Ciencia
Especialistas comprobaron que mantiene activas las funciones cognitivas
Fabiola Czubaj - La Nación/GDA
El País
Dicen que la lectura mantiene el cerebro
activo y en forma, algo que se vuelve toda una inversión en salud mental
con los años. Pero en un encuentro de especialistas en gerontología que
finalizó en Cartagena, los resultados de talleres con grupos de mayores
de 65 años dan señales de que la literatura erótica aporta algunos
beneficios extras.
"Nada le da más sentido a la vida que el amor. Y
puede ser tan efectivo que hasta elimina el uso de antidepresivos",
afirmó el psiquiatra Rafael Alarcón, coordinador de la sección de
Gerontopsiquiatría de la Asociación Psiquiátrica de América Latina
(APAL). Frente a una sala llena en el V Congreso Panamericano de
Gerontología y Geriatría, contó que la lectura de textos eróticos, no
pornográficos, tiene la capacidad de despertar emociones. "Para eso, se
utilizan funciones intelectuales como la memoria, la atención, la
concentración, la capacidad de pensamiento simbólico y la imaginación.
Se da lo que en ciencia llamamos neurogénesis y plasticidad neuronal del
cerebro, algo que comprobamos con estudios por imágenes. A través de la
lectura, los mayores se dan cuenta de que siguen existiendo, sintiendo y
deseando", precisó Alarcón.
Su botiquín contra el deterioro cognitivo y emocional
que puede imponer el envejecimiento incluye 24 libros cuidadosamente
seleccionados de autores como Vargas Llosa, Borges, Andahazi, Peri
Rossi, Neruda, García Márquez, Amado y hasta el Marqués de Sade o
Boccaccio con suDecamerón, entre otros más.
Cinco son las razones para leer literatura erótica al
envejecer que citó el especialista: estimular los sentidos y mantener
las reacciones corporales; estimular las funciones cognitivas; evitar el
avance del deterioro cognitivo; seguir motivados con la existencia, y
aceptar la muerte.
Con su grupo de trabajo Literatura y Psique, de la
Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica de
Pereira, en pleno eje cafetero de Colombia, el profesor Alarcón dicta
talleres de lectura para adultos mayores. Cada 15 días, los "alumnos"
van a clase, donde los profesionales los guían en la lectura con
distintos ejercicios y les dan tarea para el hogar. Dos semanas después,
los participantes son capaces de recordar hasta los detalles más
sutiles de los lugares, los personajes y las historias que leyeron en
casa.
"Leer un libro de matemáticas o mecánica automotriz o
la sección de política de un diario por ahí podría emocionar a los más
aficionados de esos temas. Pero en la práctica vemos que a través de la
lectura de los autores que mejor utilizan el erotismo en sus historias
se puede atraer por igual la atención de amas de casa, jornaleros,
profesores universitarios o profesionales. Lo mismo ocurre con la
literatura policial, de misterio. Con otros tipos de texto, no logramos
los mismos resultados. Los participantes se aburren", agregó Alarcón,
que es miembro de número de la Academia Nacional de Medicina de Colombia
y, pronto, obtendrá un doctorado en literatura.
El especialista comentó que el 80% de los que
participan de los talleres son mujeres y la mayoría son amas de casa.
Todos superan los 65 años y una participante de 92 ya casi podría
dirigir alguna clase.
Antes de cada taller, a los futuros participantes se
les evalúa la memoria, la atención, la capacidad visual y espacial, el
pensamiento simbólico con pruebas estandarizadas.
Después de uno o dos meses de taller, los
profesionales los alientan a seguir leyendo solos, pero con algunas
pautas claras para reforzar los efectos. Al año, les repiten las mismas
pruebas. "Los resultados antes del curso suelen ser muy bajos en las
escalas de evaluación que aplicamos. Pero cuando repetimos las pruebas
al final, la mejoría es de entre el 50 y 70%", explicó el psiquiatra en
diálogo con LA NACION después de su presentación.
Esa diferencia no pasa inadvertida para el paciente
ni su entorno: "Están más activos y el avance se da en todas las
capacidades evaluadas: atención, concentración, memoria a corto plazo,
abstracción, ideación, simbolismo, fantasía, capacidad de análisis,
razonamiento, fluidez verbal y funciones ejecutivas. Además, se deprimen
menos, sienten menos ansiedad y necesitan menos medicamentos", agregó.
Al principio de cada taller, una aclaración evita
malos entendidos. La literatura erótica no es pornografía, como también
se dijo, aquí, frente a los especialistas, que tomaban nota de los
"efectos terapéuticos" de obras como El pájaro espino, de Colleen
McCullough; poemas de amor de Pablo Neruda y Jorge Luis Borges; Justine,
del Marqués de Sade; Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, o
Gabriela, clavo y canela, de Jorge Amado, que sabe bien cómo despertar
todos los sentidos, la capacidad de asociación y la memoria.
"Los que al principio del curso decían que se
desorientaban o se perdían en la calle, después de leer una obra como
Justine, por ejemplo, son capaces de describir Salvador de Bahía, sus
callejuelas, el mercado y los aromas de la cocina del personaje
principal. Memorizan los detalles y los pueden contar -precisó Alarcón-.
Y todas esas capacidades las van aplicando en su vida cotidiana y
mejoran muchísimo."
Con su equipo comenzará a utilizar la literatura
policial (los textos de Ricardo Piglia tendrán un lugar de privilegio)
para poder comparar los resultados con los de la literatura erótica.
"Las dos generan mucho interés y estimulan emociones y funciones
cognitivas que no se utilizan o están abandonadas [en los mayores]",
resumió Alarcón, que todos los años visita varias veces la Argentina
para participar de las reuniones de la Fundación Finteco, sociedad
miembro de la Asociación Mundial de Psiquiatría.
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