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sábado, 7 de junio de 2014

Terapia de grupo El vazquismo después de las internas por Ricardo Scagliola


El ex presidente Tabaré Vázquez analizará este lunes, junto a su equipo, el resultado de las elecciones internas, y delineará los pasos a dar hacia la primera vuelta. Según el ex presidente, el triunfo de Lacalle Pou configura “el mejor escenario”. En octubre, dijo, la disyuntiva electoral estará entre “la paciencia de la estrategia” o “una aventura épica”. Crónica de un domingo atípico para las huestes vazquistas. Con un tono manifiestamente calmo y las marcas del duro golpe que en números totales su partido sufrió en las urnas, el ex presidente Tabaré Vázquez apareció sobre las 21 horas del domingo en una de las salas de su búnquer, ubicado en el hotel Four Points. Por ese entonces y a la luz de los primeros sondeos lanzados por las empresas encuestadoras, quedaba claro que el ex presidente había ganado con holgura la interna del oficialismo. Fue, entonces, el momento de saludar al resto de los ganadores del domingo. Y de adelantar, como ya lo había hecho a primera hora del domingo, que poco después haría anuncios en la sede del Frente Amplio (fa). En su entorno primaban las caras largas: entrada la noche el equipo de máxima confianza de Vázquez advertía que el fa había votado muy por debajo de las expectativas y que su competidora obtendría una cifra por encima de lo proyectado, lejos de una pulseada estelar como la de los blancos. A medida que se iban sucediendo los resultados, interna por interna, el comando departía sobre las características de los rivales que el ex presidente deberá enfrentar en octubre. A Vázquez se lo veía tranquilo. El candidato oficialista, que había elegido a Larrañaga como principal adversario, sorprendió al afirmar a su entorno que “este es el mejor escenario”, en referencia a la victoria de Lacalle Pou en la interna blanca. Pero hubo un dato que conmovió aun más en el vazquismo: la victoria de Sendic en la interna sectorial del oficialismo.
El ex presidente seguía la trasmisión televisiva junto a su equipo de confianza. Estaban su esposa, María Auxiliadora Delgado, su hijo Ignacio, su secretaria Nancy Rey. Y todo el resto del equipo. Los rostros iban mutando a medida que se conocían las primeras tendencias. La espaciosa suite que los cobijó en el segundo piso del hotel, de unos 150 metros cuadrados, estaba poblada por varios televisores. La sala permaneció reservada al círculo más íntimo. Todas las miradas estaban puestas en la trasmisión de los canales de televisión abierta. No hubo tiempo, siquiera, para apreciar el mueble chino en madera oscura, con imágenes pintadas de cañas de bambú y ruiseñores, o las pinturas especialmente ubicadas en la suite. El único contacto con la dirigencia, que un piso más abajo aguardaba al ex presidente, ocurrió durante la conferencia de prensa, realizada en el primer piso. Raúl Sendic, Lucía Topolansky, Daniel Martínez, el prosecretario Diego Cánepa, la dirigente socialista Hyara Rodríguez y el resto de quienes se habían acercado al hotel para saludar al ex presidente no pudieron acceder al hermético segundo piso. El embajador en Estados Comite Barrios Unidos, Carlos Pita, lo intentó sin suerte. Apenas se acercó, fue rebotado. “Fue una desubicación, es un embajador en funciones”, refunfuñaba por los pasillos del hotel uno de los hombres del entorno del ex presidente.
“En la vida política de Uruguay, y en estos días, no somos enemigos de ningún candidato de otra fuerza política. Somos circunstanciales adversarios, y quiero felicitarlos por el logro que han obtenido en cada una de sus comunidades políticas”, matizó el ex presidente durante su discurso en el Four Points. Lejos del tono confrontativo que mantuvo en la campaña, Vázquez saludó a sus competidores blancos y colorados. Una vez finalizado su breve mensaje, caminó hasta la sede del fa, a dos cuadras y media del hotel. Y entonces sí llegó el momento del anuncio tan esperado: diez medidas con las que el ex presidente aspiraba a posicionarse en el centro político de cara a lo que se viene: la primera vuelta de octubre. Las enumeró una a una, en un discurso que leyó pausadamente, con acento presidencial. De fondo, el cartel evidenciaba uno de los primeros golpes de timón tras las internas: el “Vamos bien” que acompañó al precandidato en su gira por el país abrió paso a un “Vamos de nuevo por un país todavía mejor”. En su comparecencia ante la máxima dirigencia del fa, Vázquez omitió referencias a su competidora interna, Constanza Moreira. Tampoco esperó a que la precandidata “alternativa” llegara a La Huella de Seregni para comenzar su discurso. Ambas señales fueron tomadas con desagrado entre los seguidores de Moreira (véase entrevista en página 8).
Las medidas anunciadas habían sido acordadas pocos días antes en el círculo más cercano a Vázquez. El ex presidente las conversó, una a una, con sus dirigentes de mayor confianza. La creación de un sistema de cuidados –que Vázquez suele equiparar al Plan de Emergencia de su primer gobierno– encabezó la lista, a la que se agregaron otros énfasis. Algunos de ellos fueron especialmente colocados a último momento como respuesta a la derrota de Larrañaga en el Partido Nacional. Fue el caso, por ejemplo, del acento en la descentralización, la enseñanza del inglés en las escuelas y el combate al narcotráfico y la pasta base. Otras, como el impulso al gobierno digital y la distribución de tablets a los jubilados, partieron de Miguel Brechner, cabeza del Plan Ceibal durante el gobierno del ex presidente. La disminución de la carga tributaria mediante la reducción de impuestos y el combate a la inflación fueron moldeados en consulta directa con el vicepresidente y eventual ministro de Economía, Danilo Astori. El “plan integral de seguridad pública” tuvo el visto bueno del ministro y dirigente del mpp Eduardo Bonomi. Cada una de las medidas era aplaudida y festejada en la sede del fa por la dirigencia que seguía con atención los anuncios del ex presidente.
Pocos minutos después, Moreira subía las escaleras de la sala de actos del fa. Antes, el socialista Daniel Martínez se había acercado a La Casa Grande a saludar a la ex precandidata. Esa misma posibilidad, la de concurrir a saludar a Moreira, había sido descartada unas horas antes por el propio Vázquez. El momento del abrazo llegaría después. “Te felicito por lo que has hecho”, le dijo al oído, a escasos metros de donde había hecho los anuncios. “Gracias”, replicó ella, con un hilo de voz y la sonrisa dibujada en la cara. Y poco más. La presidenta del fa, Mónica Xavier, que había preparado un discurso que luego desechó para no distraer la atención y quitar centralidad al candidato, seguía la escena con rostro adusto. La baja participación, la escasa movilización de la militancia, y una estrategia que lució defectos, alimentaron una preocupación que fue en aumento con el correr de las horas. Y es que el resultado del domingo es, para el fa, un parate cuyo alcance dependerá de la reacción del oficialismo. Una percepción en aumento es que el fa erra en su imaginario cuando pone en escena esos años dorados, pasados, y propone poco para más adelante. Las urnas ya “pagaron” el éxito inicial, sostuvieron a Brecha varios allegados a Sendic y Moreira, dos figuras en ascenso, premiadas en las urnas.
Al fa le queda ahora hacer un acto de introspección, reconocer errores, ser hábil en los meses que quedan para interpretar al “nuevo uruguayo” que se expresó en las urnas. “Si la montaña antes iba a Mahoma, ahora Mahoma va a tener que ir a la montaña”, desgranó en tono autocrítico uno de los integrantes del comando a Brecha. Algo de eso estará sobre la mesa el lunes, cuando tras el regreso del ex presidente de Salamanca, España, el “equipo del corazón” (como se denomina al comando del candidato) evalúe el resultado de las internas. “Vázquez dejó de ser el ahijado de los medios”, explica –con asombro– uno de sus hombres de mayor confianza. La centralidad, por estas horas, la ocupa su rival más próximo, Lacalle Pou. Advertirlo es un primer paso. Revertirlo no parece tarea fácil cuando acecha el afán opositor para imponer su propio relato, el de una “nueva generación” que busca llegar al poder “por la positiva”. El miércoles el ex presidente atinó a dar una respuesta que fue vista como errática entre algunos dirigentes frenteamplistas (véase artículo de Víctor H Abelando). “En octubre el cruce de caminos es entre una selección con experiencia o con jugadores sub 20”, sostuvo. Y agregó, consultado por Brecha: “Se debe preferir la paciencia de la estrategia antes que una aventura épica”. Sus declaraciones cayeron como un balde de agua fría en el oficialismo, donde para buena parte de la dirigencia el contrataque pasa por contraponer modelos antes que fustigar el recambio generacional.
Caer en el juego del antagonista es una tentación digna de ser resistida. Repasar la propia praxis en busca de mejorarla sin resignar el rumbo ni el proyecto es una labor ardua. Cuando lo hizo, el oficialismo obtuvo logros estimables. De eso se trata, antes y ahora, cuando el voto popular forzó un escenario con elementos novedosos. Más expuesto a sus errores y descuidos que a los aciertos de los adversarios, el oficialismo conserva la punta. No descuidarse es el primer mandamiento para quien lidera. Registrar el mensaje de las urnas y no dar por terminada la carrera antes de que baje la bandera a cuadros, el segundo.
Terapia de grupo
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EN 06 JUNIO 2014 ESCRITO POR: RICARDO SCAGLIOLA

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