Cupido más aplicado
Una nueva forma de encontrar pareja está
de moda entre los jóvenes. Solo requiere conexión a Internet, tener un
usuario de Facebook y descargar una aplicación. Se trata de Tinder.
TOMER URWICZ
El País
En menos de tres horas concretó cuatro citas, nada mal
para un principiante. Se vería con un brasileño en el casino, con una
chica en un bar, en el cine con otra y en un boliche de Pocitos con un
joven estudiante de arquitectura. A todos los conoció por Tinder, la
aplicación para celulares que es furor este verano.
Es una especie de Alianza para el Amor versión
siglo XXI. Nada novedoso, claro, pero quizás ese el verdadero motivo de
su éxito. Porque esta app creada en Estados Unidos hace un año logra
rescatar uno de los intereses más primitivos del ser humano: contactarse
con otros. Así lo comprobó un falso usuario creado por Domingo, quien logró entablar diálogo con 14 personas distintas.
Por día se generan en el mundo más de cinco millones de
chats entre quienes se conocen a través de esta red. El encuentro nace
de una opción tan simple como aprobar o desaprobar al otro luego de ver
su fotografía, nombre de pila, edad, e intereses y amigos en común -esos
son todos los datos, extraídos de Facebook, que muestra la aplicación-.
De generarse un aceptación mutua, pueden empezar a conversar.
"Sería como estar en el cumpleaños de un amigo y que se
te acerque el cumpleañero y te comente que la chica a la que habías
puesto el ojo quiere saber más datos tuyos porque le interesás", grafica
el psicólogo Roberto Balaguer.
Juan (26) se bajó el programa hace un mes, por
sugerencia de un amigo porteño. "Está buenísima, enseguida conocés gente
y podés salir con una mina", fue el primer comentario que recibió y se
dejó tentar. No tuvo que seleccionar una foto ni armarse un perfil,
porque la red ya importa sola esa información de Facebook. "Esto le da
legitimidad y pasa a ser como un documento de identidad: si está ahí es
verdad", explica Balaguer. Además, la aplicación utiliza el sistema de
geolocalización que permite limitar la búsqueda a un radio seleccionado
por el propio usuario. "Por eso en las grandes ciudades el éxito de la
aplicación es aún mayor", comenta el psicólogo.
Asimismo, la presencia de extranjeros que llegan a
las costas uruguayas en verano incide en la actual popularidad de la
herramienta: hay más usuarios físicamente cerca. Una vez configurados
los ajustes básicos (si se prefiere hombres, mujeres o ambos; los
kilómetros de distancia máximos; y el rango de edades) comienza el
desfile de posibles candidatos. Uno tiene la opción de darle corazón
(aprobar) o cruz (rechazar). Cuando ambos se gustan, empieza la charla. A
veces termina en un simple conversación y otras, en un encuentro cara a
cara.
Fue lo que le pasó a Juan con una chica del litoral
uruguayo. Él la encontró primero e hizo click en el "corazón", ella
aceptó, conversaron y terminaron en una noche romántica. Luego, dice, no
la vio más. ¿Por qué? "En la virtualidad todos somos lindos", se ríe,
"pero el encuentro no fue lo que esperaba".
Es que Tinder no es más que un facilitador de
encuentros; una forma de traer el boliche al celular. Y, al igual que en
la informalidad de los pubs, no tiene el prejuicio de otros sitios de
citas en los que las personas quedan sujetas a la observación pública.
Pero en Uruguay, cuenta Juan, "somos pocos y nos
conocemos todos, entonces es muy probable que uno se encuentre a
conocidos en la red". Así que casados, comprometidos y conservadores:
abstenerse.
La mayoría de los usuarios de Tinder son jóvenes (se
exige un mínimo de 18 años aunque, técnicamente, no se puede garantizar
y siemper existe la posibilidad de que menores mientan en su edad) y de
nivel educativo medio-alto. "Es lo esperable", dice Balaguer. "Por lo
general es este grupo etario y socioenonómico el que marca las
tendencias tecnológicas: pasó en el comienzo de Internet, en el origen
de Facebook y pasa en las viralizaciones de las aplicaciones y
productos".
Y así como Juan se enteró por un amigo, él pasó el
dato a amigos suyos, sin temor al qué dirán. Porque hoy, afirma el
psicólogo, "cambió el prejuicio de decir que uno conoció a alguien por
Internet; es una forma más de iniciar una relación y no genera culpas".
Relaciones para una noche o para toda la vida.
Un algoritmo muy feminista
El prejuicio siempre está. Si un hombre tiene sexo
con tres mujeres, es un fenómeno; si lo hace una mujer, es una
"regalada". Está claro: en el ámbito del amor todavía no existe la
igualdad. Sin embargo, explica el psicólogo Roberto Balaguer, algunas
aplicaciones tecnológicas, como Tinder, tienden a "colocar al género a
un mismo nivel". Ellas y ellos pueden seleccionar el rango de edades y
los intereses que realmente desean del otro, sin importar cómo serán
vistos. Sobre todo en edades que van desde los 15 a los 25 años, en
donde las citas a través de Internet "son más comunes". En tanto, en la
experiencia del falso usuario creado por Domingo, los hombres
extranjeros que buscan hombres tienen una actitud más directa que las
mujeres para concretar citas sin conocer a la otra persona.
El fin de la vergüenza
A diferencia de otras empresas de tecnología, Tinder
no tiene su base en el Silicon Valley, sino en Los Ángeles. Es que, en
todo sentido, esta aplicación creada en setiembre de 2012 rompe con la
lógica de Internet. "Se acerca más a la relación cara a cara", dice el
psicólogo especializado en tecnología Roberto Balaguer. "Es como ir al
boliche sin necesidad de ir a ese lugar: uno puede estar en su tiempo
libre o tirado en la playa y se junta con otros". La mayoría de las
conexiones a este programa se dan a horarios similares a los de
consultas en las redes sociales: desayuno, almuerzo y noche. "Aunque por
tratarse de redes de citas la madrugada es el horario estrella", aclara
Balaguer.
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