“Entonces aquellos
mozos, se acercaron pa defenderlo,
Y el más ladino le
dice entre temblón y risueño,
Todos compramos sus
pilchas, pa salvárselas abuelo,
Aquí tiene sus
espuelas, aquí tiene su azulejo,
Otro le trae el apero,
otro le entibia las manos,
Con aquel poncho de
flecos, y otro que no trajo nada
Le estampa en la frente
un beso,
Porque sigue dando
criollos, muy lindos criollos el tiempo”.
EL REMATE (Yamandú
Rodriguez).
Los versos de Yamandú
Rodríguez, nos llevan al drama del abuelo gaucho, que pierde en un
remate las prendas que todavía lo acompañaban en sus últimos años.
Son muchos los objetos imprescindibles que usan diariamente los
gauchos de nuestra campaña. Sin embargo, pocos están vinculados a
la estima tan particular que profesan los gauchos, como sucede con el
laso, utilizado en la gran mayoría de las tareas camperas. Todas las
actividades que se cumplen diariamente en el campo, tienen alguna
relación directa con este instrumento que conjuntamente con el
poncho, la bombacha y el mate permanecen como una reliquia de nuestra
campaña. Manejado con destreza por el hombre de campo, acompañaba
permanentemente las tareas camperas, ya fuera atado a los tientos del
recado o colgado de los carros y carretas del siglo pasado. Desde el
momento que se fue poblando nuestra campaña los lazos y las
boleadoras estuvieron estrechamente ligados a las tareas camperas,
siendo utilizados permanentemente para capturar animales salvajes y
luego dominarlos hasta convertirlos al servicio del hombre como
sucediera con los caballos y los animales vacunos. Sin fecha
determinada sobre su ingreso a nuestro país, es posible que tanto el
lazo como las boleadoras se hubieran introducido por los indios
guaraníes. La necesidad de dominar animales fue imponiendo estas
herramientas hasta que su presencia se hizo obligatoria entre los
gauchos orientales. La zona fronteriza del departamento de Rocha ha
tenido siempre excelentes lanzadores del lazo recordándose todavía
algunos nombres que se integraron definitivamente a la historia
campera mediante memorables hazañas en el manejo del lazo. Hay
quienes pueden atestiguar la presencia de muchos gauchos, haciendo
maravillas con su lazo de 15 brazas de cuero trenzado. El secreto
principal de los pialadores consistía en bolear al animal por las
patas delanteras, tras un lanzamiento que superaba en algunas
oportunidades los 40 metros.
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