haber ido presa y
haber escrito un libro- me han llegado mails de todo el planeta de gente
que sabe cultivar marihuana y que piensa en proponer un negocio. Esto a
nivel micro, me imagino lo que debe ser a nivel de grandes empresas. El
proyecto anterior de ocho plantas por casa y que implicaba que el
Estado tendría que probar que la persona vendió para procesarla era
mucho más simple. El haber elegido un camino tan complicado, me hace
pensar que somos el "pato de la boda". Le tiraron a los usuarios 40
gramos por mes como para dejarlos tranquilos, como para que no molesten y
construir el negocio de la marihuana.
-¿Piensan que se va a abrir un mercado paralelo? Por aquello de "hecha la ley, hecha la trampa".
AC: Seguramente. Solamente personas muy jóvenes me
han dicho que se van a registrar. Los que han pasado por las dictaduras,
los que ya sintieron el peso que puede ser el Estado como amenaza, no
se van a registrar. Van a continuar en la clandestinidad corriendo
riesgo de ir presos porque la situación para ellos no cambia en nada.
-¿No puede ser esta ley un paso?
AC: No. Conceptualmente va en contra del autocultivo
que no es más que el ejercicio de una libertad individual. Tengo en mi
casa una planta que voy a consumir en mi casa. Ese derecho es vulnerado
con esta ley. El absurdo de todo esto es cómo van a comprobar que esas
seis plantas que se pueden tener por casa produzcan sólo hasta 480
gramos. No lo imagino. No se cosecha todo a la vez. Cosechada la flor
pierde el 50% del peso hasta que sea fumable. Entonces, ¿qué pasa si las
cosecho, las fumo antes o las escondo en lo de un amigo cuando llamo
para que vengan a pesarlas?
-¿No es una forma muy "uruguaya" de resolver las cosas? Hacerlas imposibles de derecho, pero posibles de hecho.
AC: Como lo de las fotocopias.
DV: No creo que sea "a la uruguaya". Una vez el
expresidente Lacalle dijo "ellos hacen como que trabajan y yo hago como
que les pago". O sea, se reconoce que existe una burocracia y una serie
de cortapisas que traban la acción ágil y servicial del Estado. Hay
muchos defectos en los hombres y en las instituciones. No somos
perfectos pero somos perfectibles. Y la perfectibilidad tiene que ver
con la autocrítica. (El jurista, Friedrich Karl von) Savigny sostenía
que "una legislación tiene que estar atenta al aire del tiempo",
"Zeitgeist" en alemán. Es decir, tiene que cambiar, adaptarse. No creo
en la perfectibilidad de esta ley. Creo que hay leyes más acertadas con
"el aire del tiempo". Esta ley es un intento, pero un intento muy
policíaco porque está haciendo de las personas, una especie de fichados,
de "prontuariados" policiales. Las leyes se modifican, cambian. En el
caso de que la mayoría circunstancial del Frente Amplio desapareciera y
que viniera un gobierno con ideas distintas a esta "apertura con
bemoles", ¿qué pasaría? Tienen una linda lista de delincuentes para
guardar. Todo por una vuelta al concepto anterior de una política más
restrictiva.
AC: Sin llegar a tanto, un jefe de personal, con
algún contacto, puede enterarse de la vida privada de un empleado. ¿Cómo
te van a registrar por un acto que es consumir una planta?
-Bueno pero tampoco es lechuga
AC: Sí, pero todo lo que se consume tampoco es
lechuga. Y tratamos de convivir, no podemos ir tratando de registrar a
todo el mundo. Hay un 3% de gente con uso problemático de la marihuana.
El camino es ayudar a esa gente.
-Pero en sí, ¿no enferma? ¿No provoca esquizofrenia?
AC: Hay gente, algunos siquiatras, que manipulan la
información y dicen que la marihuana provoca esquizofrenia, pero no, la
esquizofrenia es de origen genético. Podés vivir toda la vida sin
enterarte si no tenés algo que la despierte. Lo que no quita que en la
mayoría de los casos, un porro puede hacer brotar la enfermedad. Es
terrible lo que la marihuana le hace a un esquizofrénico. Los
esquizofrénicos, e incluso las personas que toman medicación
siquiátrica, no deben fumar marihuana. Tampoco deben tomar alcohol. Hay
que ayudarlas para que no lo hagan.
-¿Existe un derecho a evadirse?
AC: Sí. Hay gente que se evade por ejemplo por
prácticas religiosas que llevan al éxtasis. Y sí, es un derecho, como el
derecho a la felicidad, a la intimidad y la privacidad, todos derechos
humanos de segunda generación. En la medida que vamos creciendo como
sociedad generamos nuevos derechos.
DV: En la experiencia que hice conversando con
personas que hace años que utilizan la marihuana, advertí claridad de
expresión, buena memoria, argumentaciones solidas en todos los temas que
yo toqué. Si era una persona ilustrada se observa todo un trasfondo de
hasta erudición y si era una persona de pueblo, mantenían las mismas
formas naturales de tomar las cosas, iguales a una persona que no
consume. En mi experiencia de campo me encontré con gente pongámosle
"normal" -porque no sabemos exactamente qué es "normalidad humana"-
aunque algunas arrastraban el atuendo de un anacrónico hippismo.
-¿No pasa que son solo los fumadores los que defienden la marihuana?
AC: Me llamó mucho la atención cuando estaba presa
que gente que yo no conozco me llamaba para pedirme disculpas. Eran
varias por día. Me decían "yo no tengo nada que ver con la marihuana,
pero usted no debería estar presa". Vos ves ahí que no es "la
marihuana", sino que la gente defiende el derecho, las libertades
individuales.
DV: Lo curioso es que el principal enemigo de la
sustancia, Estados Unidos, es el mayor plantador y consumidor de
cannabis del mundo. Hay libros enteros con la historia de la
prohibición. Intereses de tipo financiero liquidaron la marihuana, que
venía con los sucios, malolientes, borrachos y asesinos mexicanos. Y el
señor que tenía grandes plantaciones de árboles para hacer pasta de
papel, se iba a ver perjudicado frente a una ya muy cercana competencia
del cáñamo. Iba a convertirse en algo mucho más barato y rendidor que la
celulosa de árbol. Una hectárea de cáñamo rinde por cuatro hectáreas de
árboles.
-Ahora, como cultivo, ¿en Uruguay podría sustituir al eucaliptus?
AC: Sin duda.
DV: Naturalmente.
AC: Además ayuda a recuperar la tierra después de
varios años de eucaliptus. El cáñamo la recupera. Se la podría utilizar
para hacer papel, cielorrasos, compensados como el de madera,
combustibles, textiles, aceite.
DV: No es una novedad, pero con esta investigación
estoy tomando cuenta de la versatilidad del cáñamo. Las primeras
cachilas de Ford fueron construidas de cáñamo prensado. El propio Henry
Ford en 1941, presentó una carrocería de cáñamo, le dio un golpe con un
hacha y no se melló. Cualquier otra de las carrocerías se abollaba
tremendamente. Como material de construcción es extraordinario. La
cantidad de usos históricos, las velas de los barcos de Colón, las de
los vikingos, la de los fenicios, eran de cáñamo. Todas las sogas. El
papel en el que está escrita la primera Constitución de los Estados
Unidos es de cáñamo. Tanto Washington como Jefferson eran plantadores y
se fumaban sus buenos porros. Y son "los Padres de la Patria". De eso
nadie habla. Eran hombres esclarecidos. Pero eran fumetas.
El país de las pesadillas
Había llegado a vivir a Uruguay hacía 59 días, y fue
denunciada. Pasó 95 días presa por tener 29 plantines y 24 gramos de
marihuana. "Una temporadita en el infierno", como ella lo define.
Hace dos años acababa de mudarse desde el barrio de
la Recoleta en Buenos Aires, a El Fortín, en la Costa de Oro, en busca
de una vida más tranquila. Y por casi dos meses, lo consiguió. Cuenta
que como no conocía a nadie en Uruguay y no tenía interés en vincularse
con nadie para comprar marihuana pero sí quería fumarla, se dijo: "voy
plantando y veo qué hago."
Según dice, en la denuncia se sostenía que en su
casa se había instalado un cartel para proveer marihuana a todo Uruguay.
Aclara: "yo tenía 29 plantines, fuera de estación, de los cuales iban a
sobrevivir 10 y que de ninguna manera iban a cubrir mis necesidades de
consumo". Castilla pensó que no iba a estar presa tanto tiempo.
"Imaginaba que me llevarían y que sería cuestión de 48 horas y estaría
libre. Pensaba que me procesarían en libertad y que tendría que pagar
con servicios comunitarios. Me imaginaba limpiando baños en alguna
escuela". No fue así.
A Castilla le negaron cinco veces la libertad. En
este momento está condenada a 20 meses de cárcel. Apeló y ahora los
miembros del Tribunal de Apelaciones van a tomar el expediente. "Se
calcula que voy a tener una respuesta dentro de un año". Ante la
pregunta de si no tiene miedo de volver a la cárcel, confiesa que sí.
"Como salgo de la experiencia te puedo asegurar que todo es posible",
dice.
"Enamorados"
Un maduro amor verde
Hace 10 meses que Vidart y Castilla viven juntos
entre la casa de ella en El Fortín y la casa de él en una callecita de
Pocitos. Unidos por la curiosidad sobre una misma materia, una cosa
llevó a la otra. Y aunque Vidart dice ser muy reservado para confesar
intimidades, asegura que es "deseo ferviente" de su parte que se sepa
que están "profundamente enamorados de verdad". "Hemos vivido los dos lo
suficiente para saber lo que es pasión y lo que es amor. Somos
compañeros, paseamos, nos queremos, tomamos aire. Estamos en un ambiente
de estudio, llenos de libros, hermosas películas para ver por las
noches…
Proyectos. Como antropólogo me encuentro con una
profunda conocedora. Y además una mujer muy inteligente, muy fina, muy
delicada en sus sentimientos, ha viajado y ha sabido mirar sino ver.
Por lo tanto, conmigo, que soy un gran caminante, tenemos materia para
contarnos de cuando yo estaba en el desierto y ella me cuenta sus
estadías en París y en Ámsterdam. Nos extrañamos mucho cuando no nos
vemos. No nos molestamos. Nos buscamos continuamente para estar juntos y
compartir. Hay una gran compatibilidad de caracteres por un lado, por
otro un profundo sentimiento de amor, entrañable, que ha llegado para mí
tarde pero a tiempo. Y ella no es una niña pero es una mujer joven.
Hace 50 años que fuma, sus facultades están limpias y brillantes".
La convivencia con Alicia ha producido cambios en el
antropólogo. A sus 93 años y luego de una vida de comer carne como
cualquier gaucho, es casi vegetariano. Se "defiende" de su nueva
condición argumentando que "de cuando en cuando" come pollo y "más de
cuando en cuando una tirita de asado". "Mi oficio de antropólogo me ha
llevado a entender a muchas cosas, a romper prejuicios, a cambiar de
forma de ser. Al viajar tú te encuentras con escenarios y costumbres
distintas a las cuales tú te tenés que habituar". Viven en su propio
mundo pero de vez en cuando dejan entrar intrusos. Dice Vidart: "Tenemos
sabrosísimas conversaciones que son la sal de la vida. Hay mucho que
decirse. Aprender mutuamente, y sabemos reír. Somos abiertos para
entender a la gente. Hemos fabricado un mundo sin desatender al otro."
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